Los niños siglas
"Éramos hijos de las siglas como habíamos sido hijos de los siglos. Hoy, atravesamos las palabras como si fueran transparentes"
Los niños siglas
Hubo un curso que, en vez de Lengua, estudiamos Lenguaje. Llegaban tiempos más tecnológicos, y eso se veía en el nombre de las asignaturas. En la asignatura de Lenguaje, el profesor nos explicaba que las palabras no solo procedían de los objetos o de la naturaleza, como sucede con silla, árbol, caballo...; o de los sentimientos, como ocurre con amor, libertad, naufragio...; sino que también hacíamos palabras a partir de las siglas, por ejemplo: SEAT, ONU, RENFE, o más bien que las siglas se convertían en palabras. Así nos convertimos en niños siglas. Lo que estudiábamos se llamaba EGB, FP, BUP, COU... Demasiado numerosos para caber en una misma generación, tuvimos que achicar espacio de nuestros propios nombres. Entonces empezaron a proliferar los Javis y los Tonis. Como tampoco cabían las bicicletas, hubo que dejarlas en bicis. Lo mismo sucedió con las teles. Aparecieron los partidos políticos, y todos se nombraron a sí mismos mediante siglas. Empezando por el más famoso, la UCD. Ahora, los partidos se llaman con palabras, como Sumar, Podemos, Ciudadanos, los Comunes... La gente se ha cansado de lo conceptual y vuelve a lo emocional, a la palabra pura. En la asignatura de Lenguaje, las lecciones se llamaban unidades y, en las calles, la gente se manifestaba gritando: ¡unidad, unidad! No es que pidieran a voces que les explicasen los homónimos, sinónimos y antónimos. Pedían otra cosa, menos divisible en unidades. Éramos hijos de las siglas como habíamos sido hijos de los siglos. Hoy, atravesamos las palabras como si fueran transparentes. Están escritas en las redes, lugares donde nada dura nada, y las olvidamos de un día para otro. Si en vez de palabras fueran siglas, por lo menos podríamos cobijarnos entre las letras, y resistiríamos agarrados a los puntos.