Júlia Peró ahonda en los miedos y los tabús de la vejez con su debut 'Olor a hormiga'
La escritora debuta con 'Olor a hormiga', un relato de terror sobre la vejez y la muerte que nos encierra en cuatro paredes con dos mujeres de generaciones diferentes
En una sociedad que esconde la vejez, evita hablar de la muerte y ha montado toda una industria de la belleza y la medicina, el régimen farmacopornográfico que diría el filósofo Paul B Preciado, hacerse mayor es el peor relato de terror que puedo uno contarse. De ahí que tengamos cremas, tintes y demás ayudas para retardar el declive físico y mental de nuestros cuerpos y nuestras mentes, y que los medios de comunicación, el cine y, cada vez más, la literatura, se alejen de todo lo cercano a la vejez. Y si tiene que ver con mujeres mucho más. Lo vimos en La abuela, una película que hablaba precisamente de esto desde el género y el terror y ahora lo tenemos en Olor a hormiga, una estimulante novela que es el debut de la directora de arte, poeta y feminista, Júlia Peró. Un relato de terror sobre la vejez y la muerte, sobre marchitarse y acabar los días solo. Es la realidad de mucas mujeres que, como Olvido, la protagonista de esta novela que publica Reservoir books, vive sola, con la única visita de una cuidadora, en un piso de clase obrera en una ciudad. Ya no sale a la calle, todo sucede en esas cuatro paredes, mientras recuerda su infancia, lucha por entender el mundo actual y por admitir la descomposición de su propio cuerpo. La escritora mezcla géneros y estilos para contarnos una cautivadora historia sobre la condición humana.
Habías publicado el poemario Anatomía de una bañera (Planeta, 2020) y el libro de conversaciones Este mensaje fue eliminado (Planeta, 2021), dos proyectos que investigaban el cruce de géneros, ahora debutas con tu primera novela, ¿qué tal la experiencia?
Pues al principio fue muy difícil, porque estaba muy acostumbrada a escribir poesía, que es una cosa totalmente totalmente distinta. No requiere de tanta lógica ni de tanta concentración, por decirlo de alguna manera. Fue un proceso muy arduo, pero fue bastante lineal y progresivo. Enseguida empezó a gustarme lo de seguir la narración. De hecho, ahora solo pienso en narración con respecto a los proyectos que tengo por delante. Estoy preparando un poemario, pero ahora mismo lo que me sale es pensar en narraciones, así que supongo que el el cerebro me ha cambiado la costumbre también.
Con solo dos personajes, dos mujeres, y un único espacio, un piso, compones esta historia, ¿de dónde surge la necesidad de encerrarlo todo en ese lugar?
Siempre me ha interesado el minimalismo literario, contar las cosas con la mínima expresión, con los mínimos materiales posibles. Esta novela, de hecho, no iba a ser así, iba más encaminada a hablar sobre la muerte, un tema que ya había tratado en mi anterior poemario. En esta ocasión quería hablar también de la vejez, que es el paso previo a la muerte, y que implica temas como la demencia, la soledad, etc. Me encajaba muchísimo contarlo con cierto minimalismo: pocos personajes, pocas escenas, de hecho, ni siquiera se describe todo el piso, casi todo se produce en un pequeño salón. Esa mezcla de minimalismo y de hablar de temas como la demencia, y cómo actúa un cerebro que se siente solo y que le da vueltas y vueltas a las mismas cosas constantemente.
La vejez como un cuento de terror, ¿por qué tenemos tanto miedo a hablar de ella o a vivirla de cerca?
Es algo que me preguntan mucho, creo que también tiene que ver con que, en realidad, tengo 28 años, soy joven y supuestamente no debería tener miedo a la vejez. Sin embargo, creo que mucha gente le tiene miedo. La mayoría de la sociedad, creo. Con el miedo a la vejez me refiere no solo al hecho de morirse y desaparecer, sino al hecho mismo de envejecer, de que se vea, en las arrugas, a enloquecer. Yo tengo en mi familia un currículum bastante interesante de demencias, alzheimer o bipolaridad. Me da miedo llegar a esos extremos. Creo que si nos ponemos a pensar, todas y todes, realmente ese miedo está siempre. Tenemos sérum antiarrugas, nos teñimos las canas, y cada vez a una edad más temprana. No combatimos las arrugas, combatimos la vejez. Es un miedo social. En esta novela necesitaba que hubiera honestidad y quería plasmar esos miedos que son reales en el libro.
Es un tema que escondemos, se ha escondido en el cine, donde apenas hay relatos y, si los hay son hombres, y en la literatura, ¿por qué ni siquiera damos espacio en la ficción y por qué siempre las mujeres quedan peor?
Todo está relacionado con el género. De hecho, siempre encontramos parejas donde el hombre siempre es mucho mayor que la mujer. El tema de la esposa joven, la esposa dispuesta, la esposa fértil, viene muy relacionado también con la fertilidad de la mujer, muy ligado con el deseo del hombre, que es el que se tiene en cuenta. Incluso diría que hay cierta sexualización de la juventud hacia la hacia la mujer, lo vemos incluso en el porno. En el hombre no se castiga tanto la vejez. De hecho, se relaciona esa etapa con ser sabio, con tener experiencia. En la mujer, se relaciona la vejez con un marchitamiento. Ya no eres fértil, ya no causas deseo al hombre. Creo que las cosas están cambiando, pero lo que nos da el capitalismo es más cremas para la vejez de las mujeres. Ahora se está poniendo de moda que ellos también usen sérum de noche. No debería ser tampoco así, no es la solución, pero sí, indudablemente el machismo también afecta a la concepción de la vejez. Mencionabas el cine, los dos ejemplos que he tenido en cuenta, que son buenas películas, hablan de los hombres. El padre, de Florian Zeller, y Amor, de Haneke.
Es un libro muy físico, donde casi notamos el cuerpo, donde vemos moverse a Olvido con dificultad por esa casa, pero donde notamos el olor, ¿ha sido difícil crear ese envoltorio para el lector?
A mí la forma de escribir que me interesa es hacerlo desde las entrañas. Necesitar leer el el tacto, leer el calor, leer los olores. Eso está en todo lo que escribo, pero justo en este libro, donde hay un gato que está muy relacionado con con Olvido, los olores son importantes, porque para ese gato lo son. De hecho, en casi todos los capítulos se nombra algún tipo de olor también porque es una casa que se cuenta que es muy pequeña y normalmente no se ventila y es húmeda. Esa mezcla requería que hubiera una descripción de los olores.
Mencionabas e gato y es verdad que los animales son importantes también en el relato, también las hormigas con esos fragmentos que describen su comportamiento y que intercalan la narración...
No recuerdo ni cómo salió lo de las hormigas. Sin hacer un spoiler, hay en la novela algún suceso en que está muy relacionado con la muerte. Y la muerte me lleva a algo que se pone malo. Y lo lo que se pone malo, al final, se pudre. Entonces aparecen las hormigas. Sin embargo, la hormiga de la piel, que es la especie de hormiga que aparece en el libro, no existe. Es una invención mía. Ese hormigueo que se describe, eso que se dice en el libro de que la hormiga de la piel utiliza hormigueros normales bajo tierra, sino que utilizan cuerpos humanos de hormigueros, no existe. Surgió porque necesitaba esto para el relato, físicamente eso que propongo es imposible, por eso inventé la hormiga de la piel y todo fue rodado después con todos los sucesos que van aconteciendo en el libro.
Los dos personajes, las dos mujeres que aparecen son la cuidadora y Olvido y entre ellas surge un choque generacional, ¿por qué te interesaba indagar en él?
Ligado con ese minimalismo que me interesaba está la idea del juego de contrastes. Hay mucho de eso en la novela. Vemos capítulos que se repiten, pero que son distintos. Vemos frases que se repiten dos veces. Hay un choque de dos partes muy contrastadas. Esto era importante, porque el personaje de Olvido tiene mucho miedo a la vejez, no tanto a morirse, pero sí a marchitarse. Necesitaba ahí un personaje que le hiciera sentir esas cosas, la envidia hacia alguien joven que puede enamorarse. Es una mezcla de envidia y mezcla de odio. Hay muchos sentimientos muy contrastados. Mi idea era generar este contraste también con los capítulos, con las sensaciones que te genera cada capítulo. Hay un capítulo que a lo mejor te da cierto miedo. Hay otro capítulo que te da mucha ternura. Ese contraste es un hecho que me divierte muchísimo.
Hay otra idea interesante que es la de mostrar quiénes somos en realidad cuando nadie nos mira, cómo nos comportamos
Hay una búsqueda brutal de honestidad. En el libro quería que todo fuera muy íntimo y muy sincero. Por eso, vemos, de repente, que Olvido explica que pasea desnuda por casa, que está aburrida y se queda mirando cómo da vueltas el tambor de la lavadora. Que se sienta en el suelo... Todo esto, escenas rutinarias que nadie mira o nadie cuenta, mezclado con lo que ella sufre, la demencia.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...