La viuda de Gregorio Ordóñez: "Muchos ciudadanos piden perdón a Goyo; me dicen que sienten no haber estado donde tenían que estar aquellos años"
Ana Iríbar y Aimar Bretos recorren la exposición 'La vida posible', que estará en San Sebastián hasta el 28 de enero en la Casa de Cultura de Aiete
Las entrevistas de Aimar | Ana Iríbar
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Madrid
El martes 23 de enero es el aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez a manos de ETA. 29 años ya desde que ETA mató en 1995 a este concejal del PP de un tiro en la nuca, por la espalda, cuando comía con unos compañeros de partido en un bar de la parte vieja de San Sebastián. Su viuda, Ana Iríbar, decidió hace un tiempo montar una exposición con el legado de Gregorio Ordoñez. Una exposición que ha viajado por varias ciudades de España, pero que Ana quería llevar a San Sebastián, la ciudad por la que Gregorio se dejó la piel y la vida. 'Hora 25' ha estado con Ana recorriendo esa exposición, titulada 'La vida posible', en la Casa de Cultura de Aiete, en Donosti.
Gregorio Ordóñez y Ana Iríbar se conocieron en Donosti. Así recuerda ella el momento: "Nos conocimos en la calle. El verano del 81. Él acababa de estudiar periodismo en Pamplona y yo me iba a estudiar Filología a Zaragoza. Me acuerdo perfectamente de ese momento. Me acuerdo hasta de la camisa que llevaba puesta Goyo. Yo caí en sus redes. Fue un amor a primera vista. Era un tipo que tenía mucho carisma. Allí donde estaba, donde hablaba, llamaba la atención. Me enamoré en ese momento".
Todavía él no estaba coqueteando con la política, por aquel entonces empezaba en el periodismo, pero duró poco tiempo: "Muy pronto le echaron el lazo desde Alianza Popular. Y entró, no se lo pensó dos veces. Entró porque Gregorio entendía dos cosas: que había un problema muy serio, que era el terrorismo de ETA, pero entendía también que la sociedad tenía que reaccionar frente a ETA. Goyo no entendía cómo en San Sebastián se acababa de matar a un policía nacional y que la gente pasara de camino al lado de aquel cadáver tapado con una manta y que nadie dijera ni hiciera absolutamente nada. Unos años en los que las instituciones vascas, empezando por la Iglesia y siguiendo por el PNV, apenas manifestaban públicamente un apoyo a la víctima. La víctima no existía en esos años".
Ana Iríbar nos guía por la exposición, 'La vida posible', que en otras ciudades con muchísima menos vinculación con Gregorio Ordóñez ha sido más visitada que en su propia ciudad, en San Sebastián. Aimar Bretos va preguntando a Ana por los objetos que están presentes en la exposición. Pregunta a Ana por una carta que le escribió su marido en 1984 cuando eran novios: "Me decía te quiero muchísimo. Te echo en falta, Ana maravillosa. Era un novio maravilloso. Era divertido y yo tenía muy claro que era el hombre con quien quería compartir mi vida. Fueron años especialmente bonitos. Cuando Gregorio llegaba a Zaragoza, yo estudiaba allí y los dos últimos años compartía piso con tres buenas amigas, cuando llegaba Gregorio era la fiesta. No había ascensor en aquella casa y yo recuerdo verle subir la escalera cargado con botellitas de cava, de jamoncito... ¡Que viene Goyo! Era la fiesta. A ver, tenía 36 años cuando fue asesinado, vivió muy poco, pero con una intensidad como he visto a muy poca gente vivir".
El político del Partido Popular era asiduo a la SER: "Hasta se duchaba escuchando a Iñaki por las mañanas". Era un tipo muy divertido, recuerda Ana mientras comentan una foto de la exposición en la que se le puede ver en la puerta del Hotel María Cristina vestido de botones. "Era un tipo muy ingenioso. Todas estas cosas se le ocurrían a él. Goyo no tenía asesores. Tenía algún amigo que le echaba algún cable, pero él se escribía sus discursos, decidía cómo tenía que ser la campaña, cuál iba a ser el cartel, cuál iba a ser el mensaje, cómo iba a aparecer Alianza Popular muy chiquitito al final del póster...".
Las campañas tenían dos caras, nos comenta Ana: "había que pegar los carteles de madrugada porque podías tener algún percance, vamos a dejarlo así. Recuerdo que en la campaña del 83 se compartía la cola para pegar los carteles con el Partido Comunista para evitar ser agredidos. Pero Goyo quería hacer las campañas como los demás y lo primero que hizo aquella campaña del 83 fue poner una mesa electoral en la calle. Y, claro, le duró 10 minutos. Les agreden a todos, se la vuelven del revés, uno de sus compañeros tiene que ir a la residencia incluso y se pasa toda la campaña con un collarín por una lesión cervical importante...".
El concejal del PP era muy currante, nos cuenta su viuda. "Goyo abría el Ayuntamiento a las 7 de la mañana. Hay mucha gente que viene a ver la exposición y me dice que recuerda que cuando se cruzaba con Gregorio a determinada altura de la calle, sabía perfectamente si llegaba tarde al trabajo o si perdía al tren, porque me cruzaba con Goyo en ese momento. Con Gregorio y su maletín". Ese maletín, marrón, de cuero, está en el centro de la exposición, un maletín con el que trabajó muchos años y que llevaba el día del atentado: "Aquel día llevaba dentro un cómic que le iba a llevar a su hijo Javier con la historia de la Tamborrada de San Sebastián, un móvil de aquel entonces, su cartera, su agenda con unas notas en euskera porque él estaba estudiando euskera cuando lo mataron". Al lado del maletín hay una bala: "Sobre todo en los últimos tres meses, muchos lunes cuando llegaba al Ayuntamiento abría su casillero y se encontraba con una bala, alguien había dejado una bala. Yo no lo sabía. Gregorio no me contaba estos detalles. Yo sé que los últimos meses fueron muy duros para él. Se sabía ya seguido y vigilado".
Las amenazas
Había muchas señales del peligro por el que atravesaba el concejal del Partido Popular. Una de ellas eran las llamadas amenazantes que recibía en su teléfono: "A ver, Gregorio, estamos hasta los cojones de ti. Una declaración más tuya y tu familia corre un riesgo de morir, cualquiera de ellos. Estamos hasta los cojones ya de ti. Fuera de Euskadi, cabrón". Esto le dejaron grabado en su contestador automático. Eso no lo amedrentó. "Goyo salía de su casa y había un tipo esperándole. O se asomaba a la ventana del Ayuntamiento antes de comer y estaba el mismo individuo enfrente esperándoles, siguiendo sus pasos. Todos sabíamos a su alrededor... Su madre se lo dijo esas últimas navidades: 'Goyo, como sigas hablando así te van a matar'. Pero Goyo ya había tomado una decisión, no quería renunciar ni ceder ni un milímetro de su libertad, de su fuerza, de sus convicciones e iba a seguir viviendo y diciendo y haciendo las cosas que él consideraba que tenía que hacer".
La de las elecciones municipales de 1995 fue su última campaña electoral. Ana Iríbar nos confiesa que vivió muy preocupada esos últimos meses de campaña: "Teníamos un niño pequeño, tenía un año y dos meses, era un bebé. Yo le decía: 'Jo, Goyo, ya son 12 años dedicados en cuerpo y alma a esta actividad pública tan intensa y maravillosa, pero vamos a pensar en nuestro hijo, en los que queramos tener. Pero él decía que un poco más". Pero en ese momento, el PP de San Sebastián estaba más fuerte que nunca. En las elecciones europeas de 1994 el PP había sido la fuerza más votada en San Sebastián y eso había sentado muy mal en el entorno abertzale. "Fue un crimen electoral. Fue un crimen ideológico. Solo una bala podía terminar con esa fuerza transformadora que fue Gregorio Ordóñez para muchos de nosotros. Esa voz clara y contundente contra ETA y el nacionalismo vasco", reflexiona Ana.
La viuda de Gregorio Ordóñez nos cuenta cómo llegó hasta la exposición una de esas balas que le dejaban en su casillero del Ayuntamiento: "Me la da un periodista cuando estoy montando la exposición. Nos tomamos un café y me entregó la bala. Me dijo: 'Un día que entraba yo con Gregorio en el Ayuntamiento abrió su casillero, estaba allí y me dijo: toma, para ti, que yo ya tengo muchas". Acceso al casillero de Gregorio Ordóñez solo podía tener gente de dentro del Ayuntamiento: "El PP estaba pared con pared con Herri Batasuna. Goyo era consciente de ello. Su asesinato se decide en el despacho contiguo al del Partido Popular. Fue una muerte anunciada. Él asumió cuál iba a ser su final", nos dice Iríbar.
El atentado y las víctimas
Sobre las 15:30 del 23 de enero de 1995, Ordóñez almorzaba con sus ayudantes, María San Gil y Enrique Villar, en el restaurante 'La Cepa', en la Parte Vieja de San Sebastián, cuando el etarra Javier García Gaztelu, 'Txapote', le disparó un tiro en la nuca. Murió en el acto. "De las pocas cosas que recuerdo, cuando acompañaba al coche fúnebre de Gregorio, detrás, camino al cementerio, cómo toda esa avenida estaba llena de ciudadanos. El silencio y cómo rompían a aplaudir.
Sin embargo, cuando yo tengo fuerzas unos cuantos días después de bajar al parque con mi hijo para que jugara con otros niños, ni una sola de esas madres se me acercó a darme un abrazo. Yo entraba en los comercios a los que entraba a diario y se hacía un silencio rotundo. Yo me sentía como un fantasma. Yo decía: 'Pero qué pasa aquí, que soy yo, soy Ana, vuestra vecina, la mamá de Javier'. Ahí pensé que algo extraño sucedía el día después del atentado para una víctima, para ese familiar que había perdido a un padre, a un hermano, a un marido. Entonces llamé a Bárbara Dührkop".
Bárbara Dührkop es la viuda de Enrique Casas, socialista vasco asesinado en 1984. Ana nos cuenta que la llamó para preguntarle cómo se hacía para sobrevivir, no solo a la pérdida, sino cómo se superaba la calle: "Cómo se superaba ese silencio demoledor, atronador, que rodea a una víctima en el País Vasco. Bárbara me dejó de piedra. Fui a su casa a tomar café. Me abrió la puerta y me dijo: 'aquí llamaron dos individuos. Abrió Enrique. En este pasillo dispararon a Enrique. Aquí quedó tendido en un charco de sangre. Ahí al fondo estaba mi hijo...'. Se me pone la piel de gallina al recordarlo. Bárbara me dijo que siempre iba a llevar una mochila a mis espaldas, que iba a pesar unas veces más, que iba a pesar unas veces menos, pero que esa mochila iba a estar siempre conmigo y tendría que vivir con ella. Le debo mucho a Bárbara".
La gente que trabajaba con Gregorio Ordóñez en el Ayuntamiento, los de Herri Batasuna, aquellos que estaban en el despacho de al lado dijeron "que se había hundido el buque del fascismo español", recuerda Ana Iríbar. Solo una concejala de HB criticó en público el asesinato: "Fue Begoña Garmendia. Ella hizo públicas unas declaraciones en las que, creo recordar, dijo algo así como que a Gregorio había que combatirle en la política. Y Begoña Garmendia desapareció del panorama de la política a las semanas o a los días, incluso. Nunca más se supo de ella". Cuatro meses después del asesinato, el PP fue la fuerza más votada en San Sebastián con el 23% de los votos, algo absolutamente impensable unos años antes.
La familia y su hijo
La entrevista continúa con Ana Iríbar contándonos cómo es la familia de Gregorio Ordóñez y cómo vivió el atentado: "Fue demoledor. Hay una frase de la madre de Goyo en la que dice que 'de un simple tiro en la nuca habéis acabado con la vida de mi hijo y me habéis destrozado la mía'. Ninguno de sus padres fue la misma persona desde ese momento. Nada fue igual en esta familia. Fue muy duro".
El recorrido por la exposición llega a una foto de Gregorio Ordóñez con su hijo Javier en brazos. "Javier es un tío maravilloso. Ha sido para mí muy importante. Él es el que me ha hecho salir adelante, el que tiraba de mí para decirme hay que comer, hay que vivir, hay que trabajar, hay que salir al parque... Es el que me ha reconciliado con San Sebastián. Me costó mucho mirar a los ojos a mi hijo después del atentado contra Gregorio. No quería que viera todo el horror que había dentro de mí. Toda la tristeza y el dolor. Me costó mucho devolverle la mirada a Javier. Me siento muy orgullosa de él y de lo que se parece a su padre", recuerda emocionada Ana.
Ana le cuenta a Aimar cómo gestionó el momento en el que le tiene que contar a su hijo que a su padre le mataron en un atentado: "Es de las cosas que no se me olvidan en la vida. Una mañana, antes de ir al cole, desayunando en la cocina de casa, Javier no había cumplido ni los 5 años, cuando Javier me pregunta cómo había muerto su padre. ¿Quién se lo había dicho? Yo le hablaba de su padre, de su trabajo, de su fuerza... Pues le dije que su padre estaba comiendo en un bar en San Sebastián, cuando un terrorista dispara contra él por la espalda y muere."
Y continúa: "La segunda pregunta es la difícil: ¿Quién ha matado a su padre? Yo ya sabía que había sido el Comando Donosti. Yo ya sabía quiénes eran los tres integrantes que habían matado a su padre y podía responder a esa pregunta de Javier. Pero cuando me pregunta dónde están esos asesinos, un niño de 5 años, yo no lo sé, porque solo ha sido detenido Valentín Lasarte. No ha habido juicios, van a pasar 19 años para que llegue el tercer juicio y, créeme, no pasa un solo día de mi vida en el que pienso en las más de 300 familias que han perdido a un familiar por un atentado terrorista de ETA y que no han tenido juicio. Porque el juicio es lo que de verdad ha cerrado mi duelo. Y no es justo que estas familias no hayan podido cerrar su duelo porque la justicia no ha funcionado en este país".
La actualidad y el recuerdo
Para terminar la conversación, la viuda de Gregorio Ordóñez nos habla de las cartas que guardaba y que están expuestas en la exposición. Cartas de toda una vida y también las que le enviaba a Ana mucha gente: "Yo recibí cientos de cartas en aquella semana posterior al atentado". Todavía hoy hay gente que sigue escribiendo, en este caso en el libro de visitas de la exposición: "En este libro muchos ciudadanos están escribiendo lo que sienten, lo que piensan. A San Sebastián le falta un espacio como esta exposición en el que invitar a los ciudadanos de mi generación, que necesitan expresar lo que sintieron, lo que pensaron en aquellos años. Hay muchos que me dejan aquí escrito que sienten mucho no haber estado donde tenían que estar en aquellos años. Hay muchos que incluso le piden perdón a Gregorio Ordóñez por no haber sido tan valientes como él. Esa autocrítica es absolutamente necesaria para la sociedad vasca".
Todos aquellos que quieran acercarse a ver la exposición y a dejar un mensaje en ese libro de visitas pueden hacerlo hasta el próximo 28 de enero, en la Casa de la Cultura de Aiete, en San Sebastián. Toda la información sobre 'Gregorio Ordóñez, la vida posible' la pueden encontrar en su página web.
Josema Jiménez
Periodista de Sanlúcar de Barrameda. Trabajo en la Cadena SER desde 2018. Antes en Hoy por Hoy, ahora...