Ecologistas en jet privado

Madrid

¡Cómo han cambiado los ecologistas! Antaño eran hombres con barbas desaliñadas en rústicos jerséis de lana, señoras vegetarianas que llevaban trenzas teñidas de henna y largas faldas de colores. Cantaban al amor y a la paz y nos instaban a vivir con menos y a dar las gracias por los frutos que nos da la madre tierra. Ahora los ecologistas viajan en jet privado, llevan trajes a medida y mientras con una mano firman acuerdos para descarbonizar la economía con la otra venden armamento para que se bombardeen hospitales.

Si seguimos así pronto nos presentarán modernos misiles biodegradables con los que podremos hacer guerras de lo más sostenibles. Es tal el cinismo de estos señores de oscura indumentaria (incluida la fálica corbata que se lleva muy bien gracias a los potentes aires acondicionados que hacen que en Dubái ni se noten los treinta grados), digo que son tan cínicos que celebran la cumbre del clima en una petro monarquía. Claro, acoger una reunión de tan nobles objetivos blanquea más que la lejía. El paripé se repite año tras año a costa de todos nosotros, queridos contribuyentes y de soltar un poco más de CO2 a la atmósfera con tanto viaje.

Mientras los ciudadanos nos ocupamos y preocupamos de llevar siempre encima una bolsa para no generar más residuos, Carlos III va bien cómodo en un avión privado para hablar… diez minutos. Como los jerarcas de Iglesia mandándonos a todos ser solidarios con los pobres y los refugiados desde sus lujosos bienes inmatriculados, la curia verde nos culpa por tomarnos un baño caliente de vez en cuando o por comprarles globos a los niños mientras ellos surcan veloces los cielos dejando tras de sí estelas de contaminación y la vergüenza de la hipócrita farsa.