Cómo dividir a la clase trabajadora

Paseaba yo tan tranquila por una ciudad francesa cuando alguien me dio un panfleto en el que aparecía un mozo repeinado y vestido con americana azul. En el papel se podían leer algunas propuestas que, así de entrada, sin saber quién las hacía, muchos podemos compartir con los ojos cerrados: garantizar las pensiones de los mayores, defender a los agricultores, subir el salario mínimo, lanzar un plan para mejorar la sanidad pública o ayudar a las familias. Eso sí, a las francesas. Al lado de varias de estas medidas de carácter social estaban las ya conocidas reivindicaciones de la extrema derecha de Ressemblement National sobre inmigración.

Unos días más tarde pudimos leer que algunas de las infraestructuras que se están construyendo para los juegos olímpicos de París 24 han estado empleando a trabajadores inmigrantes sin papeles en condiciones de explotación. Esos trabajadores no son franceses, pero al estar en territorio europeo deberían poder tener los mismos derechos que los "nativos". Si eso no se da, si se vulneran sistemáticamente las condiciones laborales, no es porque los inmigrantes tengan ese perverso objetivo de rebajar los derechos conquistados por la clase obrera, aunque este sea un mantra repetido hasta la saciedad.

Es más bien todo lo contrario, si hacen el esfuerzo de irse a otro sitio a trabajar es para tener esas condiciones que imperan aquí. Lo realmente perverso es necesitar fuerza de trabajo extranjera y cerrar a cal y canto las fronteras al mismo tiempo que se persigue a quienes no tienen permiso para residir. Rebajar la humanidad de esos trabajadores, tal como hace la derecha chovinista en todas partes, es una forma de garantizar cupos explotables. Y eso sí es dividir de verdad a la clase trabajadora.