Reaccionarios derrotados
Pero atención, las promesas del derechismo extremo ha asustado más que la pésima realidad del populismo peronista: ¿quién pude estar en contra de la sanidad o la educación gratuitas?
Reaccionarios derrotados
Barcelona
Causan tanto enojo, tanto temor, que parecen subyugarnos, no hacemos más que hablar de ellos, y así se encaraman en las expectativas. Desafían, enfrentar, dividen y vociferan. Y a veces llegan. Pero los populismos ultrarreaccionarios suelen permanecer poco en el poder democrático, como sucedió con Donald Trump o Jair Bolsonaro. En una semana hemos tenido dos bellas sorpresas: primero fue la victoria de los demócratas polacos de derecha civilizada (o sea, la rama demócrata-cristiana, digna, del Partido Popular europeo), aliados con la izquierda, frente al partido ultra gobernante, muy cercano a una Confederación aún más extremista. Y ayer la derrota del aspirante a autócrata y presunto favorito argentino, Javier Milei, a manos del ministro de Economía, el peronista Sergio Massa. A la espera de lo que suceda en la segunda vuelta.
El resultado es más impactante porque nadie lo preveía. Y además, porque el balance de Massa en el Gobierno arrojaba datos demoledores: un 140% de inflación (recuerden que aquí, en lo peor de la invasión de Ucrania, fue más de diez veces inferior, por debajo del 12%); una pobreza rampante, que afecta al 40% de la población; una moneda por los suelos.
Pero atención, las promesas del derechismo extremo ha asustado más que la pésima realidad del populismo peronista: ¿quién pude estar en contra de la sanidad o la educación gratuitas? Los programas ultras, aquí allá y en todas partes, buscan arrasar: los servicios sociales, el respeto a la mujer, el servicio público, los derechos fundamentales y encima asedian el Congreso, fraguan golpes o semigolpes. Mejor aprender esas lecciones desde la distancia.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...