'La Casa de Papel' da el salto a la comedia romántica con 'Berlín'
Llega el primer ´spin-off' de la exitosa serie de Netflix donde Pedro Alonso retoma a su personaje en el marco de una serie ligera y con alma 'feel-good'
Madrid
Aunque hoy en día resulte un término familiar y dé nombre a un modelo de negocio que bien podría considerarse saturado, el streaming supuso una enorme revolución en la era audiovisual. La distribución online de contenido multimedia bajo demanda llevó a las series a una etapa inédita: la ficción televisiva, asociada hasta entonces al estreno de episodios en dosis semanales, vivió una nueva realidad en el catalogo de las plataformas con la posibilidad de ser vistas como y cuando quisiese el espectador.
Esta nueva dimensión en el consumo provocó la creación de infinidad de obras (amontonadas ahora) en el catálogo de las plataformas, pero también una revalorización de otras ya existentes. El caso más evidente en España fue el de La Casa de Papel, distribuida en sus dos primeras temporadas por Antena 3 en un modelo televisivo clásico y adquirida a finales de 2017 por Netflix para continuarla y llevarla por todo el mundo. En la gran N roja, los atracadores de la Fábrica de Moneda y Timbre encontraron un enorme público, deviniendo un sorprendente fenómeno internacional: tan pronto como era estrenada una nueva tanda de episodios, esta era devorada por espectadores de todo el mundo. La fiebre se extendió hasta diciembre de 2021, donde los fans se veían abocados a la orfandad tras su intensa y emotiva quinta temporada. Sin embargo, en una maniobra digna del Profesor de Álvaro Morte, la plataforma tenía preparado un nuevo plan, revelado en las vísperas de su final: el anuncio de un spin-off protagonizado por uno de sus personajes más icónicos, Berlín.
Concebidos para seguir rentabilizando éxitos en forma de productos derivados del original, los spin-off parecen venir como anillo al dedo al universo de La Casa de Papel, más aún cuando era un camino ya tanteado en los flashbacks del propio Berlín en la serie original. Así, la audiencia habitual puede sentir cierta familiaridad mientras explora un nuevo mundo. Con esa intención de jugar con elementos ya dominados han enfocado Esther Martínez Lobato y Álex Pina su flamante creación. "Es muy complicada la lucha de sacar adelante un proyecto, pero cuando vas por delante con el crédito de que lo que hiciste gustó mucho, es una batalla que no tienes", cuenta la showrunner mientras explica cómo han elegido meterse en terrenos "complicados" al desprender a Berlín de "esa identidad corrosiva y de ese universo tan claustrofóbico" para llevarle a París en el marco de una comedia romántica donde el personaje se convierte en un "perdedor en el amor".
Lanzarse "a la piscina" es una de las señas de identidad de Vancouver Media, la productora fundada por esta pareja de creadores, y el rumbo creativo de Berlín así lo atestigua. Martínez Lobato describe cómo "veníamos de la claustrofobia de La Casa de Papel con mucha intensidad, con una presencia rotunda de los planes y del robo perfecto y también de Sky Rojo que es un mundo que hay que estar muy bien amueblado para sentarte a verlo a pesar de que tuviera su belleza", de ahí que surgiese la necesidad de "zambullirnos en un lugar cómodo y confortable". Las circunstancias geopolíticas son otra de las causas del tono ligero y desenfadado: "Sentimos que la gente merece cuando enciende la tele ver cosas distintas a guerras y recordar que el amor es una de las cosas que mueve el mundo". "Elegimos el género de la comedia romántica porque era muy refrescante y también con la vocación de despegarnos mucho de La Casa de Papel y hacer una serie distinta", precisa.
Álex Pina, la otra mente detrás de este universo, profundiza en la búsqueda de una serie "más clasicista", palpable en el vestuario de Berlín o en los colores que resaltan una sensación "más lúdica, más confortable" y de "evasión en el espectador". "Queríamos buscar un tono de blockbuster de los 90, por eso también hemos subido dos puntos la comedia y hemos puesto el romanticismo en el primer término". Como no podía ser de otra manera, en Berlín hay robos, pero sin violencia, en búsqueda de "sensaciones más feel good" y de un protagonista "más luminoso, aunque lógicamente tiene sus momentos de oscuridad porque el personaje es indolente".
Pese al tono renovado y la llegada de nuevas caras, Pedro Alonso celebra que el spin-off haya "vuelto a convocar la magia" de la obra original. El actor gallego vuelve a meterse en la piel del calculador Berlín, tan narcisista como irresistible por su carisma, motivo de su conexión con los espectadores y razón de ser para la creación de su propia serie. Alonso se muestra agradecido por su protagonismo en esta naciente entrega donde que procura honrar "con todo mi trabajo y atención porque es un momento que sé que no es fácil que suceda". Aún con ello, procura mirar "con distancia" y aprender de sus nuevos compañeros de reparto.
Dos de estas nuevas caras de la serie son Julio Peña y Begoña Vargas en los roles de Roi y Cameron. Estrellas emergentes del cine español (él protagonista de las adaptaciones de A través de mi ventana y ella de Las leyes de la frontera o Bienvenidos a Edén) y parte de una generación de jóvenes muy vinculada con La Casa de Papel, aseguran sentirse "afortunados" de "haber podido poner un granito de arena a todo esto", como atestigua la propia Begoña Vargas. Julio Peña, por su parte, enfatiza en su relación con Pedro Alonso comparable al vínculo de aprendiz y mentor de sus personajes: "He querido ver a Pedro como algo así". Destaca "esa calma y tranquilidad" de su compañero y asegura que siempre recordará "con mucho cariño" las conversaciones previas a las grabaciones.
A estas palabras, el propio Alonso responde con humildad, afirmando que "una cosa maravillosa de esta profesión es que puedes creer que sabes algo y llega un niño de siete años y te roba una secuencia". Con una máxima que igualmente podría definir la ambición regeneradora de la serie sentencia que: "No se puede vivir de las rentas en absoluto".
Los tres actores ponen como ejemplo la "frescura" de Joel Sánchez, actor debutante que interpreta a Bruce, experto en todo tipo de artilugios con un "alma gamberra" y un "encanto" que no niega tener en la realidad: "Creo que para conectar con un personaje eres tú el que cede cosas". El lanzaroteño afirma sentirse 'muy afortunado' por "salir del cascarón" con un proyecto a gran escala y también preparado para el posible impulso mediático que le suponga porque "la vida es adaptarse a los cambios que tiene y superarlos".
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Quienes sí tienen más tablas en la interpretación son Tristán Ulloa y Michelle Jenner, que completan el reparto como Damián y Keila, los miembros más cerebrales del equipo. Pese a su experiencia, nunca se habían enfrentado a un proyecto de ambición internacional tan definida, aunque no parecen darle mucho peso al nivel de exposición al que pueden verse expuestos: "Soy igual de analógico que siempre", afirma Ulloa. El actor explica que "todo este mundo del fandom me parece fantástico, pero a mí me supera, en el sentido de que no lo concibo y vivo feliz en la ignorancia". Como curiosidad, le une con Pedro Alonso un vínculo de juventud, "cuando teníamos 15 años y hacíamos teatro en Vigo", pero no habían trabajado juntos (coincidieron en La Embajada de Antena 3 sin interactuar) hasta que decidieron aceptar la oferta de Berlín, que define como un "lujazo".
Por su parte, la llegada al universo de La Casa de Papel le sirve a Michelle Jenner para sentirse "afortunada" por dedicarse "a lo que me dedico y más con proyectos así". También afirma compartir bastante con su personaje, como esa "parte de timidez", aunque no tan extrema y esa "parte friki" con unas gafas de realidad virtual que en la vida real le "encantan" de igual modo.
Las palabras de Jenner van en sintonía con las de sus compañeros de reparto, que dan fe de una dinámica de rodaje muy lúdica y una sintonía que se da "muy fácil". Cuenta Esther Martínez Lobato que como creadora, al empezar una serie desde cero existe un cierto luto al "desprenderse de algunos personajes que te dan mucho juego", pero que "también es muy estimulante ir conociendo a otros". Hay en Berlín una clara invitación a espectadores alejados de La Casa de Papel, pero es indudable que esta entrega es idónea para los fieles de la serie original, que sentirán emociones similares a las de su creadora: de extrañeza frente a una nueva historia pero igualmente de disfrute al conocer a la nueva banda de ladrones. Su gancho principal; el carisma y la química de su elenco, es indudable, por mucho que Tristán Ulloa asegure que les cueste mucho "quedar para cenar".