Reducción al absurdo

Madrid

El presidente de Israel, Isaac Herzog, ha reclamado en Davos el apoyo total, sin matices ni condiciones, a la acción militar de su Gobierno contra Gaza. Para ello, ha usado argumentos que parecen impropios. Sostiene Herzog que los países que apoyen a Suráfrica en su demanda contra el Estado judío, ante el Tribunal de La Haya, por presunto genocidio, "básicamente apoyan las atrocidades y la barbarie" de Hamás en su atentado del 7 de octubre: y apoyan además la "violencia sexual" y "los atraques sádicos" contra civiles.

Este tipo de reducción al absurdo es inconveniente. Porque uno puede apoyar al mismo a tiempo a Israel, condenar a Hamás y criticar la desmesura de la acción militar de Benjamin Netanyahu, además de compadecer las víctimas de todos los lados. Si eso fuera imposible, solo quedaría la vía de alinearse absolutamente y sin reservas con alguno de los actores, y eso nos conduciría a un mundo en el que solo hubiera buenos y malos. Buenos, los que me gustan. Malos, todos los demás. Es una forma de argumentar francamente endeble.

Pero además es políticamente contraproducente, porque excluye a muchos amigos del pueblo judío que quieren seguir siendo amigos de la causa palestina y facilitar su convivencia política y pacífica.

Otra acusación, esta contra el país que ha denunciado al suyo ante el tribunal, produce aún más tristeza. Llama hipócrita al Gobierno surafricano porque utiliza una norma, la que configura y penaliza el genocidio, que fue formalizada para que nunca se repitieran horrores como el del Holocausto contra los judíos. La inmensa mayoría del mundo mundial rechaza aquella barbaridad. Pero eso no puede utilizarse como coartada para validar una actuación militar-represiva cuyos resultados son tan terribles, en términos humanitarios.