'Tan solo el fin del mundo': reuniones familiares que acaban en tragedia

Tan solo el fin del mundo es una historia de reencuentros y despedidas. Después de años de ausencia, Louis (Eneko Sagardoy), de 34 años, regresa al pueblo donde creció para visitar a la familia que abandonó hace muchos años en busca de una nueva vida. Allí se reencontrará con su madre (María Pujalte), su hermana Suzanne (Yune Nogueiras), su hermano Antoine (Raúl Prieto) y la mujer de este, Catherine (Irene Arcos). Louis vuelve con la intención de comunicar que está muy enfermo y que va a morir de manera inminente, pero su llegada desencadenará el resurgimiento de conflictos del pasado y de viejas tensiones familiares.

Tan solo el fin del mundo es considerada la obra más importante del dramaturgo francés Jean- Luc Lagarce, la escribió en 1990 poco después de recibir la noticia de que era seropositivo. Cinco años después, con solo 38 años, falleció. Sagardoy interpreta a Louis y el bailarín Gilbert Jackson a su alter ego, en un montaje del Teatro Español y del Teatro Kamikaze, que una la danza al texto para ofrecer una nueva dimensión poética en la forma de contar. "Para mí era fundamental contar qué le ocurre por dentro al personaje de Louis, traducir lo mental a lo físico. La danza y el cuerpo son dos buenos vehículos para mostrar todo lo que se intuye en su interior", ha explicado Israel Elejalde, el director, en la presentación de la obra.

Tan solo el fin del mundo es una historia potente, profundamente emotiva y con un uso del lenguaje muy poético, a la vez que lleno de de giros retóricos, de utilización de figuras poéticas constantemente. Para Elejalde hay dos temas fundamentales en la pieza: "uno es el miedo a la muerte, el miedo a no trascender en la vida, a no ser recordado y a mí eso me conmueve bastante. Y después otro que es fundamental, que define mucho lo que es el núcleo familiar, la necesidad que tenemos todos de ese núcleo familiar y de cómo ese núcleo nos ha conformado", añade Elejalde citando a Rafael Chirbes.

Recibimos a Elejalde, a Raúl Prieto y a Irene Arcos para hablar de lenguaje y comunicación, del amor y el dolor en la familia. De la muerte y la necesidad o el miedo a no trascender, de cómo el autor juega con el tiempo en ese paisaje sonoro tan poético.