Guía para un fin de año en Roma: el corresponsal de la SER visita los lugares más emblemáticos de la ciudad en Navidad
En la Ciudad Eterna, es mejor dejarse llevar por la intuición y dejarse sorprender por las pequeñas maravillas que depara el recorrido

Una maleta para fin de año en Roma: de Fontana de Trevi a Piazza Navona
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Roma
En el recorrido de Trastévere a las plazas del centro histórico de Roma y al Vaticano es mejor dejarse llevar por la intuición y dejarse sorprender por las pequeñas maravillas que depara el recorrido. Un paseo que nos permite ver los mosaicos bizantinos, la labor social de San Egidio y el coro gregoriano en el Trastévere, entre otras miles de cosas. El corresponsal de la SER en Italia, Joan Solés, guía a Pedro Blanco en el programa "Una maleta para fin de año en Roma".
Por las callejuelas de Sanpietrini hasta el puente Garibaldi, o a través de los puentes de la isla Tiberina: por uno o por el otro se llega a Piazza Venezia, la célebre plaza a los pies de la colina capitolina, donde se cruzan cinco de las calles más importantes de la capital. Más allá está el Foro Romano, el Coliseo, el Palatino, el Circo Massimo y las Termas de Caracalla. Se necesita un día entero, con su noche, y uno queda aturdido con tanta piedra vieja, como una versión rústica del síndrome de Stendhal.
De la Piazza Venezia a la del Popolo todo es calle mayor, por la Vía del Corso, y por ello es mejor cualquiera de las vías paralelas para huir del bullicio. Desde la Fontana de Trevi -para celebrar la llegada de agua para peregrinos- a Piazza Spagna, mejor llegar por la Barcaccia y la escalinata de Trinità del Monte. Y por la callejuela Marghutta, la de los pintores, entre otros Picasso, nos encontramos la plaza de los grandes eventos, la del Popolo, al pie de los jardines de Borghese, el parque que acoge la mejor galería de arte de la capital italiana.
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Una maleta para fin de año en Roma: del Trastevere a Piazza Venezia
Se paga por ver a Caravaggio. Pero no para contemplar dos de sus pinturas en Santa María del Popolo. O tres en San Luigi di Francia, entre el Pantheon, el barrio de los palacios del poder -Palazzi Madame, Montecitorio o Chigi- y Navona, el antiguo circo de cuadrigas, convertido en mercadillo de Nochebuena. De ahí, por el puente Cavour, abruma el antiguo palacio de justicia del viejo Estado Pontificio, hoy sede del Tribunal Supremo.
El cercano castillo fue desde el brazo ejecutor en el mausoleo romano, a central de la policía de los Papas, prisión e incluso boca de salida del pasadizo subterráneo para fugas de pontífices o para encuentros con sus amantes. De ahí al Vaticano es todo peatonal, la vía que recuerda la conciliación del dictador Mussolini con los Papas, autodeclarados prisioneros en la reducida ciudad-estado desde la unificación de Italia.
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Una maleta para fin de año en Roma: de Castel St. Angelo al Vaticano
En la plaza San Pedro, los brazos de las dos columnas de Bernini pretenden abrazar a los fieles. En estas fechas hay un mercadillo en la columnata sur, convertida en refugio de mendigos casi todo el año. En la del norte, se forman largas colas para superar los rigurosos controles de seguridad en el acceso a la Basílica. Impresiona la paciencia de los visitantes. En el centro, como siempre en esta época, se instalan los monumentales belén y árbol de Navidad, cuyo coste -corrupción incluida- superaba los 250.000 euros cada año hace una década. "Ahora solo 21.000", precisa un destacado funcionario del Vaticano, extasiado ante iluminación multicolor de miles de lamparitas en los 28 metros de altura del abeto. "Estaba enfermo y había que cortarlo en cualquier caso", matiza para eludir críticas.




