Investidura encauzada

Madrid

No es el fin del mundo. Ni de la democracia. Rebajen los adjetivos, que esto es política parlamentaria. Si Alberto Núñez Feijóo y sus socios de Vox hubiesen sumado, hoy ya sería presidente del Gobierno, y estaría fabricando leyes restrictivas de la democracia. Como quienes pueden sumar son los interlocutores y saludados de Pedro Sánchez, su investidura está al alcance de la mano, y fabricará leyes expansivas de la autonomía, que ahora la reacción crítica y mañana solicitará para los suyos. En principio, pues, la coalición progresista está encauzada a través de una trabajosa y delicada alianza parlamentaria múltiple.

Los más difíciles eran los “indepes” catalanes. Habían llegado demasiado lejos en su intento de revertir el orden constitucional, festoneado de penas de cárcel y huidas al extranjero. Costaba rebobinar. Con Esquerra el acuerdo ha sido más fácil, no en vano apostó por el pragmatismo de gobernar la autonomía, en vez de lanzas discursos épicos: por eso ha obtenido inmediatas contraprestaciones económicas y de infraestructuras. Con Junts ha sido más difícil, no solo porque su líder, Carles Puigdemont, anda fuera: sino porque exageró la radicalidad y la reivindicación de la unilateralidad, ese “lo volveremos a hacer”.

Lo importante es que ninguno de los documentos de los pactos –a la espera del texto sobre la ley de amnistía—se sitúa fuera del marco de la Constitución y del Estatut. Al revés, es el marco que todos aceptan para intentar agrandarlo y lograr sus objetivos no de sopetón en un día de investidura, sino a lo largo de toda la legislatura que prometen estable. Aunque algunas frases historicistas y retóricas del pacto PSOE/Junts rechinan al oído… obtendrá un regalo, un ejemplar de la Constitución, quien encuentre en esos pactos algo contrario a ella. Se lo ofrece quien les habla.