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Manuel Rivas: "Me subleva el supremacismo, que alguien intente silenciar al otro. No hay peor humillación que el silencio"

El rural no romantizado y la naturaleza protagonizan La Tierra oculta, una revisión de algunas obras fundamentales del escritor gallego y una antología de relatos, incluido el inédito en castellano Los ángeles operantes, que publica Alfaguara

Manuel Rivas: "Me subleva el supremacismo, que alguien intente silenciar al otro. No hay peor humillación que el silencio"

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"Es reandar, redescubrir. Tengo miedo cuando veo un libro ya publicado hace años. No soy de los que voy a echar una mirada, más bien procuro dejarlo en paz", nos cuenta nada más llegar Manuel Rivas, que nos recibe en la sede de la editorial en Madrid la víspera del acuerdo de investidura entre el PSOE y Junts. Entre tanto ruido, se abren paso otros temas como la importancia de la literatura de la naturaleza y el rural no romantizado, que dominan su corpus literario. "Hay que poner el oído en la tierra, a ver qué murmullos, qué voces podemos descubrir entre tanto ruido" asegura Rivas. La Tierra oculta es una edición revisada por el autor en la que encontramos Un millón de vacas, Premio de la Crítica española, Los comedores de patatas, y En salvaje compañía, Premio de la Crítica gallega, además de una antología de relatos titulada Los habitantes de la dificultad.

"No tengo la perspectiva de que sean obras que hayan sido escritas hace tantos años, para mi lo que escribo es un único libro, no veo las obras como compartimentos estancos. Para mi son como círculos concéntricos, forman parte de un mismo espacio" nos comenta el autor a pesar de que algunas de estas obras se remontan a principios de los años 90. Rivas compara este proceso de redescubrimiento con un caminar simultáneo, "pisas a la vez en el presente y en el pasado, en el día y la noche, en la vida y la muerte. Y ese andar me sirve para encontrar las palabras". "Es lo más apasionante. Cuando ya tienes una primera versión y vuelves a escribir ese espacio. Entre líneas he descubierto palabras que en su momento no dijeron los personajes pero que estaban rumiando. Es un proceso de reencuentro, es un diálogo con la persona que escribió en otro tiempo, con los personajes y con las historias".

En esta edición revisada Rivas firma un prólogo que sirve al lector de guía para descubrir o redescubrir estas obras. En él habla del lugar desde el que escribe, una mirada desde los márgenes, desde las fronteras. "El lugar central en el lenguaje es el que quiere dominar. Por ejemplo, en el campo político o del pensamiento el lenguaje va derivando desde la reflexión y el debate hacia la arenga, hacia la incitación o la apelación. Es un lenguaje que no quiere retorno, que no escucha. Lo hemos visto en los peores momentos de la Historia. Para mi la literatura es justo lo contrario. Es el lenguaje que no trata de dominar, es el lenguaje de la orilla, te mueves como en el acantilado, tienes la perspectiva de tratar de ver qué hay detrás del horizonte".

En estos tiempos en los que estamos dominados por la tecnología, donde prevalece el miedo a perderse, a quedar fuera de juego Rivas compara la lectura con un acto heroico, "dan ganas de abrir la ventana y gritar llevo media hora leyendo un libro, esto es un triunfo de la Humanidad!", para el autor es un momento épico, sobre todo, cuando llega el momento en el que el libro se abre a ti. Sobre la importancia de la literatura de la naturaleza y ese rural NO romantizado, Rivas cree que "una mirada distorsionada sería idealizar el campo como el lugar bucólico que hemos perdido y al que hay que volver porque nos hemos ido al infierno de la gran ciudad. Esa dicotomía hay que ponerla en cuestión". El mundo rural es un campo de batalla, añade "puede ser un refugio o un infierno".

Las historias de Rivas hablan de familia, paternidad inmigración, identidad. Son temas de los que lleva escribiendo desde hace más de 30 años y en esta revisión el autor ha sido consciente de cómo la experiencia le ha podido cambiar el enfoque del relato pero siempre sin perder de vista el punto cero, "ese punto en la cartografía es el lugar del que parten las coordenadas. Cada uno tenemos un punto cero, y en mi se mantiene a lo largo del tiempo. En mi caso tiene que ver con un pasaje de la infancia, es una zona en A Coruña donde está el faro de Hércules, a su derecha el cementerio marino y a su izquierda la prisión provincial. Yo creo que estoy allí aunque ese punto ha vivido muchas metamorfosis".

Sobre el actual momento político, Rivas reconoce que lo que más le puede sublevar es "la prepotencia, el supremacismo, que alguien se considere por encima de los demás y que intente silenciar al otro. No hay peor humillación que el silencio". Sobre el reconocimiento de las lenguas cooficiales en el Congreso, Rivas se muestra más que optimista a pesar de todo el ruido que rodeó aquel momento, "fue una gran alegría. En estas confrontaciones que vivimos, qué puede más la pulsión creativa o la destructiva. Tengo esa visión, que pudo más Eros que Tánatos". En uno de sus últimos artículos habla Rivas de la derecha extremada y de su deconstrucción de la España democrática. "Eso es pavimentar el odio y tiene difícil retorno. Hoy es difícil hablar de una derecha moderada, no les gusta ni el Papa". "Siempre ha habido cascarrabias pero cuando quieren tomar el poder nos implica a todos. Tienen cara de no haber leído El Quijote. No hacen ni un chiste, ni una ironía".

 
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