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Alberto San Juan: "Balenciaga nunca expresó ninguna crítica contra el franquismo pero tampoco se expresó a favor"

El actor brilla en su interpretación del modisto vasco en la serie creada por Jon Garaño, Aitor Arregi, Jose Mari Goenaga y Lourdes Iglesias para Disney+

Cristóbal Balenciaga, el hombre misterioso detrás del genio que cambió la moda

Madrid

Después de triunfar con Handia y La trinchera infinita, el trío de directores vascos formado por Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga se han embarcado en su proyecto más ambicioso, una serie sobre Cristóbal Balenciaga, uno de los iconos de la moda y figura clave de la cultura vasca. "Balenciaga, al menos en el País Vasco, sí que es un tema bastante recurrente. Igual que el bombardeo de Guernica. Cada cierto tiempo sale un proyecto sobre Balenciaga, pero éste de repente nos pareció como que podía tener cabida en nuestro planteamiento,. Nos atraía mucho la plasticidad de la moda de los años 40, 50 y 60 en París. Era una época que nos interesaba y, sobre todo, nos interesaba mucho él, el personaje de Cristóbal Balenciaga. Su hermetismo, su misterio. Sabíamos cosas, pero no muchas y nos resultaba atractivo como sumergirnos un poco en ese misterio y ver un poco qué podía haber detrás de esto", cuenta Jose Mari Goenaga del interés por esta historia que han creado junto a Lourdes Iglesias, hermana del compositor Alberto Iglesias, que firma la impresionante banda sonora.

Es curioso porque, desde la distancia, la figura de Balenciaga y el periodo histórico que abarca guarda cierta relación con el topo de la Guerra Civil que interpretaba Antonio de la Torre en la película. "Es el mismo periodo visto desde dos lugares muy diferentes. Yo casi diría opuestos, porque uno es el glamour, la riqueza, y el otro está en un agujero en Andalucía. Pero a la vez parecidos, porque los dos están encerrados de alguna manera, los dos viven de una manera más oculta, los dos mirando a través de la cortina", bromean. El modisto vasco se trasladó a París pero nunca se consideró un exiliado de la Guerra Civil como otros compañeros y amigos, sus propios socios en la Maison Balenciaga, los Bizcarrondo, que huyeron por la represión franquista.

Instalado en la capital francesa, el niño costurero de Getaria empezó a confeccionar sus primeras colecciones y a destacar en la alta costura mientras entablaba relaciones con Coco Chanel o Hubert de Givenchy y miraba con recelo al que se convirtió en su gran competidor, Christian Dior. El protagonista de la serie es Alberto San Juan, que compone una fantástica interpretación del diseñador hablando en euskera, castellano y francés y adoptando muchos de los movimientos característicos de él en el taller. El actor da vida a Balenciaga en dos etapas de su vida, en su mediana edad de esplendor cuando cambió el mundo de la moda y en su vejez, cuando junto a una periodista que lo visita recuerda las luces y sombras de esos días. "Pensaba mucho en mi padre. Hay planos que mis hermanos van a flipar. Hay planos que es que es mi padre, el Balenciaga mayor. Es muy fuerte. Lo cual me gusta porque veo a un señor mayor. Y luego también me gusta que me han dicho que soy como un señor clásico, como de cine de los 40. O sea un poco Alberto Closas. Son referentes sólidos que me gustan", cuenta el intérprete, hijo del dibujante Máximo, que durante muchos años firmó sus viñetas en El País, gracias al excelente trabajo de maquillaje y peluquería, encarna al genio en esos dos periodos.

Para Alberto San Juan también ha sido uno de los retos más importantes de su carrera. Por la dimensión del proyecto, por el tiempo -el rodaje de seis capítulos- y por todo el equipo, desde el trabajo de vestuario de Bina Daigeler, a los figurantes y a las localizaciones, que componían la serie. "Con este personaje inevitablemente establecí un vínculo especial porque ha sido mucho tiempo, mucha dedicación. Nunca me había visto en un proyecto de tal dimensión y de tal relevancia, tan intenso, a lo largo del tiempo. Siento una gran comprensión hacia él y sus decisiones y, al comprenderlo, le quiero", dice el actor.

'Cristóbal Balenciaga' | Entrevista a Alberto San Juan, Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga

Cada capítulo de la serie está centrado en una etapa de la carrera del modisto. Desde sus modestos inicios en la alta costura a despuntar con atrevidas colecciones, la competencia con otras casas, el problema de las falsificaciones y los choques con las revistas de moda, el día que vistió a Fabiola de Bélgica en su boda, a quien en la serie interpreta Belén Cuesta, o el contexto político marcado por el avance del fascismo. De ahí surge uno de los mejores momentos de la serie, cuando los nazis han invadido Francia y los diseñadores se plantean qué hacer ante la censura y las reclamaciones de los fascistas. La serie indaga en una etapa que ni los propios cineastas franceses han querido recordar demasiado, el colaboracionismo en la Francia Ocupada con los nazis.

Los directores retratan ese colaboracionismo de la época con un Balenciaga que solo piensa en seguir trabajando y dice ser apolítico a pesar del miedo que siente por su orientación sexual. De hecho, la casa de moda fue amonestada por los nazis porque los sombreros que usaban, diseñados por el que fue la pareja artística y sentimental del modismo, Wladzio d'Attainville, eran excesivamente grandes, algo que molestaba y mucho a un régimen que tuvo muy clara su idea estética del mundo, tanto en la arquitectura de Speer, el cine de Leni Riefenstahl, y en la moda de Hugo Boss.

"Balenciaga nunca expresó públicamente cuál fuera su opinión política. Es decir, por ejemplo, nunca expresó ninguna crítica contra el franquismo, pero tampoco nunca se expresó a favor del franquismo. Únicamente que sepamos, lo cual es un dato para mí de un personaje público. Lo encuentro un tipo coherente, un tipo coherente, un tipo que sabe que su trabajo depende de las élites, es decir, del poder dominante y por lo tanto un tipo que no va, porque los que le compran los vestidos son de la clase alta y un tipo que no, que no va a poner, no va a posicionarse nunca frente al poder, pero tampoco va a colaborar necesariamente con el poder. Y es un tipo que dice, mi lugar en la vida es crear y coser. Y luego era un tipo que, según hemos leído e incluso nos contó una costurera que trabajó en sus últimos años del taller de París, que era un tipo que las condiciones laborales que ofrecía de horario, sueldo, etcétera, estaban por encima de la media, mejores que las de otros. Entonces, bueno, yo le considero como un tipo con sus principios y con su rectitud y con su moral, me refiero, también con su represión y con sus miedos. Y esto lo convierte en un personaje interesante, que es pura contradicción, como cualquier humano", defiende Alberto San Juan.

La historia también plantea otro conflicto, el de la alta costura y la irrupción del pret-à-porter, más democrátic, al acercar la moda a un público más amplio y abaratar los costes, pero también romper con la idea de la costura como un arte. Uno de los dilemas que planea sobre el personaje, el de si es o no un artista, como lo era Goya, Velázquez o Picasso, en quienes se inspira para su primera gran colección, aprovechando la manera en la que Francia se volcó con España tras la Guerra Civil. O como su amigo Chillida, quien le dedicó una escultura al modisto.

La llegada de nuevos tiempos a finales de los sesenta y principios de los noventa, de una industria que se dividía en crear para unas élites vestidos exclusivos o entrar en el negocio de la moda, como hizo Dior, por ejemplo, y como acabarían haciendo todos, salvo Balenciaga, que cerró antes de seguir haciendo algo que no creía. "Sin embargo, lo intentó todo", inciden los directores que cuentan también un episodio gracioso y tierno. Balenciaga aceptó diseñar y confeccionar los trajes de las azafatas de Air France. Un pequeño gran desastre, como vemos en la serie. Ese dilema también sirve a los creadores para interrogarse por su propia condición de artistas, entre un cine de autor independiente y un cine mainstream. "En el conflicto de la alta costura con el pret à porter nos sentíamos totalmente identificados. Y también ha sido un ejercicio por nuestra parte de entenderle mejor por esa vía. Nosotros muchas veces poníamos el ejemplo de Stanley Kubrick con Balenciaga. Ese genio del que se sabía más bien poco, muy poco y que generaba mucha especulación alrededor. Y sobre todo ese genio que quería controlarlo absolutamente todo. Eso nos atraía mucho. Seguramente el misterio que había detrás no era tanto, más allá de, no quiero proyectar esta imagen, quiero controlar absolutamente todo el proceso. Y entonces es verdad que, digamos, se han entrelazado nuestro mundo, digamos el mundo del cine como lo sentimos, y el mundo de la alta costura del mundo Balenciaga. Y gracias a ello también nos hemos acercado más a esta historia", concluye Aitor Arregi

La caracterización de 'Balenciaga': así se convirtió Alberto San Juan en el modisto vasco