Ridley Scott: ''Napoleón era un tipo cómico, capaz de irse de una batalla por asuntos de cama"
El director británico logra una épica película sobre el emperador francés con Joaquín Phoenix y Vanessa Kirby
Ridley Scott desmitifica a Napoléon con su retrato íntimo y político
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Madrid
A Ridley Scott siempre le ha apasionado la cultura francesa y la figura de Napoleón. Ya en su primera películas, Los Duelistas, habló de la fuerza del personaje. Aunque no salía en el metraje, más bien se centraba en dos tipos franceses que baten en duelo todo el tiempo, la época de cambio, de tensión y la pulsión napoleónica estaba presente. "Fue una película importante para mi, fue la primera. Recuerdo que fue sencilla y fácil, yo venía de la publicidad, así que no hubo muchas florituras. Me encantó hacerla, y además, la imagen de la cultura francesa y la presencia de Napoléon se quedó conmigo desde entonces", dice el director británico de un primer trabajo que funcionó bien y con el que inició una apabullante carrera a la que no tiene intención de poner punto y final.
Títulos como Blade runner, Alien, Prometeus, Thelma y Louis, han hecho que Ridley Scott sea considerado casi una leyenda en el cine que ahora, a los 85 años, se crece para hablar de Napoleón. No es para menos, es un proyecto inmenso, como inmensa fue también la vida y el legado de un tipo controvertido, con fisuras incluso en la propia Francia. "Hace tres años que empecé a pensar en que ahora tenía sentido la película", reconoce el director. "Pensé que hubo muchos directores que habían intentado hablar de la figura de Napoleón Bonaparte, pero aunque lo intentaron no tuvieron éxito. Lo cual es un motivo para intentarlo también". Se refiere a Kubrick, cuya película sobre Bonaparte no pudo culminar. Justo hace un año, Spielberg, anunció que iría adelante con ese guion y lo estrenaría en una plataforma en formato de serie.
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La longitud ha sido una de las cosas más complejas a la de abordar al personaje. Hizo tanto, tuvo tantas aristas que es difícil elegir un solo punto si uno quiere contar la figura al completo. Abel Gance, el primero en retratarlo, decidió hacer siete capítulos, pero solo estrenó, en 1927, el primero. Es una de las mejores versiones. Después ha habido intentos, ha aparecido en multitud de películas, incluso en una comedia de Woody Allen, pero nunca con la ambición y la complejidad que ha elegido Ridley Scott. "La pregunta que me hice es cómo abordarlo. Tenía que claro que la película no podía hablar solo de la guerra, no podía hablar solo de batallas, ni de los asuntos de cama. Tenia que ser algo más que todo eso". Y así ha sido. En hora y media vemos cómo Napoléon cambió la geopolítica europea, se convirtió en uno de los mejores estrategas militare, se obsesionó con el amor de Josefina y cambió la República que tanto había costado conseguir en la Revolución francesa, por un imperio.
El director británico estrena en cines una versión de dos horas y media y se guarda para Apple TV, dentro de unos meses, la versión extendida, la del director. Casi cinco horas donde profundiza más en la figura. Sin embargo, quiénes vean en pantalla grande la historia verán unas batallas épicas y perfectas, unos planos que parecen sacados del Museo del Louvre, en los que Jeacques Luis David pintó la coronación del emperador. O cuadros del Museo Prado, donde se realiza esta entrevista y donde Scott aparece delante de dos significativos relieves, el de Carlos V, emperador de España y Alemania, e Isabel de Portugal, la emperatriz. Y es que en la cinta es igual importante Josefina que Napoleón. Es ahí, dice el director, donde reside la conexión con el tiempo moderno.
"Las pinturas lo son todo en la película", reconoce el director desde el Claustro de los Jerónimos, un lugar arrasado por las tropas napoleónicas cuando el hermano del emperador invadió España en la Guerra de la Independencia. "Cuando tienes 2.500 libros sobre Napoleón hay un 90 por ciento de especulación. Sé que decir eso vuelve loco a los historiadores, pero 2.500 libros es una locura. El primer libro salió 15 años después de que muriera. Quizás el segundo libro cogió hechos del primero, y así llegamos al libro 50, donde todo se ha diluido 50 veces. Así que creo que puedes leer todo lo que quieras, pero las pinturas son fotografías de aquel periodo, ahí están, y he mirado en cada rincón, encima o debajo de ellas. Y también he mirado a otras personas que no necesariamente son los sujetos de los que hablamos", dice sobre la agria polémica con los historiadores franceses.
"Había que pensar qué necesitaba él de Josefina, porque un hombre tan poderoso, tan respetado, deja Egipto, deja al ejército, simplemente porque ella le está poniendo los cuernos. Es como de coña, es muy cómico. En realidad, toda la película tiene muchos momentos divertidos mentalmente... ¿Te reíste?", devuelve la pregunta un director que juega con la prensa, que quita importancia a que los historiadores consideren poco ortodoxas algunas cuestiones de la película. Por ejemplo, la batalla en Egipto es una de ellas. El personaje de Joaquín Phoenix, en quien el director pensó desde el minuto uno, acaba disparando un cañón a una pirámide, algo que nunca ocurrió. Pero sí abandonó la batalla, aunque no sabemos si ante la afrenta de que Josefina tenía más amantes que él.
Josefina es la actriz británica Vanessa Kirby, un personaje que apasiona al director. "Su padre lo perdió todo tras un huracán en la Martinica, se volvieron pobres, pero ella escapó, fue a París para encontrar un marido rico. Ese era el destino de muchas mujeres en la época. Y lo encontró. Encontró a un mujeriego, tuvo dos hijos y quedó atrapada en ese matrimonio. Fue guillotinado en la revolución y ella acabó en la cárcel", cuenta los orígenes de una mujer que acabó teniendo una gran vida social hasta que conoció a Napoléon. "Un tipo corso, que no tenía ninguna gracia, duro, y no creo que ella se sintiera atraída sexualmente por él. Aunque la repudió cuando ella, por causa de los abortos, ya no podía darle un heredero, creo que estaba profundamente enamorado de Josefina, pero ella no sé si lo estaba de él", confiesa Scott.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...