Retirar la Legión de Honor a Franco: la lucha de Jean Ocaña por la memoria democrática
Desde 2016, el republicano hijo de exiliados en Francia ha buscado judicialmente retirar al dictador la máxima condecoración que otorga Francia a personas que deberían ser ejemplares
Retirar la Legión de Honor a Franco: la lucha de Jean Ocaña. Del paraíso a la tensión: la disputa por Maldivas entre China e India
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Madrid
Todas las noches, la mente de Jean Ocaña cruza los Pirineos para volver a la tierra donde dio sus primeros respiros. Nacido en Albacete en 1940, este hijo de exiliados españoles en Francia no deja de luchar en sus dos países por defender la memoria democrática. En su ciudad natal ha trabajado por recordar a los 94 albaceteños asesinados en el campo de concentración de Mauthausen. Pero en Francia, donde la opinión pública debate retirar al actor Gerard Depardieu la Legión de Honor por sus acusaciones de violación y declaraciones machistas, Ocaña lleva años luchando judicialmente para que se le quite este reconocimiento al dictador Francisco Franco. Se ha retirado esta insignia a personas vivas, pero no a un muerto.
Franco recibió el máximo reconocimiento que otorga el Estado francés en 1928 como oficial y en 1930 como comandante. El mariscal Henri-Philippe Pétain, quien fue presidente de la república colaboracionista de 1940 a 1944, fue quien lo nombró por su actuación durante la guerra del Rif. Ocaña descubrió esto en 2016 leyendo Un verano inolvidable, un libro del periodista Gilbet Grellet sobre la guerra civil española. "Algo se me revolvió por dentro [...]. Me di como objetivo arrebatar al dictador la medalla del deshonor para ordenar la memoria de todas las víctimas", recuerda Ocaña. Contactó con el entonces gran canciller, Benoît Puga, para cumplir con su palabra. Pero la respuesta ante la solicitud de Ocaña fue negativa, argumentando que era imposible retirarle la insignia a un acusado muerto, ya que este no puede defenderse. Sin embargo, una reforma de 2010 en el Código de la Legión de Honor abrió la posibilidad de que se le retire a una persona extranjera que ha "cometido actos o ha tenido un comportamiento susceptibles de ser contrarios al honor o perjudiciales para los intereses de Francia en el extranjero o a las causas que esta apoya en el mundo”, sin especificar si está viva o muerta.
El presidente Emmanuel Macron volvió a modificar la norma en 2017 mientras el juicio aún estaba abierto. Ocaña confía en que ahora que el caso a pasado al Consejo de Estado, donde ya se le ha asignado un juez, tendrá una respuesta en uno o dos meses sobre su demanda contra el dictador. Para Ocaña, que personas como Franco tengan esta insignia es "un insulto a los más altos dignatarios recompensados por valentía y humanismo" que también la tienen, como Simone Weil, por ejemplo.
En años recientes, la insignia se ha retirado a Harvey Weinstein, Lance Armstrong o Bashar al Asad. Pero la tienen también personas como Vladimir Putin, Benito Mussolini o Muamar el Gadafi.
Memoria y dignidad en ambos lados de los Pirineos
José Ocaña, el padre de Jean, se marchó de España en 1939 porque fue condenado a muerte en el Tribunal de Albacete. Dejó a Ramona, su madre, embarazada de Jean. Fue torturada varias veces en el cuartel de la Guardia Civil de Albacete para revelar dónde estaba su marido, quien pasó cinco años en Mauthausen. En 1947, José logró enviar a su esposa una carta para sacarla junto con Jean y sus dos hermanas de España. Cruzaron los Pirineos hasta Andorra, donde Jean conoció a su padre cuando tenía siete años.
Cuando la familia Ocaña se asentó en Francia, hubo un pacto de silencio entre los padres para no hablar de las torturas por las que habían pasado mientras estuvieron separados. Decir quién había sufrido más que el otro era inconmensurable. Reconstruyeron sus vidas en Montpellier, donde ambos fallecieron con quince días de diferencia en 1989.
Jean Ocaña está en contacto permanente con Albacete, donde tiene todavía una lucha abierta por la memoria de su familia. José, hermano de Jean, fue asesinado con tres años en la consulta del pediatra Luis Martínez de la Ossa, quien tenía una rencilla personal con el padre de los Ocaña y llegó a ser alcalde de Albacete de 1950 a 1957. Así como Jean logró poner una placa para recordar a su hermano, enterrado en una fosa común, también lucha para que se retire la placa que homenajea al hombre que lo mató.
A un lado y al otro de los Pirineos, no sólo viaja la mente de Ocaña. También lo hace la necesidad de preservar la memoria y la dignidad.
Fernanda Fernández
Redactora y productora en 'A vivir que son dos días' desde 2022. Produjo 'Segunda Acepción' y ha colaborado...