Vamos, Rafa
"Quien se extraña no ha entendido nada del deporte profesional, donde manda el dinero. Y esto no es nuevo. No recuerdo que se criticara mucho al mejor futbolista de su época, Alfredo di Stefano, por ir a jugar a una dictadura, que era la nuestra"
La píldora de Enric González | Vamos, Rafa
Madrid
Antes se gritaba “¡vamos, Rafa!”. Ahora se suspira un “vamos, Rafa…”. Parece que mucha gente se siente decepcionada por el hecho de que Rafa Nadal, ídolo de masas con fama de buen chico, vaya a ser embajador deportivo, subsector tenis, de la horripilante dictadura saudí. Pero a mí me parece normal. Paso a explicarme.
Primero debo decir que quien se extraña no ha entendido nada del deporte profesional, donde manda el dinero. Y esto no es nuevo. No recuerdo que se criticara mucho al mejor futbolista de su época, Alfredo di Stefano, por ir a jugar a una dictadura, que era la nuestra, la de Franco. Y entonces se movía mucha menos pasta. También es verdad que a don Alfredo le pagaban por ganar títulos y a Rafa, en cambio, le pagarán por decir maravillas de una satrapía.
En segundo lugar, quienes cobramos poco no podemos comprender de qué va la cosa. Como el dinero se nos suministra en pequeñísimas dosis, no nos hacemos adictos. Pero en grandes cantidades el dinero engancha. Cuanto más tienes, más necesitas. Habrán notado que los ricos son cada año más ricos. Será por algo. Y aquí ignoramos de momento la cantidad, pero así a ojo yo calcularía al menos 500 millones.
Tercero: para divertirse de verdad con él, el dinero ha de ser obscenamente abundante. Recuerden lo que decía un antiguo conde de Godó: si necesitas preguntar el precio de un yate es que no puedes permitírtelo. No hablo de darse caprichos como un reloj de un millón de euros, sino de hacer realmente lo que a uno le dé la gana. No hay más que fijarse en los jeques saudíes. Acaban de comprarse un Rafa Nadal y seguro que no se han molestado ni en mirar el saldo de la cuenta.
En cuarto lugar, estoy dispuesto a admitir que el dinero no da la felicidad, pero creo que ayuda. Con un patrimonio gigantesco todo se ve distinto y mejor. Recuerden lo que dijo Nadal en cuanto se supo del negocio: “Donde quiera que mires en Arabia Saudí puedes ver crecimiento y progreso”. Progreso. En Arabia Saudí. Eso va más allá de ver la vida de color rosa. Es alucinar literalmente.
O sea que enhorabuena por el colocón, Rafa.
Y una última cosa. Por fin puedo decir, sin temor a mucha bronca, que Federer siempre fue mejor tenista.
Me llamo Enric González y les deseo un buen día. También les deseo que nunca tengan que elegir entre la dignidad y 500 millones, por si acaso.