Madonna lleva meses de gira. Comenzó el pasado 14 de octubre en Londres y después recorrió buena parte de Europa, con parada en Barcelona incluida. A mediados de diciembre dio el salto a Norteamérica y ya ha pasado por ciudades como Nueva York y Washington, colgando el cartel de no hay entradas en todos sus conciertos. Después de dos noches seguidas actuando en Boston, saltó a Canadá para actuar en Toronto también dos noches consecutivas y allí ocurrió algo que solo era cuestión de tiempo que sucediera: que se equivocó al saludar al público. «¿Estás listo, Boston?», preguntó, y miró entonces un papel en el suelo que le indicaba que se había equivocado. «Oh, shit», dijo totalmente natural y rápidamente rectificó: «¿Estás listo, Toronto?», volvió a preguntar y con una sonrisa incómoda intentó pasar página de la equivocación y continuar con el espectáculo. No es la primera vez que sucede algo así. La mayoría de artistas tienen escrito en algún lugar del escenario el sitio donde tocan para evitar estas confusiones. Tocando cada día en una zona distinta es normal que no sepan dónde se encuentran. También les ocurre a los políticos cuando están en campaña electoral. El año pasado el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, sufrió varios tropiezos de este tipo. En la campaña de las autonómicas, primero se confundió en Extremadura y luego en Baleares. Precisamente, hace unos días se habló mucho en España de Madonna a raíz de una entrevista a la actriz Úrsula Corberó en la que contaba cómo era su relación con la cantante a raíz de un encuentro en un avión: «Tenía que hacer escala el Londres y, después de ir al baño, me encontré con Madonna en el avión». La cantante le reconoció que era fan de ella y de su personaje en La Casa de Papel, y acabaron dándose los teléfonos. Más tarde, cuando Madonna vino a actuar a Barcelona, invitó al escenario a Úrsula Corberó, y juntas improvisaron una coreografía con los bailarines en el Palau Sant Jordi.