Nao Albet y Marcel Borràs fingen su propia separación en una obra sobre el ego y las relaciones
‘De Nao Albet i Marcel Borràs’ es la última apuesta de los creadores catalanes, que repasan su carrera con humor e ironía en el Festival de Otoño de Madrid
Son una pareja de artistas tan bien avenidos que han decidido meter algo de drama a su relación e imaginar cómo sería su separación. "Somos grandes amigos y como en cualquier relación, hay mundos muy buenos y hay momentos no tan buenos. Y entonces a veces nos preguntábamos al principio, medio en coña, luego no tanto, lo de algún día nos vamos a separar, algún día vamos a decidir que cerramos la paradita", explica en la Cadena SER. Nao Albet y Marcel Borràs son actores, dramaturgos, directores de escena.
Sodoma, un homenaje a todos los que lucharon por los derechos LGTBI en un contexto de "recortes, censuras o excusas presupuestarias"
Han creado obras que han conseguido llenar en Barcelona y en Madrid. Han traído socarronería a la escena teatral, imaginación y reflexión sobre la propia ficción, la representación y el teatro. Ahora cuentan su historia, más o menos, en De Nao Albet y Marcel Borràs, una de las obras del Festival de Otoño que se está celebrando en la Comunidad de Madrid y después de haberla presentado en el Temporada Alta. Una falsa autoficción en la que ponen en escena su propia disolución dentro de 25 años, con la intención de abordar el tema del ego. En el montaje repasan sus inicios, hablan de su desarrollo artístico posterior y se imaginan a sí mismos dentro de un cuarto de siglo, con conflictos propios de las parejas artísticas, "que a veces son muy parecidos a los de las parejas sentimentales".
"Desde el presente en el que estamos, queríamos hacer ese ejercicio de ver qué pasa, qué pasará en el futuro. También lo que hacemos es revisarnos y hacer balance de estos 15 años de amistad y trabajo". Y es que se conocieron con esa edad, con quince, y han estado creando y pergeñando historias, como dos adolescentes traviesos, que ya son adultos y la complejidad de sus obras ha ido en aumento. "Se trata también de valorar las aventuras que hemos vivido y no solo desde el humor, sino también desde la desde la nostalgia y desde ese pasado que ya no volverá. Nuestra amistad nació en una época en la que éramos chavales adolescentes. Cuando no tienes muchas preocupaciones, como más allá de estar bien con tus amigos, y ahora queremos mirar también a esa época", insiste Nao Albet.
Sobre los puntos débiles del otro, esos que se mencionan en la función como posibles causas de una futura separación artística de la pareja, dicen que hay varios. "También dice cosas de nosotros nuestra productora, que también es la tercera en discordia que aparece también en la función, porque ha estado ahí desde los inicios y nos tilda como el apalancado y el pesao". Nao Albet es el apalancado, Marcel Borràs el pesado. "Yo soy un poco más apalancado y me da pereza currar y digo siempre que ya lo dejamos para mañana. Marcel es todo lo contrario, siempre está con que no llegamos, con que hay que darle una vuelta... Pero también nos parecemos en muchas cosas y en otras pues, como es normal, nos diferenciamos". Está de acuerdo en el diagnóstico Borràs, que admite ser así. "Quiero controlarlo todo y que todo salga bien. Hasta límites que provocan el hasta el hartazgo de la gente más relajada".
Un cambio en este nuevo espectáculo es que, frente a lo que nos tienen acostumbrados, los grandes decorados, la locura de pantallas, escenarios, actores..., ahora pasamos al puro minimalismo. "Es un reto que teníamos, que muchas veces, cuando tenemos que crear un nuevo espectáculo, intentamos alejarnos de aquello que veníamos haciendo y, en el aspecto formal, veníamos de esos grandes artefactos y nos parecía que con la idiosincrasia de la obra, que era intentar mirarnos hacia adentro, nos parecía que era un buen momento para hacer ese ejercicio de desnudar el espacio e intentar hacer un espectáculo con los mínimos recursos escenográficos posibles. Eso, que al principio del proceso creativo fue una imposición y que nos provocaba mucho respeto, porque era como entrar en un lugar desconocido, pues ha resultado ser algo interesante".
Ellos lo hacen todo. Ellos se explican a sí mismos en esta obra que reflexiona sobre el ego. "En realidad, nuestro foco sobre el ego está más ligado a las relaciones", inciden. "Se trata de explicar cómo el ego a veces impide una buena relación, una buena comunicación y como siempre, al ponernos por delante, pues hace que la convivencia a veces sea más ardua y más difícil", explica Albets. Inevitablemente, también hay una mirada al ego de los actores, de los artistas. "También aparece, pero no está en el centro".
La verdad, la mentira, la ilusión, qué entendemos por real, son cosas que han aparecido en obras como Mammón o Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, y que aquí vuelven a estar presentes. "Uno de los aspectos que atraviesan también la obra es una reflexión sobre el subgénero de la autoficción, que engloba un poco ese concepto de la verdad y la mentira", explican. "El espectáculo todo el rato está atravesando una serie de líneas donde el espectador se puede preguntar de forma indirecta por todas estas cuestiones que tienen que ver con cuando uno se relata a sí mismo, hasta qué punto puede ser objetivo o no, porque cuando usamos ciertas palabras, ya estamos seleccionando un punto de vista y eso, en realidad, ya hace que algo, que aparentemente podría parecer verdad, igual es mentira", explica Albet. "Queríamos aniquilar la autoficción, que está tan de moda últimamente, y queríamos darle la vuelta e ir más allá. Hablar de la imposibilidad de la autobiografía, porque es imposible relajarse sin inventarse a uno mismo, sin poner el punto de vista o la verdad. Pero lo maravilloso de la ecuación es que al ser dos, pues sí que podemos intentar ser objetivos".
Alberto Conejero: "El teatro es un lugar de encuentro único y ojalá los heterosexuales se emocionen también con historias LGTBI"
Los dos se imaginan de viejos y han usado la inteligencia artificial para ver cómo serían en 2040. Gorra y camiseta de Trump lleva uno de ellos. "Queríamos vernos de viejos, inventarnos cómo seríamos", añaden dos creadores que han dejado ya de ser los enfant terribles del teatro español. "Creo que toda la evolución tiene que ver con la manera en que hemos contado las historias, el gamberrismo, la autoironía, la multirreferencialidad. Queríamos contar historias accesibles, pero que tuvieran un añadido, también algo más contemporáneo, que bebieran de otras disciplinas artísticas".
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...