A esta hora de la noche, no está claro qué ha pasado entre España y Estados Unidos para que se haya producido semejante contradicción entre los dos gobiernos sobre si España participará o no en la operación militar que la administración Biden ha desplegado en el Mar Rojo para garantizar que los barcos de mercancías puedan seguir circulando por esa vía, que es clave para el comercio marítimo y, en definitiva, para la economía mundial. Todos los barcos que salen de Asia y que viajan hacia Europa, en lugar de dar el «vueltón» de bordear África entera por el sur, se meten por el Mar Rojo para llegar al Canal de Suez y salir al Mediterráneo. El Mar Rojo es esa franja de agua que separa el noreste de África, por un lado, y Arabia Saudí, por el otro. Es la vía más corta. Por ahí, por ese camino, un barco carguero desde China hasta los puertos europeos tarda unos 20-25 días. Si se bloquea ese camino y el barco tiene que bordear todo África, el trayecto se alarga en torno a 10 días más, con lo que eso supone de muchísimo dinero en tripulación, en combustible, en seguros, en todo. Por eso, que los barcos puedan seguir cruzando el Mar Rojo es vital para el comercio marítimo. Pero para entrar en el Mar Rojo, los barcos tiene que bordear la costa de Yemen. Y en Yemen, operan grupos hutíes respaldados por Irán antiisraelíes, que en los últimos días se han dedicado a atacar a los barcos que entraban por ahí con destino a Israel, o con bandera israelí, o propiedad de empresas israelíes. Desde el viernes pasado, las principales empresas de transporte han ido anunciando que dejan de pasar por el Mar Rojo, porque la inseguridad es brutal. Y eso ha empezado a zarandear la economía mundial. Porque por ahí pasaba -pasa- hasta el 15% del comercio mundial. Incluido muchísimo petróleo y gas. Ya solo la semana pasada, los precios de fletar un contenedor aumentaron un 10%. En una semana. Turbulencias para la economía internacional que no convienen a nadie. Ante esto, anoche, poco después de que termináramos «Hora 25», el Pentágono de Estados Unidos anunció una operación para garantizar la seguridad de la navegación por la zona. Dijo que en esa operación iban a participar 10 países; entre ellos, algunos europeos, como Francia, Italia o España. Esto no lo improvisó el jefe del Pentágono. Esto figuraba en un documento, por escrito, ahí Estados Unidos aseguraba que España sí iba a participar en esta operación. Hoy España dice que no, que no va a participar en esa misión si no es en una decisión de la OTAN o de la Unión Europea. Pilar Alegría, ministra portavoz ha dicho hoy: «España, unilateralmente, no participará en esta misión. Es más, les diré, cualquier decisión que se adoptase siempre sería bajo el marco de la OTAN y la UE». Esto contradice lo que anunció anoche el secretario de Defensa de Estados Unidos. ¿Qué ha pasado aquí? Es difícil de creer que Estados Unidos metiera en esa lista escrita a España sin el conocimiento de España. Cuesta creerlo. Aunque es mejor eso a pensar que España ayer dijo sí y hoy ha dicho no. ¿Dónde ha estado el ruido en la comunicación entre los dos países? ¿Se ha equivocado Estados Unidos? ¿España se ha echado atrás porque una operación de este calado tendría que someterla a votación del Congreso, y eso podría aflorar las discrepancias dentro de la mayoría parlamentaria en la que se apoya el Gobierno? Todo son especulaciones. Pero es que lo único a lo que podemos agarrarnos mientras no haya una explicación clara por parte del Gobierno. La operación del Mar Rojo y las relaciones con Estados Unidos no son un asunto menor y menos en el contexto actual, con una guerra en Europa y con Oriente Próximo incendiado y estaría bien que esa explicación llegara cuanto antes.