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"Esta restauración me ha costado media dioptría más": tres restauradoras del Museo del Prado revelan sus secretos

Aimar Bretos entrevista a las restauradoras de pintura, escultura y marcos del Museo Nacional del Prado

Madrid

El Área de Restauración del Museo Nacional del Prado está compuesta por 26 personas. Un personal especializado, perfectamente organizado e inscrito en una estructura laboral estable, según se cuenta en la web del Museo, que se convirtió desde su fundación en una de sus tareas fundamentales. Hora 25 se cuela en la Sala 51 del Museo para hablar del proceso de restauración de las obras de arte. No solo de la pintura, sino cómo se restauran la escultura y los marcos de las obras, que también se someten a este tipo de trabajos. Para hablar de todo ello, tenemos con nosotros a Sonia Tortajada, restauradora de escultura, María Álvarez Garcillán, restauradora de pintura, y Gemma García Torres, restauradora de marcos.

Estamos ante el 'Oratorio de san Jerónimo penitente'. Datado hacia 1520, este oratorio portátil es una pieza excepcional que aúna dos delicados trabajos de Damián Forment y Juan de Juanes, figuras fundamentales del Renacimiento en la Corona de Aragón. "Es una pieza devocional, por eso tiene ese tamaño y esta forma, como una caja que se cierra y que, cuando está abierta, la persona que viene a orar tiene ahí su ratito de devoción. Fue ideada por Juan de Juanes para albergar esa pieza de alabastro y él diseñó la estructura de madera para poder poner luego en las puertas las pinturas que él también pintó a propósito. Estas pinturas son: San José con el niño y San Lucas por la parte de delante y San Vicente Ferrer y San Pedro Mártir por detrás", así explicaba la obra la restauradora de pintura.

Las entrevistas de Aimar | Restauradoras del Museo del Prado

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La restauración del 'Oratorio de san Jerónimo penitente'

La obra fue restaurada en 2019. Un proceso de restauración nada común, porque en él trabajaron de forma conjunta las tres restauradoras: "esta obra combina pintura, escultura y un trabajo de marcos. Cada restaurador especialista en ese campo se ha ocupado de la parte específica que le compete a él", aclara Sonia Tortajada. María Álvarez nos explica cómo es el proceso de restauración de una obra así: "Primero conseguir ponernos de acuerdo en cómo organizarnos para que todos pudiéramos trabajar sin entorpecer ni estropear el trabajo del anterior. Una vez estudiada la obra y con todos los estudios técnicos previos pertinentes, ya nos dimos cuenta de cuál sería el orden natural. En este caso empecé yo haciendo las pinturas, luego pasó Sonia a hacer el alabastro y finalmente remató Gemma con toda la estructura dorada".

Antes y después de la restauración de &#039;Oratorio de san Jerónimo penitente&#039;, obra de Juan de Juanes (pintor) y Damián Forment (escultor). Datada hacia 1520 (Relieve en alabastro) y hacia 1560 (Estructura y pintura). Vista con las puertas abiertas.

Antes y después de la restauración de 'Oratorio de san Jerónimo penitente', obra de Juan de Juanes (pintor) y Damián Forment (escultor). Datada hacia 1520 (Relieve en alabastro) y hacia 1560 (Estructura y pintura). Vista con las puertas abiertas. / Museo del Prado

Los estudios técnicos previos a los trabajos de restauración, nos cuenta la restauradora de pintura, tienen una doble función: "por un lado, nos permiten ver la conservación de la obra, en qué estado está, por qué ha llegado a estar así de deteriorado. Si tú conoces los materiales, porque los analizamos, sabemos cómo envejecen y al conocer eso sabemos cómo tratarlos y hasta dónde tratarlos. Nunca podemos llevar la obra a un estado como si estuviera pintada antes de ayer, tenemos que tener en cuenta el tiempo que ha pasado. Pero si pasara solamente el tiempo, la obra estaría bastante bien. Así que hay que ver lo que le ha ocurrido a la obra: las intervenciones que ha tenido antes, todo ese proceso que influye tantísimo en el estado de conservación. Y, por otro lado, nos permite también hacer un estudio histórico". En el caso concreto del 'Oratorio de san Jerónimo penitente', estos trabajos permitieron identificar a Juan de Juanes como el autor de las pinturas: "cuando hicimos el infrarrojo de esta pintura vimos que el trazo era totalmente de Juan de Juanes", confirma María.

¿Una obra restaurada nunca aspira a quedar como nueva? Sonia Tortajada aclara la cuestión: "No, la restauración moderna no es dejar las cosas como nuevas. El objetivo de una buena restauración es conservar lo que nos llega respetando su antigüedad y su historia material, pero no es dejar las cosas como nuevas". "Hay que recuperar la legibilidad de la obra. Es un flaco favor el que le haces al autor, si no permites que el espectador vea lo que el autor quería decir. Por un lado, tienes que ver hasta qué punto tienes que reconvertir esos daños para que la obra vuelva a emitir su mensaje, pero sin intervenir, por otro lado. Es decir, una imagen digna, pero fidedigna también", aporta a la conversación María Álvarez Garcillán.

Antes y después de la restauración de &#039;Oratorio de san Jerónimo penitente&#039;, obra de Juan de Juanes (pintor) y Damián Forment (escultor). Datada hacia 1520 (Relieve en alabastro) y hacia 1560 (Estructura y pintura). Vista con las puertas cerradas.

Antes y después de la restauración de 'Oratorio de san Jerónimo penitente', obra de Juan de Juanes (pintor) y Damián Forment (escultor). Datada hacia 1520 (Relieve en alabastro) y hacia 1560 (Estructura y pintura). Vista con las puertas cerradas. / Museo del Prado

Entonces, ¿la restauración es un arte? Responde a esta pregunta Gemma García Torres: "no, el restaurador no es un artista, pero tiene que conocer perfectamente todas las técnicas artísticas que existen y que podemos ver en la pieza que te toca restaurar. Pero no es artista porque no está creando nada, la intención de la restauración no es crear, sino conservar". Gemma ha restaurado el marco del 'Oratorio de san Jerónimo penitente': "fue muy interesante porque reproduces un marco que está reproduciendo un templete clásico, a la romana, y venía un poco deteriorado. Estructuralmente estaba bien, pero, por ejemplo, la parte de la cornisa, el tímpano de arriba estaba totalmente perdido, la parte de los triglifos también... La radiografía nos detectaba en esos triglifos tres que tenían un color un poco diferente. Ya marcaban que era una reposición posterior. Normalmente, cuando nos llegan piezas que tienen intervenciones anteriores, si la intervención es correcta y está bien, no lo tocamos, porque si no vamos a mejorar esa actuación, no lo tocamos. Pero si hay una intervención un poco burda o que varia o que ha virado con el tiempo sí lo hacemos, como en este caso".

Pintura, escultura y marcos

No siempre se puede saber cuántas veces se ha intervenido un cuadro previamente, por cuántas restauraciones ha pasado una obra. "La mejor restauración es la que no se nota. El restaurador tiene que llevar muy a gala el ser una persona anónima. Si se nota la restauración o se nota el restaurador, la restauración no está bien hecha", nos dice tajante María Álvarez Garcillán. Su larga experiencia le ha dado la habilidad para saber quién está detrás de una restauración cuando la ve. Son detalles sutiles, pero ella es capaz de identificarlos. La restauradora nos ilustra con una explicación minuciosa sobre el proceso de restauración de la pintura, desde su inicio hasta su fase final. Nos indica las diferencias entre materiales y colores a la hora de los trabajos de restauración, cuáles son más complicados, cuáles necesitan más intervención y cuáles menos. Algunos colores envejecen más que otros: "porque son más estables. El blanco de plomo es muy estable y, sin embargo, las lacas o las tierras son menos estables. Hay que tenerlo muy en cuenta porque te marca la restauración, te marca la limpieza", concluye María.

A continuación, es Sonia Tortajada quien nos cuenta cómo es el proceso de restauración de una escultura. En el caso de este oratorio, se trata de una escultura de alabastro, "una piedra muy particular muy sensible a la humedad. Cualquier tratamiento acuoso queda totalmente descartado. Además, en este caso, el alabastro tiene una antigua fractura en diagonal y estaba bastante intervenido en diferentes ocasiones para poder enmascarar esa grieta. Cuando nos llega, tenía dos repintes encima y debajo estaba el mismo azul de azurita que encontrábamos en las puertas, el de Juan de Juanes".

Detalle de la pintura 'San José con el Niño'. Exterior de la puerta del 'Oratorio de san Jerónimo penitente'

El estado de conservación de la obra cuando llegó al museo no era óptimo. Venía de colecciones particulares y no estaba en un estado digno para ser expuesta. Eso determinó la necesidad de que fuese restaurada. Sin embargo, hay obras que es mejor no restaurar: "no todos los artistas son buenísimos y el tiempo como que les ayuda, pero el estado de conservación a veces es tan malo que es mejor ayudar a que no vaya a más, pero no intervenir. Hay obras que realmente son ruinas y es mejor no tocarlas". La mano del humano es la que más deteriora una obra: restauraciones forzadas, desplazamientos de las obras y ese tipo de cosas deteriora mucho más que el envejecimiento natural.

A priori, se podría pensar que el marco de una pintura vale menos, pero es realmente importante, nos concretan las restauradoras. "Un buen marco puede ser mejor que una obra mediocre", dice Gemma García Torres, la responsable de la colección de marcos del Museo Nacional del Prado. Y continúa: "El marco es parte del conjunto artístico, incluso fuera de la obra tiene una identidad propia, una capacidad artística y un valor". Un marco original con su pintura la pone en valor y la ensalza increíblemente. "Muchos pintores ideaban también el marco, no es una cosa ajena. El pintor decidía qué tipo de marco le iba a su pintura. El marco es muy importante", concluye la restauradora de pintura. Es muy difícil encontrar un restaurador tan respaldado y tan enriquecido como pueda estar en el Prado, y con obras tan buenas. "El trabajo de la restauración permite especializarte en profundidad en la parte de la colección que te toca, en esos materiales y, además, en una colección que es la colección del Museo del Prado", nos dice Gemma.

Un oficio, una vocación

¿Qué siente una restauradora cuando pasa por la sala del museo en el que está expuesto el resultado de su trabajo? "Da muchísimo gusto verlo", nos dice María. "Hay una satisfacción personal. Pero, sobre todo, hay una sensación de decir: qué maravilla ver esto aquí y qué privilegio y qué honor poder haber tocado esto también. Una sensación muy especial", aporta Gemma. "Además, nosotros tenemos la visión previa, cómo llega, en qué estado de conservación estaba cuando llegó. Esta obra estaba estéticamente bastante tocada y alterada. Tenemos esa referencia del antes que el público general no la tiene y poder ser testigo de esa transformación es una satisfacción tremenda", concluye Sonia.

¿Qué ha supuesto la restauración del oratorio para cada una de las restauradoras? "Media dioptría más de presbicia", nos dice en tono de humor Sonia. María lleva más tiempo en el oficio y no le costó su salud óptica: "Yo me divertí muchísimo haciendo esta obra. Primero, por las circunstancias especiales de trabajar las tres a la limón. Y, luego, porque fue muy bonito ir descubriendo la naturaleza de la pieza en sí". Para Gemma "fue muy entretenido hacer todas estas partes, estas piezas, conocer muy bien todas las estructuras de esta arquitectura. Y una cosa muy curiosa: descubrir una cabecita muy pequeñita de mármol que no sabemos muy bien de dónde podía venir, pero que hemos dejado en la misma pieza, en el reverso en una cajita".

Josema Jiménez

Josema Jiménez

Periodista de Sanlúcar de Barrameda. Trabajo en la Cadena SER desde 2018. Antes en Hoy por Hoy, ahora...

 
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