"Se acabaron los salvajes picos de precios": Aimar Bretos explica las claves políticas del vital acuerdo en Europa para reformar el sistema eléctrico

Madrid

España se ha anotado una victoria política muy importante con el pacto de los gobiernos europeos para reformar el sistema eléctrico. Esta era una de las patatas calientes de la presidencia española de la Unión Europea y, además, era un puzle prácticamente imposible de encajar, porque había que combinar los intereses de Francia, que es nuclear hasta las cejas, y los de Alemania, que no quiere saber nada de la energía nuclear.

Había que combinar los intereses de estas dos grandes potencias y las particularidades de cada uno de los demás países. Y se ha conseguido. Se ha conseguido una reforma del sistema eléctrico por la que hace dos años nadie daba ni un duro en Europa. Nadie la veía necesaria. La vicepresidenta Teresa Ribera predicaba en el desierto hasta que los gobiernos fueron viendo que sus opiniones públicas nacionales no iban a soportar mucho tiempo más del megavatio hora a precios superiores a los 300 o 400 euros, como se llegó a poner con la guerra de Ucrania en muchos países. Y se llegó a una solución provicional, la excepción ibérica, que la oposición tuvo la estrechez de miras de desdeñarlo como timo ibérico.

Y ahora se alcanza un acuerdo con la práctica unanimidad de los países europeos para reformar el sistema por completo y hacerlo más estable. Se acabaron los salvajes picos de precios. Esto tendrá que negociarse ahora con la Comisión Europea y el Parlamento Europeo. Pero poner de acuerdo a prácticamente todo el Consejo Europeo, salvo Hungría, que va por libre ya en casi todo, y lograr el acuerdo que se ha cerrado hoy en el Consejo Europeo son, políticamente, palabras mayores.