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C. Tangana: "Se me da bien ver el talento de otros"

El artista y su tropa de Little Spain presentan 'Esta ambición desmedida', un documental sobre el proceso creativo y la gira de 'El madrileño' con el que cierran una etapa

Entrevista | C. Tangana y su tragedia en tres actos en 'Esta ambición desmedida'

Entrevista | C. Tangana y su tragedia en tres actos en 'Esta ambición desmedida'

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Madrid

Dice la madre de C. Tangana que su hijo es listo y vago, pero que tiene una intuición especial para detectar el talento y crear a partir de ahí. Y Antón Álvarez (Madrid, 1990) asiente. "Parte de mi creatividad consiste en mezclar cosas que antes no estaban mezcladas. No creo que sea la única. Se me dan bien las palabras también, creo que escribo coplillas válidas. Y sigo mucho mi instinto con la gente, con qué creo que tiene la gente, y me ha ido súper bien con eso. Me enamoro de la gente, a veces me encuentro a alguien con quien tengo algún tipo de vínculo creativo y me quedo fascinado. Esa mezcla y el ver el talento de otros, creo que se me da bien", admite el artista en una entrevista en la Cadena SER. Prueba de ello, de su capacidad para reunir talento, ha sido todo el proceso creativo de El Madrileño, uno de los álbumes más importantes de la música española en este siglo. Ese proyecto se cierra ahora con un el documental Esta ambición desmedida, la cara b de ese largo viaje y de una gira que se les fue de las manos.

El título ya era toda una declaración de intenciones, Sin cantar, ni afinar. C. Tangana avisaba así de una idea que recorre todo el documental. Él no se considera un intérprete ni un cantante, se ve como un creador capaz de montar un show que sea cine en directo, como les dice a Santos Bacana, Cris Trenas y Rogelio González, los encargados de dirigir este documental, el trabajo más ambicioso, hasta la fecha, de la productora que comparten, Little Spain. "Es un proyecto que nos ha llevado un esfuerzo increíble, pero también ha sido nuestro paso desde los formatos más pequeños a un formato largo. Una vez finalizado y con el montaje entregado, dejó de ser una tragedia". Una tragedia en tres actos que ahora, con la distancia, el tiempo y el recibimiento en el Festival de San Sebastián, se puede mirar como un éxito. Como todo lo que toca C. Tangana.

En el documental aparecen muchos de sus colaboradores, Niño de Elche, La Húngara, los Carmona, Nathy Peluso, el productor musical Alizz, pero sobre todo su equipo más cercano, los encargados de montar el escenario, de gestionar su día a día o sus amigos del barrio. La cámara entra con naturalidad en todos esos espacios, muestras las desavenencias con la discográfica, las fiestas, el caos de algunos conciertos y hasta el día que van al Decathlon para comprar ropa de deporte y jugar una pachanga de fútbol. La idea acabó regular, con C. Tangana con un bastón en las siguientes actuaciones. Esta complicidad ha sido posible por la amistad del artista con el trío de directores. A Santos Bacana lo conoció en Los Ángeles, a Cris Trenas en Cuba y a Rogelio Fernández en un garito del barrio madrileño de Quintana. Ahí está otra vez el talento, la mezcla y la búsqueda artística permanente.

"Tienes que convivir mucho, tienes que estar en la piel del otro, todo el rato hay tiras y aflojas. Hay momentos en los mismos proyectos en los que el liderazgo cambia y eso es muy difícil de asumir. Es como ir entregando a tu bebé. Nos vamos pasando un bebé que es de todos. Para mí la gira era un gran bebé, en mi cabeza pensaba todo el rato que tenía que dominar como iba a ver eso el mundo entero. Pero en el fondo para mí es nutritivo y sobre todo me gusta el poder magnético que tiene toda la gente creativa que trabaja con nosotros, ve las dificultades, pero también le parece como como algo sexy", explica C. Tangana de su modo de trabajo en la productora Little Spain con un sistema más horizontal o colaborativo, con menos jerarquías y liderazgos. "Es una forma de trabajar más compleja, es absolutamente distinta y es un aprendizaje continuo de todo el mundo. No se espera ver los resultados, sino que hay un constante crecimiento y acercamiento y alejamiento de los puntos de vista todo el rato. A mí eso me encanta. O sea, me gustaría mantenerlo hasta que ya se me revienta la úlcera, entonces pararé, pero hasta que no se reviente a mí me parece que es muy nutritivo y que toda la gente que te ve trabajando así quiere trabajar ahí", defiende.

Esa voluntad de mover los roles, esa organización líquida, ha hecho que C. Tangana deje el documental en manos de sus compañeros y lo que se ve en pantalla escape a su control. Hay cientos de horas de grabación en las que el artista se abre en su intimidad, en sus complejos e inseguridades, en su ambición por crear un espectáculo absolutamente ingobernable. Es la otra cara de la industria, la de mostrar cómo un show que todo el mundo percibía como un éxito fue un tremendo dolor lleno de problemas. Hay una reflexión sobre el fracaso, la imagen mediatizada y la fragilidad el artista. "A mí las estéticas que me han gustado nunca son perfectas, no hay ningún tipo de arte o de ejercicio cultural que que no tenga algo oscuro o algo gris por lo menos. Siempre tiene ese margen. Hay un montón de cosas que no están en el documental, pero todas las tensiones que hubo al principio para levantar el 'bicho' se ve un poco. Digo, joder, si alguien lo viera, se piensan que uno sale ahí a hacerse fotos y a que le dé el ventilador en la cara, pero en el fondo estás achicando constantemente", responde.

Cris Trenas, Roge González y Santos Bacana, directores del documental / SOFÍA BORIOSI

Cris Trenas, Roge González y Santos Bacana, directores del documental / SOFÍA BORIOSI

Para los tres directores también ha sido todo un proceso de aprendizaje. Desde entender que no todo podía estar tan planificado, que tenían que seguir muchas horas a Pucho porque sino se perdían momentos de verdad, o que tenían que tirar cámara en mano para captar el espíritu de todo ese proceso. "En el montaje nos hemos ido dando cuenta que de alguna forma éramos capaces de identificar los momentos en los que había más verdad. Como que notabas que a veces habíamos impostado algo o como precocinado un poco la escena. Entonces llegamos a interesarnos por las cosas que se veían más verdaderas y reales. En un momento dado Pucho se olvidó de que estábamos ahí porque el fuego que tenía era tan grande", explica Santos Bacana entre risas y Antón Álvarez le da la razón. "Hay muchos que son momentos de la cámara en la mano de alguien. Una cámara muy chiquitita, que al final acostumbrado a todo el pifostio, pues no es nada y todo el rato constantemente estaba ahí. Hay momentos en que claramente no me doy cuenta. Y si me hubiera dado cuenta, me hubiera callado la boca", añade.

Con Esta ambición desmedida cierran una etapa. Como equipo creativo y como productora, pero ya están trabajando en los siguientes proyectos, también de ficción, y en el documental con el que C. Tangana debutara como director. El artista está rodando un trabajo sobre Yerai Cortés, el guitarrista flamenco que le ha obsesionado en los últimos años. Como realizador, dice, no sabe cuáles son sus referentes, más allá de su obsesión por Sorrentino y su admiración por Isaki Lacuesta. "El otro día me volví a ver como un par, en otra entrevista hablamos de 'Entre dos aguas', y dije ¡hostia! Para el proyecto en el que yo estoy ahora, me acuerdo que siempre fue esa una referencia, cuando me creía también que iba a poner más cosas en escena y que no iba a ser todo verdad como ha resultado ser. Para mí es un juego completamente nuevo y me gusta, no soy muy calculador", concluye un C. Tangana que ya sea en la música o el cine quiere seguir jugando y experimentando.

 
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