Del chundachunda al perreo, pero sin 'influencers': ¿llega tarde la RAE a las actualizaciones del diccionario?
La institución añade más de 4.000 novedades a su actualización online
Reportaje EP101 | Pasamos del chundachunda y nos hacemos un perreo
Madrid
En el año 2008 España se presentaba a Eurovisión con una canción un tanto peculiar. Rodolfo Chikiliquatre, personaje interpretado por el actor David Fernández, llevó su tema Baila el chiki-chiki a Belgrado para representar al país rompiendo con todo lo anterior. En esa época todavía faltaban unos meses para que Facebook irrumpiera en la vida de miles de españoles, quedaban, por ejemplo, dos años para que se creara Instagram y las tecnologías, en general, avanzaban lentamente en un mundo en constante cambio. Sin embargo, en esa pegadiza canción, en ese momento social que ahora parece tan lejano, había un toque de actualidad que se ha trasladado hasta estos días de la manera más inesperada posible. "Perrea, perrea", decía Chikiliquatre en su primera estrofa. Una palabra, una forma de bailar, muy extendida tanto en el lenguaje como en la sociedad desde mucho tiempo y que ahora, 15 años después de esa eurovisiva actuación, se puede consultar en los diccionarios españoles.
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Perreo junto a machirulo, big data, regañá, VAR, chundachunda, crack, pobreza energética, bracket o sinhogarismo han sido algunas de las 4.381 novedades e incorporaciones que la Real Academia Española ha incluido en la actualización de la versión electrónica 23.7 del diccionario. Muchas de ellas se llevan usando años, están muy normalizadas en el lenguaje diario, sin embargo, no ha sido hasta ahora cuando se les ha dado una definición. "Las palabras que son aceptadas por la RAE muestran que la sociedad está cambiando, está evolucionando y además lo está haciendo a pasos agigantados. Es cierto que se incluyen palabras que están presentes dentro de nuestra sociedad, pero existen otras que son más actuales y que no se están incluyendo. Por ello, queda evidenciado que muchas palabras que se incorporan llegan tarde", reflexiona Alba Navalón, doctora en Sociología y profesora de la Universidad de Alicante.
Largo tiempo de estudio
La sociedad, a su juicio, va mucho más rápido de lo que lo hacen las instituciones, especialmente, desde la llegada de las redes sociales que han abierto otras formas de relacionarse y, por consiguiente, han facilitado que el lenguaje sea más transversal. Esto hace complicado, indica, que los procedimientos de la RAE vayan acordes con lo que se respira en la calle. "No considero que la RAE esté alejada de la realidad, sino que hay diferentes ritmos. La inclusión de las palabras y la selección de las mismas en la RAE lleva un proceso que difícilmente se va a poder adaptar a los tiempos tan acelerados que se viven actualmente", puntualiza.
Antes de que cualquier palabra sea aceptada en el diccionario, tiene que cumplir varios requisitos, los principales, que se demuestre su utilización extendida y mantenida en el tiempo, que no sea una moda pasajera. Un exhaustivo proceso de selección e incorporación que, además, tienen que aprobar distintos organismos de la lengua. "La inclusión de palabras, así como las enmiendas y supresiones, dependen de una comisión perteneciente tanto a la Real Academia Española como a la Asociación de Academias de la Lengua Española, que va acomodando el diccionario al uso de la comunidad hispánica. Para incluir, enmendar o suprimir un significado o nueva voz se basan en los corpus de uso. Son los corpus digitales los que van reflejando qué palabras nuevas aparecen, los llamados neologismos, qué otras entran en decadencia o en cuáles se ha operado una modificación en el significado", añade Lola Pons, filóloga y catedrática de la Universidad de Sevilla.
Estos procedimientos suponen que en algunos casos haya que esperar años para decidir si una palabra entra o no en el diccionario. Algunas, de hecho, puede que no entren nunca y eso no modifica su existencia. "Los diccionarios van siempre por detrás del uso. La calle va por delante y es así como tiene que ser. Primero se estudia un empleo real y vivo y luego se hace esa foto en forma de diccionario". Esto explicaría por qué algunas incorporaciones parece que llegan tarde o, incluso, que ya no se emplean con tanta frecuencia como se hacía en otras épocas. "Me ha divertido mucho la aparición de chundachunda que yo pensaba que ya no se decía, pero debe ser que sí, que está viva. Hay palabras que tienen un uso acreditado y generalizado y que no se han visto incluidas hasta las últimas ediciones del diccionario. Por eso decimos siempre que los diccionarios son fotografías tardías de las palabras. Las palabras nacen en la conversación, los significados nacen en la conversación y después los diccionarios lo acreditan", afirma Pons.
Definiciones con perspectiva de género
Además de las dudas sobre si la RAE debería agilizar o no ciertos procesos para incorporar palabras, surge otro debate en torno a algunas definiciones. En 2017, la RAE decidió, tras años de quejas por parte del movimiento feminista, enmendar la acepción de forma compleja del significado de sexo débil. Originalmente, se definía como "conjunto de las mujeres". A esto, se añadió una aclaración: "Usado con intención despectiva o discriminatoria". Un cambio que para algunos llegó muy tarde y para otros no fue suficiente. Ahora la academia ha vuelto a generar revuelo con la definición de la recién incorporada perreo: "Baile que se ejecuta generalmente a ritmo de reguetón, con eróticos movimientos de caderas, y en el que, cuando se baila por parejas, el hombre se coloca habitualmente detrás de la mujer con los cuerpos muy juntos".
"La sociedad reclama definiciones acordes con el tiempo en el que vivimos. La perspectiva de género debe estar presente siempre, no únicamente en el lenguaje, sino también en las actitudes y los comportamientos de cualquier individuo. Y tiene que aparecer, por tanto, en las instituciones por responsabilidad social", lamenta Navalón. A su juicio, la definición de perreo dista de tener esa perspectiva. "¿Por qué tiene que ser entre un hombre y una mujer? ¿No puede ser entre dos hombres o entre dos mujeres, o únicamente un hombre y una mujer de forma individual? Eso es lo que nos tenemos que plantear", apostilla.
Una tarea que, insiste, es necesario que las instituciones pongan en marcha para adaptarse a los tiempos. Como posibles mejoras, la doctora en sociología también sugiere a la academia que escuche a las nuevas generaciones y se abra a incorporar algunos de los vocablos que empiezan a viralizarse en redes sociales y que precisamente son usadas por un público más juvenil. "Echo de menos palabras como hashtag, challenge, que se usa bastante, o shippear... Las utilizan principalmente la población más joven, pero que al final deberían estar presentes dentro de la RAE porque se emplean a diario". Por su parte, Pons, más que estas novedades, apuesta porque se incluyan "localismos", que llegan toda la vida arraigados en una zona y aún no están incluidos.
"Hay que decir que los hablantes pueden sugerir términos para que se incluyan en el diccionario. La Real Academia Española dispone de procedimientos a través de Internet para que los hablantes soliciten la inclusión de palabras. Pero eso sí, esas palabras han de haber sido utilizadas previamente", agrega Pons. Influencer, link, email, online... Son algunos de los términos que se utilizan a diario, que casi no tienen otro equivalente, pero que siguen fuera de la RAE. La lista de posibles incorporaciones es muy larga y habrá que esperar, al menos, hasta finales de 2024 para conocer cuáles serán las siguientes.
Minerva Marcos López
Periodista en la sección digital de la SER. Antes...