Malas Tierras: una película de culto basada en un baño de sangre
Se cumplen 50 años del estreno de Malas tierras¸ la película con la que en 1973 debutó como director el norteamericano Terrence Malick
‘Regreso al futuro’, Vázquez Montalbán y ‘Malas tierras’
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Charlie Starkweather tiene el dudoso honor de haber sido el primer criminal de la historia al que en Estados Unidos se le aplicó el nombre de “psychokiller” o asesino múltiple. En 1958 Charlie y su novia Caril Ann Fugate asesinaron a la familia de ella y en su huida dejaron un rastro de once cadáveres. Su historia ha inspirado canciones como Nebraska de Bruce Springsteen, así como diversas películas, por ejemplo, Asesinos natos de Oliver Stone; Kalifornia o Amor a quemarropa. Pero sin duda la obra maestra cinematográfica sobre el caso es Malas tierras.
Malas tierras es una road movie, con cierto aire europeo que recuerda a la nouvelle vague francesa. Una historia que fue escrita, dirigida y producida en 1973 por Terrence Malick, un joven de 29 años que hasta entonces solo había escrito un par de libretos para el cine y se ganaba la vida como corrector de guiones para la Warner. “Fue la única vez en mi vida en la que supe desde el primer encuentro que trataba con un hombre muy especial. Era obvio para todos que trabajábamos con un genio”, explicaba Martin Sheen, protagonista del filme.
El actor interpreta a Kit, un joven que trabaja de basurero. Holly, a la que da vida Sissy Spacek, es una adolescente fascinada por el aire rebelde del muchacho. Los dos se enamoran, pero el padre de ella se opone a la relación y el chico acaba con él. La pareja huye de la policía mientras va jalonando su camino de asesinatos. Así hasta llegar a las “badlands”, las malas tierras, un territorio situado en la intersección de los estados de Wyoming, Dakota del Sur y Montana, conocido con ese nombre porque allí se refugiaban muchos bandidos del viejo Oeste.
Martin Sheen se presentó a la audición sin esperanzas, ya que su personaje tenía 19 años en el guion y él ya había cumplido los 31. Sin embargo, Malick decidió apostar por él. Sissy Spacek, en cambio, empezaba a despuntar en la televisión y asegura que trabajar con Malick en una de sus primeras películas cambió por completo su visión de la profesión de actriz. “Esa película es la vara por la que mido todas las demás películas que he hecho. Terry era un hombre brillante, simplemente brillante y fantástico. Y fue una delicia el trabajo porque tenía plena confianza en él. Si él me hubiera dicho salta y volarás. Sé que habría volado”, aseguraba convencida. La actriz no solo firmó el primer papel importante de su carrera, sino que durante el rodaje conoció al director artístico Jack Fisk. Los dos se enamoraron; se casaron unos meses después y forman pareja desde entonces.
Un hermano de Terrence Malick se suicidó cuando era joven. Desde entonces el director siempre ha estado obsesionado por la violencia fría y sin sentido. No hay dramatismo en los asesinatos que comente el protagonista de Malas tierras. El director nunca le juzga, solo expone los hechos. “Terry me dirigió sobre cómo debía usar el arma. Me dijo: Martín, esta pistola es como una varita mágica para ti. Alguien se interpone y ¡pun! fuera, desaparece. Es el medio que justifica tu fin. Nada serio, nada personal. Estas en mi camino, lo siento, ¡pun!, fuera”, explicaba Martin Sheen.
La película es también una radiografía de la América profunda en la que el mito de la vuelta a la naturaleza aparece como una huida de la sociedad que los chicos desprecian. Como en casi todas sus películas, el director se centra en la descripción de la belleza de la naturaleza en clara oposición a la crueldad de los hombres. Y es que Malas tierras no es solo una historia de criminales, es también un relato sensible lleno de fuerza visual y momentos mágicos que son pura poesía.
Solo diez películas en 50 años de carrera revelan el carácter peculiar de Terrence Malick. El director estudió filosofía en Harvard y todo su cine está impregnado de esa vocación. Malick casi nunca concede entrevistas y no le gusta que le fotografíen. Sin embargo, la película contiene uno de los pocos momentos en los que hemos podido ver su rostro. El director aparece en una escena interpretando a un personaje. Lo hizo porque el actor que debía hacer el papel no se presentó el día de rodaje. Y es que Malick rodó la película con un presupuesto de 350.000 dólares, una cantidad ridícula para los presupuestos del cine americano. De hecho, varios técnicos, actores y extras desertaron a mitad de rodaje por falta de pago. “Recuerdo decirles: “eh, aguantad, estaréis orgullosos, será un clásico”, les decía Martin Sheen.
Malas tierras ganó la Concha de Oro en el festival de San Sebastián de 1974 y Martin Sheen el premio al mejor actor. Tuvo excelentes críticas, pero dado que ni Malick ni los actores eran conocidos sus resultados en taquilla fueron discretos. Sin embargo, como decía Martin Sheen, pronto se convirtió en un clásico. “Creo que esta película es un clásico gracias a Terry. La enfocó a su manera e hizo la película que quiso hacer. No intentaba hacerla para un mercado o para que le gustara a la gente, sino que hizo lo que él sentía, simple y llanamente. Creo que, como artista, si puedes hacer tu trabajo sin compromisos tienes más oportunidades de que el resultado aguante mejor el paso del tiempo”, afirmaba Jack Fisk, director artístico del filme. Hoy en día Malas tierras está considerada una de las obras maestras del cine de los 70. La película sentó las bases de lo que sería el cine de Terrence Malick y causó un gran impacto en el “nuevo Hollywood” que se estaba gestando a principios de los años 70.
Charlie Starkweather y Caril Fugate, los dos asesinos reales en los que se inspira la película, fueron finalmente detenidos por la policía en enero de 1958. En el juicio posterior ambos fueron considerados culpables. Él fue condenado a la pena capital mientras que ella, que solo tenía catorce años, fue sentenciada a cadena perpetua. Finalmente, el 29 de julio de 1959 Charles Starkweather fue ejecutado en la silla eléctrica. Tan solo tenía 20 años. Hicieron falta tres descargas para acabar con su vida. Antes de morir, el asesino tuvo un último recuerdo para su novia. “Lo único que siento es que Caril no esté sentada en mis rodillas para disfrutar juntos de este momento”, dijo. Caril Fugate fue puesta en libertad en 1976. Actualmente tiene 80 años y vive en Michigan.