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'La impaciencia del corazón': una novela sobre la compasión, la culpabilidad y la posibilidad de la redención

Stefan Zweig explora la compasión en una emotiva novela que conforma una joya de la literatura europea del siglo XX

'La impaciencia del corazón', una novela sobre la compasión, la culpabilidad y la posibilidad de la redención

'La impaciencia del corazón', una novela sobre la compasión, la culpabilidad y la posibilidad de la redención

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Stefan Zweig nació en Viena en 1881. Fue un escritor enormemente popular, tanto en su faceta de ensayista, poeta y biógrafo como en la de novelista: un narrador fascinante, capaz de seducirnos desde las primeras líneas. Ante el estallido de la Primera Guerra Mundial, abrazó el pacifismo y se exilió en Suiza, donde se estableció como corresponsal. En 1934 huyó de Austria por el auge del nazismo, y se refugió en Londres. En 1942 se suicidó en Brasil, en Petrópolis, junto a su segunda esposa. En 1944, aparecería su maravillosa autobiografía, “El mundo de ayer”, una auténtica obra maestra que todos deberían leer.

'La impaciencia del corazón' –también titulada 'La piedad peligrosa'– se publicó en 1939. Es un novelón, profundo, que explora el alma humana y que nos cuenta una historia terrible y apasionante. Es asombroso como Zweig cuenta cada detalle, cada razón para explicar lo que ocurre. Una maravilla.

Una prosa que avanza y conmueve

Como señala Liliana Costa, el tema de 'La impaciencia del corazón' es la compasión. Se trata de un análisis exhaustivo de un sentimiento: cómo funciona, cuándo se da, qué implica, cómo se vive, etc. Sin embargo, es de llamar la atención que, a pesar de dar vueltas y vueltas sobre el mismo sentimiento, la lucidez que orienta la reflexión consigue que la prosa avance en profundidad y conmueva. El tema no se agota, al contrario, se enriquece y se multiplica en sus múltiples variables. Y por supuesto, Zweig despierta en nosotros la compasión hacia el teniente en muchas ocasiones, o hacia Edith, en otras.

Dice Ana Segarra en Libros y Literatura que la compasión es un sentimiento muy peligroso. Esta es la idea con la que Stefan Zweig juega en 'La impaciencia del corazón', o 'La piedad peligrosa', título con el que también se conoce a esta obra. Y este último título quizá sea incluso más adecuado que el primero porque esta obra habla de la piedad que siente el teniente Anton Hofmiller cuando conoce a Edith, hija del gran magnate de origen húngaro Lajos von Kekesfalva. La historia está contextualizada casi al comienzo de la Primera Guerra Mundial, por lo que la decadencia del Imperio Austro-Húngaro —que parece inminente— inunda la atmósfera con un tinte trágico.

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La muerte de Zweig es un gesto de protesta contra las fuerzas que oprimen al hombre

Como señala Rafael Narbona, Zweig es un magnífico narrador, con una prosa exquisita y un asombroso conocimiento de las emociones humanas. En sus manos, un argumento folletinesco (un oficial que incumple su promesa de matrimonio con una muchacha enferma) adquiere el carácter de drama universal. Hofmiller es un joven oficial. Vanidoso y petulante, permitirá que Edith conciba falsas esperanzas. Hija de un judío enriquecido, la sociedad desprecia su procedencia y en ningún caso olvida su condición de minusválida. Sólo es una tullida, incapaz de despertar pasión. Zweig deslinda la compasión del sentimentalismo. El sentimentalismo nace de la debilidad; la compasión, de un corazón fuerte y sin vanidad

Según Narbona, 'La impaciencia del corazón' estudia la culpabilidad, la moral y la posibilidad de la redención. Judío y pacifista, Zweig no necesita esforzarse para comprender la impotencia de una joven condenada a contemplar la vida, sin participar en ella. Su facilidad para identificarse con la perspectiva de los marginados infunde al relato un dolor sincero, a veces insoportable. El amor de Edith no es una fantasía romántica, sino una pasión asociada a un cuerpo. Se advierte en Zweig un planteamiento moral que probablemente brote de sus raíces judías. Su literatura nos sigue inspirando con el mismo genio que las creaciones de Tolstoi o Balzac. El suicidio de Zweig sólo atestigua el valor de una obra que no se resignó a excluir el impulso ético de la condición humana. Su muerte no es un fracaso de la voluntad, sino un gesto de protesta contra las fuerzas que oprimen al hombre y le escamotean su dignidad.

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