El Chaltén, la pequeña localidad de la Patagonia que soporta la visita de un millón de visitantes al año
La explosión del turismo de aventura inunda a los vecinos que construyeron el pueblo hace menos de 40 años
El Chaltén (Argentina)
Las expedicionarias del Reto Pelayo Vida siguen su curso hacia la cima del Cerro de Gorra Blanca, superando un terreno propio de los Andes patagónicos. La segunda etapa ha transcurrido por morrenas, un terreno más inestable provocado por todos los sedimentos de los glaciares, con una fuerte exposición al viento y con una llegada a la zona de La Playita, en medio de un paraje en el que los lagos, las montañas y el hielo se mezclan formando una postal inolvidable. Es la víspera de la etapa reina de esta edición para Laura, Sonia, Kica, Yolanda y Anna.
El entorno inigualable que rodea a las aventureras de la presente edición del Reto Pelayo Vida atrae a muchos turistas a la zona. Aunque las grandes cimas y rutas quedan reservadas para los montañistas con experiencia, el Parque Nacional Los Glaciares (el más extenso en suelo argentino) provee de diferentes opciones a los visitantes. En la localidad de El Chaltén, en la que viven alrededor de 3.000 personas, vinieron más de un millón de turistas en 2022, según la Municipalidad (el ayuntamiento) de la localidad. Pero esto no siempre ha sido así, hace medio siglo en este lugar de la Patagonia no había nadie.
Andrea Neelsen, alemana de nacimiento, llegó en 1982. “Aquí no había nada, solo un ranchito de techo colorado y una gendarmería a lo lejos. No había ni puente. Había que cruzar el río caminando y cuando era peligroso tenías suerte si alguien traía un caballo para ayudarte”. Su marido, Paul Cottescu, fue pionero en la zona a la hora de organizar ‘trekkings’ y ejercer de guía de montaña. En 1985, vivieron en primera persona cómo se fundó la localidad en un enclave que da acceso a dos de los picos más duros de la zona: el Cerro Torre y el Cerro Fitz Roy. El asentamiento atrajo a alpinistas en los primeros años, más tarde pasó a ser considerada “la capital nacional del ‘trekking’” y ahora es lugar de visita para turistas que incluso no tienen experiencia en la montaña.
“En estos últimos 5-6 años El Chaltén ha explotado. El año pasado vino el organismo oficial encargado de promover el turismo en el extranjero y les pedí 'no promuevan El Chaltén'”, comenta Ricardo Brondo, propietario del Patagonia Travellers Hostel, uno de los alojamientos pioneros en la localidad. Brondo llegó a inicios de los 90 y con la ayuda de su esposa, que es arquitecta, construyeron un hostel que no ha dejado de crecer en cuanto a número de habitaciones y visitantes, y que él gestiona en primera persona. “Los que vinimos los veinte primeros años lo hicimos por amor a la montaña, ahora hay un pequeño sector que vino a hacer dinero. Montan sus hoteles pero viven en Buenos Aires”.
Y es que en Santa Cruz, esta provincia al sur del país, a los puestos de trabajo derivados del petróleo y el funcionariado público, se han sumado los que vienen del turismo hacia El Calafate y El Chaltén. Un ‘boom’ que ha levantado las suspicacias de los vecinos, que organizados abogan porque se busque un equilibrio sostenible. “Hace años hubo que cerrar zonas de acampada libre, y hoy en día muchos terrenos se venden a una cifra astronómica. Se va a perder el espíritu de villa de montaña. Habrá que poner un cupo, un límite para el número de personas”, propone Brondo. La temporada alta, cada vez más duradera debido al cambio climático, está a la vuelta de la esquina y el pequeño El Chaltén, de solo 38 años de vida, se prepara para soportar la afluencia de miles y miles de turistas que quieren disfrutar de un lugar único en el planeta. “El espíritu de estar con una salamandra (una chimenea) a leña ya cambió, ahora estás a gas y con el radiador eléctrico, pero le tengo fé a los chicos jóvenes de que conserven El Chaltén”, resume este veterano hostelero, que ha construido su negocio y su familia en este rincón de la Patagonia.