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Seminci 2023 | Paula Ortiz y su revolucionaria 'Teresa', una película sobre la duda y la rebelión

Unos espléndidos Blanca Portillo y Asier Etxeandia interpretan a Teresa de Jesús y el Inquisidor en un duelo dialéctico y visual que adapta el texto de Juan Mayorga

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Valladolid

"Cada vez que pienso en la duda me pregunto qué es en realidad pensar", decía el otro día, frente a un misterioso cuadro de Goya, El Perro, la poeta y premio Nobel Anne Carson. La duda es el origen de muchas cosas, también la posibilidad de cambio y de encontrarse y entender al otro. En un momento en que nos hemos situado en el ‘qué hay de lo mío’ como sociedad, cualquier apuesta por dudar, parar, pensar y cambiar es, sin duda, revolucionaria. Precisamente, la cineasta Paula Ortiz lleva a cabo una revolución tranquila desde que en 2011 debutara con De tu ventana a la mía.

Propone mirar de otra manera, que la belleza y lo sensorial hagan que el espectador se piense y piense en los demás. Si en la adaptación de Bodas de sangre de Lorca, en La novia propuso una catarsis en un momento letal para España, el de la pasada crisis económica, en Teresa, película sobre la religiosa Teresa de Jesús, propone dudar para convencer al otro, para que una visión del mundo no se imponga sobre otra, sino que convenza a los demás de que es mejor, más valiosa, más humana.

Junto al dramaturgo y académico Juan Mayorga firma el guion de esta película, presentada en competición en la Seminci, que llegará a los cines el 24 de noviembre. Mayorga estrenó hace unos años La lengua en pedazos, obra en la que imaginaba el diálogo entre la santa y su inquisidor, basada a su vez en El Libro de la Vida de Santa Teresa De Jesús. Esa es la base del filme que coge dos ideas centrales presentes en la obra tanto del dramaturgo y como de la directora. Y es que todo el teatro que ha firmado Mayorga y todo el cine de Paula Ortiz tienen dos ideas comunes en torno a las cuales han ido configurando sus carreras. Se trata del encuentro con el otro y de la relación del pasado y el presente.

Dos cosas centran esta película sobre Teresa, que fue ante todo una mujer que lo cuestionó todo y le dio la vuelta a todo. Lo hizo creyendo en dios, encomendándose a él, pero cuestionando cada una de las cosas alrededor de la fe católica. Lo hizo con el diálogo platónico y lo hizo incluso cuando su vida pendía de un hilo. “Debo escribir para dar gusto al padre confesor, para dar gusto a los grandes letrados, para dar gusto a la Inquisición o para darme gusto a mí misma”, se preguntaba Cristina Morales en su libro sobre Santa Teresa, otra de las escritoras que se ha interesado por la literatura de Teresa de Jesús, por su vida y por su figura como mujer que enfrentó algunas de las convenciones de su época. No se casó, no se rindió a la Iglesia y predicó el odio hacia el diferente, en aquel momento, el judío o el musulmán.

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Lo que propone Paula Ortiz es mostrar dos visiones del mundo. Son las visiones de la vida en el siglo XVI, pero son las visiones enconadas de la sociedad actual. Frente a las afirmaciones, certezas y dogmas de algunos, está la duda, la posibilidad, la apertura de otros. Y en esa fragilidad que puede dar la duda, está la fortaleza de una mujer que supo hacer del encierro una defensa para las mujeres, del voto una rebeldía frente al matrimonio y de la igualdad un ejemplo para sus superiores.

Momento inmenso en el que Teresa explica por qué se fue del convento y formó el suyo, donde no hay jerarquías, ni esclavas, donde nadie trabaja para nadie y donde todo es de todas. Es casi como si Marx se hubiera adelantado unos siglos y hablara por boca de la mística que consiguió que esas hermanas de su convento fueran unas mujeres unidas contra el patriarcado que representaba la Iglesia y su pureza de sangre. Por supuesto, el inquisidor ve en la mujer que duda y que tiene poder la caja de todos los males y acusa a Teresa de haber lanzado una guerra contra el mundo.

Para la difícil tarea ha encontrado a los actores perfectos, que emocionan en los momentos álgidos del diálogo. Blanca Portillo hace fácil lo difícil. Pronuncia los diálogos con una naturalidad tal que el artificio de la actuación desaparece. Enfrente un espléndido Asier Etxeandía que da la réplica con un personaje que se aleja del demonio con patas que cualquier otro hubiera dibujado. Un inquisidor nada tópico que defiende su mirada y que no odia a Teresa, solo sospecha y quiere cambiarla, pero es capaz de amar y de definir sus posiciones en este combate dialéctico deliciosamente escrito.

Dijo una vez Mayorga que el teatro que escribe debe provocar una catástrofe en el espectador. También el cine de Paula Ortiz lo hace. Una catástrofe en el sentido de cambio, casi de experiencia mística y sensorial. La directora mueve la cámara por la cocina, las celdas y los patios del convento. Nos lleva a los sueños de Teresa, a su infancia y adolescencia, al momento en que surge el conocimiento del cuerpo, de la sensualidad, a la enfermedad y a la resurrección, con escenas fantásticas, como el despertar tras una convalecencia de una joven Teresa a la que interpreta Greta Fernández. O ese plano en el que la directora homenajea a Narciso Negro, otra película de monjas encerradas. No hay un solo plano en Teresa desperdiciado o superfluo, todo contribuye a entrar en esa conversación, a detenernos en ella y a salir del cine algo cambiados.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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