Hoy por HoyViaje de ida
Ocio y cultura

Luis Cernuda, el soldado del amor

El pasado 5 de noviembre se cumplieron 60 años de la muerte en México D.F. del poeta sevillano Luis Cernuda. El escritor mexicano Jorge Hernández lo define hoy como un soldado del amor, alguien al que podemos "plagiar versos aún para conquistar en el siglo XXI e incluso con menos de 14 caracteres"

El viaje de ida | Luis Cernuda , soldado del amor

Madrid

Luis Cernuda, no llegó a gato, pero tuvo muchas vidas. De hecho, su biógrafo Antonio Rivero Taravillo la dividió en dos partes, la española entre 1902 y 1938 y la del exilio entre 1938 y 1963. Pero es que de estos dos periodos saldrían infinitas etapas. Nace en el centro de Sevilla, en el número 6 de la calle Acetres, en una casa con patio y tres plantas con fachada color albero. Hoy de apariencia deteriorada, está en proceso de reconstrucción para albergar en unos meses el Centro de las Letras sevillanas. Es el punto de partida de un niño que se cría en el seno de una familia conservadora y se refugia en los libros de la biblioteca de su padre y en un rincón de la escalera desde el que escucha tocar el piano a un vecino. Y así va encontrando su vocación literaria y su amor por la música.

Escribe sus primeros poemas a los 14 años, unas primas le regalan unos poemarios de Gustavo Adolfo Bécquer que le van marcando el camino. Y luego llega su mentor, el poeta Pedro Salinas, que fue su profesor en la Universidad de Sevilla y le abre las puertas del universo literario de la época. Le acerca a Juan Ramón Jiménez y Jorge Guillen, a Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, le recomienda lecturas, le consigue trabajos fuera de España, "es el gran muñidor" en palabras de Rivero Taravillo. Son los años veinte del pasado siglo que culminan con el homenaje a Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla en 1927. Fue el evento de la gran foto de la generación del 27. Allí están todos, en la imagen, menos un joven Luis Cernuda que estaba entre el público. No quedó inmortalizado en el momento, pero sí pudo conocer a Federico García Lorca y a todos los poetas que se convertirían en grupo literario y que había reunido allí el torero y empresario Ignacio Sánchez Mejía.

La muerte de la madre en 1928 hace que Luis Cernuda busque un cambio de aires. Adolfo Dufour, director del documental "Luis Cernuda, el habitante del olvido", nos cuenta que Sevilla le asfixiaba, sobre todo su entorno familiar que era muy conservador. Eran los años de colaboración con la revista Litoral y en los que Manuel Altolaguirre y Emilio Prados le editan su poemario "Perfil del aire". Aprovecha la amistad y se va con ellos unos meses a Málaga. Aquella breve estancia malagueña le cambia la vida. Se siente libre, aparece el mar en su poesía, se mueve por los ambientes de la costa, sobre todo Torremolinos. Es tan feliz que bautiza literariamente ese espacio como Sansueña, un paraíso al que siempre quiso volver.

Pero Málaga era una ciudad pequeña entonces para sus ambiciones literarias. Necesitaba relacionarse, buscar nuevas inspiraciones en una ciudad más cosmopolita. En España no existe un París o un Londres, pero estaba Madrid que podría colmar sus necesidades. Pero antes de instalarse en la capital, pasa un tiempo como lector de español en la Universidad de Toulouse. Allí entra en contacto con el jazz y el cine, la ciudad francesa presumía de ser una de las capitales culturales de la época. Fue otra estancia muy fructífera literariamente para Luis Cernuda. Es el año 1929, el de "un río, un amor".

Con la nueva década llega a Madrid. Se instala en un apartamento vecino del matrimonio Manuel Altolaguirre y Concha Méndez. Vive la proclamación de la II República, veladas poéticas, profundiza en nuevas amistades como la de Vicente Aleixandre, le sale su mal carácter de vez en cuando, su genio, sus celos y las necesidades de cariño que le hacen romper hasta con su descubridor Pedro Salinas. Cada uno es como es, nos apunta Luis García Montero, "su homosexualidad en una España tan machista, que no comprende la realidad de las cosas ni la libertad íntima marcó mucho su personalidad distante". Luis Cernuda necesitaba sobre todo que le quisieran.

Un momento clave es cuando presenta en un café de Madrid su gran poemario "la realidad y el deseo", que recoge toda su obra hasta entonces y poemas tan populares como "donde habite el olvido". Era abril de 1936 y el presentador Federico García Lorca deja caer una broma cuando le dice, ante todos los grandes poetas del momento, "he intentado que no me guste este libro, lo he leído con dolor de cabeza, con sueño, en las peores condiciones posibles para que no me guste, pero me ha derrotado, me gusta, es uno de los grandes libros de la poesía española". Apunta García Montero que lo que quería decirle Lorca con este guiño público es que "se puede convivir con el éxito de los demás y la dignidad propia".

Meses después estalla la guerra civil. Luis Cernuda se alista primero al batallón alpino que defiende el gobierno de la república en el frente del Guadarrama, pero pronto es requerido para el defensa cultural primero en Madrid y luego en Valencia donde participa en la organización del Congreso de poetas antifascistas. En 1938 es requerido para viajar a Londres a dar unas conferencias a favor de la II República y explicar lo que estaba pasando en España. Y ya no pudo volver. Lo intentó vía Francia, pero la guerra entraba en su etapa final y estaba perdida. Vuelve al Reino Unido, primera etapa de su exilio. La mayor parte de esos primeros años los pasa en Glasgow. No se hacía al clima ni al idioma. Tardó en manejarse en inglés. Son años vitalmente complicados, pero literariamente muy fructíferos. Lee a los poetas ingleses y escribe desde el más profundo desarraigo "Ocnos" y "las nubes".

En 1947 abandona el Reino con la promesa, por escrito, de no pisar más aquella tierra que no le ha dado nada. Marcha a Estados Unidos donde le consigue un trabajo su amiga Concha de Albornoz en un colegio universitario de chicas en Mount Holyoke, Massachusetts. Ese colegio acrecentó su soledad y le hizo pasar más frío. Cuenta en una crónica que hasta se le quitaron las ganas de leer. Luis Cernuda seguía sin encontrar su sitio y echando de menos su tierra y su lengua.

La tierra no la encuentra tal cual, pero sí su lengua. A partir de 1949 empieza a viajar a México, primero a Acapulco y luego a México D.F donde termina instalándose definitivamente en la casa de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez en Coyoacán, el barrio bohemio que inspira su poemario "Variaciones sobre tema mexicano". Cuenta Jorge Hernández que Coyoacán fue "como un viaje en el tiempo" para Luis Cernuda, como una vuelta a Sansueña, "el lugar donde su poética encontró su enramada". En México vivió hasta el día de su muerte el 5 de noviembre de 1963, hace ya 60 años. Allí, olvidado, nos dejó el poeta del amor, pero también del dolor. Nunca quiso volver a una España no democrática. Hoy todos lo reconocemos, pero él no pudo disfrutar de un éxito que llegaría muchos años después.

Pepe Rubio

Redactor guionista de Hoy por Hoy. Llevo a antena...