El cine en la SER
Cine y TV | Ocio y cultura

Seminci 2023 | Manuel Martín Cuenca dibuja a una heroína adolescente en 'El amor de Andrea'

El cineasta compone una historia sobre el amor en la familia con un personaje femenino que interpreta la joven actriz gaditana Lupe Mateo

Entrevista | Manuel Martín Cuenca y Lupe Mateo por 'El amor de Andrea'

Valladolid

Acostumbrados a retratos adolescentes llenos de problemas, alcohol, drogas y grandes tragedias, el cineasta alemeriense Manuel Martín Cuenca, que nos ha dado personajes turbios y crueles en sus últimos trabajos, se decanta por mostrar a una joven luminosa, inteligente y sensata en su nueva película, El amor de Andrea, una historia aparentemente sencilla, pero que habla de algo gigante, la incapacidad de amar en lugares donde parece obligado el amor, como la paternidad o la familia. "Quería una película desde el punto de vista de los jóvenes, de esta chica, de sus hermanos", explica el director sobre un guion que ha construido junto a Lola Mayo y que se centra en cómo una adolescente encaja la separación de sus padres y el rechazo del pater familias a sus hijos.

"El cine lo ha contado muchas veces, pero pocas desde el lugar de los hijos, desde lo que a ellos les importa, que creo que es encajar los afectos, el amor. Además, rompiendo un cierto esquema, un tópico que veo mucho en las series adolescentes, que es retratarlos como personas medio taradas, con la droga, la violencia. Por supuesto, es algo que existe, pero quería hablar desde un lugar mucho más humanista que nos diera la oportunidad de entender la importancia de los afectos".

El inicio de la Seminci y una historia colonial olvidada

Rodada bajo la característica luz de Cádiz, El amor de Andrea es una mirada luminosa a los jóvenes y la posibilidad de solucionar conflictos que aparecen en el seno de la familia. Un cuento con heroína que interpreta la joven actriz gaditana Lupe Mateo que lleva el peso de una película ligera y llena de matices que acaba de presentar en la Seminci y que llegará a cines este mes de noviembre. La actriz, todavía en el instituto, se presentó al casting y finalmente logró el papel. "Me dijeron que iba a ser Andrea y yo creo que Andrea estaba muy adaptado a Lupe, igual que Lupe se adaptó Andrea", cuenta sobre características que fue imprimiendo al personaje, como la madurez y responsabilidad que muestra esta actriz de diecisiete años o el feminismo. "En realidad, no existe esa cosa que de 'el personaje', como si fuera una idea intelectual del guionista o del director, el personaje es un descubrimiento", reflexiona Martín Cuenca parafraseando a Godard, que tenía claro que los personajes se encarnan y cuando acaba la película son una mezcla del guion, del actor y la exploración del rodaje.

La cámara se despoja de todo artificio y sigue a esta chica, que vive con su madre y ayuda en casa con sus hermanos, algo desmotivada en el instituto, y lectora compulsiva de Juan Salvador Gaviota, que refleja ese estado anímico y vital de la protagonista, que no desiste en su propósito y que sigue levantándose y volando. "Es chica que demanda a sus padres amor, que trata de encajar ese rechazo".

La familia como constructo y no como una cosa que viene dada desde lo biológico era el tema detrás de esta película, explica el director. "Encontrar que la familia verdadera es la familia que tú escoges, la familia que te da el afecto y el amor y a la que tú le puedes dar ese afecto. Tú puedes intentar imponer o reclamar o demandar el amor a tu padre. Pero si tu padre te maltrata o no es capaz de dar ese amor, no porque sea un monstruo, sino simplemente porque es un tullido emocional, eso no va a pasar", añade Martín Cuenca que evita conflictos grandilocuentes, subrayados sobre el divorcio o crear a unos personajes adultos como villanos. "No juzgué al padre como una mala persona, sino simplemente un tipo que es incapaz", recalca el realizador que describe a un tipo de hombre educado para no sentir y esconder los sentimientos, frente a una nueva generación que no teme a ello, como ese chico del que se empieza a enamorar la protagonista. Una relación que el director aleja de lo tóxico y del drama, tan presente en la ficción.

En la luminosidad del relato es donde está el cambio con sus anteriores películas, como Caníbal, La Hija. "En ellas se desencadenaba una especie de mecanismo inevitable que hacía que la resolución fuera inevitable y se abría una guerra al final, un desastre. Aquí hay una diferencia fundamental, y es que es mucho más vitalista. Hay una heroína que es Andrea que desafía ese final inevitable y le da la vuelta al conflicto, porque aquí la heroína consigue vencer al mecanismo determinista de mis anteriores películas".

La película abre casi una nueva etapa en el cine de este director, que asegura que esta película ha sido como debutar de nuevo. Ensayos y más ensayos y un guion que se iba construyendo en el rodaje, en la ciudad de Cádiz, y donde los niños y adolescentes iban cambiando y aportando cosas a unos personajes que nunca estuvieron diseñados de antemano. "Yo me llevé muchísimo la película a casa, yo en mi casa pensaba lo que yo quería que pasase en la historia. Era como vivir la vida de Andrea como Lupe, o sea, con mi propio pensamiento y y preocupándome cuando ella se preocupaba, alegrándome cuando ella se alegraba. Por eso creo que la película se ve de una manera tan orgánica y atractiva", explicaba la actriz que asegura que siempre pensó en ser actriz, pero nunca lo vio como una opción cercana hasta ahora.

El amor de Andrea significa la segunda colaboración de Vetusta Morla con el director Manuel Martín Cuenca, tras haber trabajado juntos en La Hija. Esta canción que, además, cuenta con la voz femenina de la cantante nominada a los Latin Grammy por su tema La Raíz: Valeria Castro, ya está disponible en todas las plataformas. La banda de rock madrileña y la cantautora palmera unen sus voces por primera vez en esta canción compuesta originalmente para la película. "Fue un poco planteamiento diferente, porque yo tenía muy claro que la música tenía que ser muy distinta, tenía que ser una música de ida y vuelta, con aires mediterráneos, con cierto aire flamenco y tenía que haber una voz femenina, aunque estuviera la voz masculina. Yo no puedo meterme en la cabeza de una niña y que al final sea una canción y que cante un hombre". Todo un reto para la banda madrileña que tenía que adaptarse a esa mezcla que supone la propia ciudad, ritmos latinos, flamenco, el recogimiento de la semana santa y el reflejo de una joven que construye su propio mundo y su personalidad y que da una lección a quienes desde tertulias y periódicos insisten en condenar a la juventud y en desprestigiarla.

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...