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Tocar la vida

"El Estado de bienestar se parece más a un termómetro que a un barómetro"

La Píldora de Andújar | Tocar la vida

Barcelona

Si un político quiere saber lo que va a pasar, mira los barómetros. Pero, en la vida diaria, lo que se lleva son los termómetros. Cuando venían los resfriados, a los personajes de los tebeos se les pintaba una bufanda y la nariz colorada, con un termómetro en la boca. De niño, me los ponían en el culo, con perdón, y tenerlos en la axila fue tan importante como estrenar los pantalones largos. Iba yo con el termómetro bajo el brazo igual que volvía de comprar el pan. El periódico y el pan se llevaban del mismo modo porque los dos se hacían de la misma manera, por la noche. Mi madre confeccionaba con tela las bolsas del pan. Porque mi madre no hacía, mi madre confeccionaba. Entonces, había una palabra para cada cosa. También tejió para el pan una bolsa de ganchillo, muy historiada y muy bonita. Si los políticos le diesen más importancia al termómetro que al barómetro, sabrían que la gente tiene fiebre, que la gripe ha vuelto a hacinar a los enfermos en las urgencias de los hospitales, que el personal sanitario se encuentra de nuevo tan desbordado, tan impotente, tan falto de recursos, como cada vez que la población necesita que la atiendan. Por esta razón, el pico no lo pone la gripe, sino el desmantelamiento del sistema sanitario. Si se le quiere echar la culpa al tiempo, a esto se le llama llover sobre mojado. El Estado de bienestar se parece más a un termómetro que a un barómetro. Quizá el barómetro se lo podrían poner algunos como yo de niño, cuando los termómetros eran de mercurio, y yo los rompía para ver rodar aquellas bolitas estratosféricas. Ahora los termómetros son digitales; pero, entonces, a mi padre le bastaba con ponerme la mano en la frente para saber lo que pasaba. Su política consistía en tocar la vida.