'Slow', el drama romántico que aborda la asexualidad en una pareja
La joven directora lituana Marija Kavtaradze plantea una película alejada de convencionalismos en su mirada hacia las relaciones románticas, presentando a una pareja protagonista que no necesita el sexo para amarse
Madrid
La todavía breve pero curiosa filmografía de Marija Kavtaradze revela a una cineasta movida por un interés claro: la desestigmatización de realidades desconocidas por el grueso de la sociedad. La lituana debutó en 2018 como directora con Summer Survivors, una road movie que abordaba la enfermedad mental y que apuntaba a un estilo humanista en su trabajo. Slow, su nueva película, continúa esa línea con la historia de una singular relación amorosa alejada de la convencionalidad.
Dovydas (Kestutis Cicenas) y Elena (Greta Grineviciute) se conocen cuando él, intérprete de lenguaje de signos, acude a una clase de baile que ella imparte a adolescentes con discapacidad auditiva. Rápidamente surge la química entre los dos y comienzan a salir. Sin embargo, ambos tienen peculiaridades que no tardan en revelarse: Elena está acostumbrada a encuentros esporádicos lejos del compromiso y Dovydas es incapaz de sentir atracción sexual debido a su asexualidad. Sin embargo, su conexión es tan grande que buscarán la forma de funcionar como pareja, tratando de tomarse el tiempo y la atención necesaria, yendo con cuidado y lentamente, como indica ese Slow que da nombre a la obra.
La película, anunciada por la novedad de tratar la asexualidad en un drama romántico, podría valerse precisamente de esa diferencia para tejer todo su arco narrativo, pero a Kavtaradze le interesa ir más allá: "La historia principal es la de su relación". La joven cineasta explica que no quería que Dovydas se definiese solo su sexualidad porque "todos somos muy diferentes". "Cada vez que escribo un personaje, independientemente de su sexualidad, necesito pensar en más cosas como de dónde viene o cuál es su origen social y cultural", comenta mientras añade que "Dovydas también se define mucho por su sentido del humor". Pese a ello, asevera un trabajo minucioso para ofrecer una representación realista, que le llevó a hablar con personas asexuales para "preguntarles qué pensaban sobre la historia y pedirles que compartiesen sus experiencias". Kavtaradze da especial importancia a la noción de "responsabilidad" porque la sexualidad del personaje es "importante", pero también expresa que "tratamos de verle como una persona en su conjunto".
Para la directora, hay dos conceptos fundamentales en la película, los cuerpos y la comunicación. Las dificultades que experimenta la pareja en su vida sexual obligan a la cineasta a recurrir a otros elementos para expresar la afinidad de la pareja. Así, las miradas cómplices o los pequeños roces sobrepasan el gesto y adquieren una especial dimensión afectiva, lo cual es un "desafío" a la hora de dirigir. "Esos pequeños detalles los estábamos buscando cuando ensayábamos", explica Kavtaradze, que describe cómo en los ensayos fueron "juguetones", improvisando pero respetando siempre el guion. La realizadora aclara que "los diálogos no están improvisados en absoluto, pero sí las miradas y la forma en la que interactúan". Cómo filmar a la pareja para hacer sentir a los espectadores el romance fue una cuestión que preocupó a directora, protagonistas y director de fotografía (Laurynas Bareisa): "Siempre es romántico que los personajes se miren o mantener los planos un poco más de tiempo, pero nos preguntábamos cómo podía filmarlo". Finalmente decidieron utilizar una lente más larga en la cámara y alejarse, recurriendo por momentos a primeros planos. Para Kavtaradze, eso es "muy romántico" porque les da "espacio como actores" y posibilita ver sus cuerpos, que sumado a la grabación en formato en 16 mm ("tiene un cierto sentimiento, tal vez nostálgico", plantea) influye en "la creación de la intimidad".
Antes de las decisiones de puesta en escena, el reto era principalmente plantear en el guion la química entre Dovydas y Elena porque "luego al conocer a los actores y trabajar es más fácil ver los momentos que funcionan y en los que siento ese romance nada más mirarlo". "Mientras escribía, realmente necesitaba encontrar mi camino", manifiesta Kavtaradze. En primer lugar, buscó "hacer creíble que se enamoren y escribir esa historia", plantéandose "dónde comienza este amor y por qué es romántico si no comparten la atracción sexual". "La química que tienen es escrita, pero lo es de una manera que no había visto antes, porque todas las historias de amor que he visto también tienen cierta dimensión sexual", detalla. La lituana no quería que fuese "demasiado amigable porque entonces tal vez podríamos perder un poco de romance", por lo que define como interesante la búsqueda de un "equilibrio mientras escribía y luego ensayándolo". Los actores también aportaron mucho a sus propios personajes porque el casting se hizo muy temprano en el proceso y a través de conversaciones con ellos consiguieron hacerlos "más tridimensionales".
Otra idea presente en el texto inicial que amplifica la relación entre los protagonistas son sus profesiones. Dovydas y Elena utilizan en su trabajo formas de comunicación que se alejan de lo normativo, lo que les permite construir un lenguaje nuevo y particular, como el de su relación. "Es gracioso porque para ser honesta, realmente no pensé tanto en las profesiones", admite en primera instancia Kavtaradze. La directora explica que fue más tarde cuando se dio cuenta de que "todo calzaba" y que las profesiones conectaban "muy bien con la idea de la película" respecto a los cuerpos y especialmente la comunicación, "que es de lo que trata realmente una relación".
Lo cierto es que, incluso partiendo de las peculiaridades de ambos protagonistas, Slow no deja nunca ser una película sobre las complejidades de las relaciones interpersonales. La novedad es su actualización de las expectativas que puede suscitar el drama romántico, permitiendo aquí que se abra el abanico de sus posibles representaciones . A su autora no le preocupa que la mayor parte de la conversación sobre su obra gire en torno a la asexualidad porque sus interacciones con espectadores revelan que "la gente realmente nota muchas cosas" que van más allá de ese tema. En cualquier caso, Kavtaradze asegura que ha recibido cartas o respuestas de personas asexuales "muy agradables" y que "son realmente importantes" para comprobar si el proceso de representación ha sido exitoso. Por ello, pese a su deseo de construir simplemente una historia sobre una relación, cree que si Slow "hace que al menos una persona se sienta representada o vista, también es un logro y me hace feliz".
Aunque no consiguió ser una de las quince películas finalistas previas al anuncio de las nominaciones, Slow fue presentada como la candidata lituana al Oscar de mejor película internacional. Antes, había sido estrenada en el prestigioso Festival de Sundance, donde recibió críticas muy favorables y un premio a la dirección de Marija Kavtaradze. El recorrido de la película por otros festivales y su estreno en distintos países sirve para dar a conocer un cine lituano que para Kavtaradze se encuentra en una situación "buena y que está mejorando cada vez más". Por ello, lamenta que pese a que "las películas lituanas viajen y ganan premios, probablemente como en todos los países, necesitamos más fondos para el cine". "Depende esas ayudas, especialmente el de autor, y dado que es un cine que viaja y al que le va bien, creemos que vale la pena apoyarlo", afirma.
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