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F. Javier Gutiérrez regresa con 'La espera', la caída a los infiernos de Víctor Clavijo

Llega a los cines este oscuro thriller enmarcado en el terror rural donde Víctor Clavijo encarna a un guarda de una finca andaluza víctima de terribles represalias tras aceptar un soborno

Fotograma de Víctor Clavijo en 'La espera'

Fotograma de Víctor Clavijo en 'La espera'

Madrid

Después de 15 años desde su último largometraje en nuestro país, F. Javier Gutiérrez regresa a la cartelera española con La espera. El director cordobés vuelve a reunirse con Víctor Clavijo, protagonista de su ópera prima, Tres días; para presentar un intenso y perverso ejercicio que entremezcla el thriller con el 'folk horror'. En él, Eladio, un guarda de una finca andaluza en los años 70, cae en el soborno de un cazador y vive en su propia piel unas terribles consecuencias.

Los años que separan el estreno de Tres días (presentada en el Festival de Berlín y premiada en el de Málaga) y el lanzamiento de su nueva obra supusieron el salto de Gutiérrez a Hollywood. En 2014 recibió por parte de Paramount una propuesta para dirigir Rings, la enésima secuela/reboot americano del clásico moderno de terror japonés The Ring, estrenado en 2017 con actores como Johnny Galecki o Vincent D'Onofrio en su reparto.

Fue precisamente mientras finalizaba la postproducción de Rings cuando Gutiérrez comenzó a pensar en su nuevo proyecto. Aún siendo consciente de las ventajas de trabajar bajo las órdenes de un gran estudio, se sentía encorsetado creativamente y deseaba "volver a hacer algo más personal, donde tuviera un control creativo para volver a mis raíces como director". Para ello, tuvo que rechazar otras ofertas e invertir tiempo en sacar adelante su nuevo trabajo. "Primero tenía uno más ambicioso de presupuesto, pero era muy complicado de financiar en España, por lo que diseñé este para hacerlo en un tiempo más ajustado", explica sobre la gestación de una película que "ha costado vida y milagros financiar".

Sin subvenciones públicas, como reza un rótulo precedente al inicio de la película, La espera ha sido un proyecto que ha llevado más tiempo del que le hubiera gustado a su director y que ha hecho "con el sufrimiento y el cariño de mucha gente", en la línea de otras obras ligadas al cine fantástico en el país. "Hay un complejo en España a la hora de afrontar una película que toque el cine de género", opina el cineasta cordobés. El director lamenta que en la industria española se vea a películas como las suyas como una "subcategoría" y alude a las extranjeras Titane o Déjame salir como ejemplos de cine de género con reconocimiento académico. Gutiérrez aboga por una disolución de las fronteras de los géneros cinematográficos para que haya un mayor reconocimiento a creaciones como las suyas y que no sea necesario un éxodo de realizadores hacia Estados Unidos o la búsqueda de validación en festivales internacionales, donde se ha valorado mucho a La espera y la actuación de Víctor Clavijo en la misma.

El protagonista atestigua el testimonio de Gutiérrez, con quien le une amistad de años, y relata un complejo rodaje del que considera su trabajo más exigente hasta la fecha. Clavijo recuerda la primera llamada del cineasta para abordar el proyecto, unos cuatro meses antes del inicio del rodaje, donde le pidió que se fuese dejando barba y empezase a perder peso para amoldarse a las características de su personaje: entre los preparativos y la propia filmación el actor tuvo que perder unos "siete u ocho kilos para contar la degradación física y mental". La exigencia física se trasladó también a su propia voz, rasgo característico del intérprete gaditano. F. Javier Gutiérrez tenía claro que Eladio no podía tener el mismo habla que Víctor Clavijo y trabajaron para obtener un registro "más seco, más árido" y con "menos inflexiones tonales". "Para mí no era un ejercicio sencillamente de imitación: quería que fuese algo realista y orgánico de verdad", detalla el actor.

Su compromiso con el rol y la película es palpable en sus palabras, que manifiestan su proceso de búsqueda de "todos los lugares tenebrosos y oscuros del alma y corazón por los que atraviesa el personaje". Una actuación "exigente en lo físico por la pérdida de peso y por el agotamiento durante el rodaje, y en lo emocional por poder sacar las tripas y poner tu corazón y ponerlo ahí, delante de la pantalla". En La espera hay unos 40 minutos de película de muy poco avance de la trama y sin diálogos, sostenidos únicamente por un Clavijo autoexigente que considera que "si no estás de verdad en lo que tienes que estar de verdad a la cámara es muy complicado engañarle".

Al actor le rodean los áridos paisajes de la Sierra Morena y un elenco de actores andaluces, con mucho acento, entre los que se encuentran Ruth Díaz, Pedro Casablanc o Luis Callejo. "Viniendo de Estados Unidos, quería hacer una película con un ADN muy de aquí, muy nuestro, muy español y muy andaluz", explica con orgullo Gutiérrez. Como él mismo dice, la película tiene un alcance global porque "toca temas muy humanos y muy universales", pero hay una clara declaración de intenciones por parte del director en su búsqueda de hacer una obra "sin complejos". "No voy a venir a España para hacer una peli que que transcurra en un chalé de cristal que pudiera estar en Los Ángeles", expone mientras rememora los tiempos de Tres días en los que "costó mucho a la gente entender que fuera un fin del mundo en Andalucía y que no fuera cutre". El cordobés habla de romper "tabús" y de "sentirse orgulloso de nuestra identidad cultural" a la vez que menciona una "parte de responsabilidad" de la industria de apoyar proyectos de este tipo.

El reconocimiento en festivales como Sitges, Isla Calavera o el Fantastic Film de Austi confirma, además, una conexión del público con los temas abordados por La espera, que podría definirse como un visceral y cruel estudio sobre la conducta humana. "La culpa que atraviesa el personaje es algo muy católico y cristiano, y eso todavía lo tenemos en el ADN", opina Clavijo. "Tiene bastante de la responsabilidad sobre nuestras propias elecciones y acciones, sobre nuestros propios valores", dice por su parte Gutiérrez.

 
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