Violencia machista: cuando falla la protección

Madrid

Llegar al punto de denunciar a tu maltratador supone un largo camino que empieza con la toma de consciencia, darte cuenta de que quien se supone que te ama y amas es en realidad tu peor enemigo, aunque después de cada ataque repita que se arrepiente y te jure que no volverá a pasar. Cuando asumes que eres víctima y que lo suyo es todo lo contrario al amor, viene el duro proceso de vencer el miedo a lo que puede venir si decides abandonarlo y cortar de raíz el vínculo mortal que te ata a él.

Ese miedo a perder la vida en el intento de liberación está más que fundamentado, sabes muy bien de lo que puede llegar a ser capaz, has visto en sus ojos el nihilismo exterminador que prefiere matarte, matarse y matar a vuestros hijos que aceptar que lo dejes. Porque dominarte y someterte es lo que le hace sentirse hombre y si no se siente hombre nada tiene sentido para él. También sabes muy bien que puede acabar contigo porque todos los días hay noticias que hablan de otras como tú que no fueron protegidas.

Minutos de silencio, sí, pancartas y lazos lilas pero el reguero de cadáveres de mujeres no para y sabes que un día puedes ser tú. ¿Qué esperan que hagas? ¿Qué te arrojes ciegamente al vacío cuando el sistema les está fallando una y otra vez a las víctimas? Aquí es donde el machismo y su versión violenta funcionan como cultura terrorista. El miedo se convierte en la más dura de las barreras, se te infiltra en los huesos cuando los telediarios repiten siempre lo mismo: había denunciado, la víctima había denunciado. Y no la protegimos. La sociedad entera les estamos fallando y de paso estamos dejando sin esperanza a las que siguen encerradas con sus verdugos.