Desde auroras boreales en El Teide hasta el ciclón que arrastró la Virgen de Candelaria: Estos son los fenómenos climáticos extremos de la historia Canarias
El astrofísico Manuel Vázquez Abeledo recoge en 'Historias sobre el clima y la meteorología en Canarias' los fenómenos que asolaron el archipiélago entre 1500 y 1960
Desde auroras boreales sobre El Teide hasta el ciclón por el que desapareció la Virgen de Candelaria original: Esta es la historia de la meteorología en Canarias
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Santa Cruz de Tenerife
La mitología y la literatura grecolatina situaba el paraíso en "unas islas del Atlántico". Un remanso en medio del océano que recibió infinidad de nombres y formas. Desde los Campos Elíseos, donde se relacionaban dioses griegos y mortales, hasta las Islas Bienaventuradas, donde reposaban las almas más allá de la muerte. También el Jardín de las Delicias que, posteriormente, inmortalizaría El Bosco en forma de tríptico. Obra expuesta en el Museo del Prado en la que, por cierto, aparece un drago milenario.
Canarias no solo era el fin del mundo o el último territorio del viejo continente, era misterio y leyendas. Ya en el siglo I d.C., el escritor y militar romano Plinio El Viejo, se refería al archipiélago como las Islas Afortunadas. Un grupo de "cinco" islas que gozaba de buen clima. En el caso de El Hierro, por ejemplo, todo el agua procedía de la lluvia. Una situación que le valió el nombre de Pluvialia. Aquellos escritos son la base de la fama climática de Canarias, de las islas de la eterna primavera.
Manuel Vázquez Abeledo es gallego de nacimiento, pero canario de adopción. Durante más de 40 años trabajó como investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Toda una carrera mirando al cielo sobre las nubes que reposan en las cumbres de Tenerife. Pero, sin obviar lo que ocurría bajo las nubes. Ahora, ya jubilado y no porque así lo quisiera, ha publicado "una recopilación sobre los episodios meteorológicos de Canarias". Lo que en librerías se llama 'Historias sobre el clima y la meteorología en Canarias' (Le Canarien).
"Me baso en los escritos de la gente que apuntaban los efectos meteorológicos que habían afectado a sus vidas", señala el escritor sobre la metodología que ha llevado para recoger un periodo desde 1500 hasta 1960. El propio Vázquez Abeledo explica que no sobrepasó esa fecha para no intoxicar los relatos con el cambio climático. "Lo empecé durante el confinamiento y lo terminé el verano pasado, son más de 500 páginas, pero que no se asuste el lector, se puede digerir poco a poco, tiene cuatro partes", señala.
Ciclones y langostas
El astrofísico ya había escrito otros libros de meteorología relacionados con el archipiélago. En uno de ellos, en 'Observando el Sol desde Tenerife', publicado hace cuatro años, recoge sus análisis desde las cumbres de la isla. También ha dedicado una obra a la figura de Juan Valderrama y Aguilar, conocido como el primer astrónomo de Canarias que inició la meteorología. "En el nuevo libro, cada apartado se centra en cada isla, en cada población y al final termino con los fenómenos extremos como las tormentas, las invasiones de polvo, sequías o invasiones de langostas", lanza.
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Apunta que "nos hemos olvidado de las invasiones de langostas", pese a que la última, en periodos científicos, fue hace relativamente poco, en el año 1958. "Hay documentos que hablan desde el siglo XVI, al principio las plagas de langosta era rogativas, poco se hacía, terminaban cuando se comían la tierra, en el año 1958 se recurrió a químicos y vuelos de avionetas", explica el científico.
Preguntado por los más de cuatro siglos que ha estudiado, asegura que "hemos vivido un periodo tranquilo". "Únicamente influenciado por las variaciones del sol, aunque nos sirven de base para entender la intensificación de fenómenos con el cambio climático", matiza. Vázquez Abeledo centra parte del libro en el ciclón tropical que asoló Canarias en el año 1826. "Generó cerca de 400 muertos, la infraestructura era muy básica u se llevó muchas casas, especialmente en La Orotava", apunta. En Santa Cruz, de la que ha incluido un documento inédito, "hubo muchos efectos en los barcos, que chocaron contra las playas", apunta.
La Virgen de Candelaria y un torrente de agua
Pero aquellas lluvias tuvieron un impacto especial en la localidad de Candelaria. En la actual plaza de la basílica "había un castillo hasta que un torrente de agua se llevó parte del castillo y a la gente que estaba en la basílica", comenta no sin olvidarse de los efectos sobre la propia Patrona de Canarias. "La virgen fue llevada al mar y desapareció, durante años descendió la devoción por la virgen y se hizo la réplica", explica el astrofísico.
La historia de la meteorología en las islas también se puede abordar desde una perspectiva turística. "El primer interés de los extranjeros estaba en estudiar cómo cambiaba la temperatura a medida que se subía. Se creía que El Teide era el pico más alto del mundo, era accesible, podían llegar en barco y subir desde el Puerto de la Cruz", destaca.
"El interés cambió y se vio que Canarias podía ser un lugar perfecto para curarse de la tuberculosis. Cada uno luchaba por conseguir ser el sitio de referencia. Si el valle de Güímar, el de La Orotava o Las Palmas de Gran Canaria. En Las Cañadas, por ejemplo, hay un sanatorio saliendo de Guajara. Si no se cuidan esos restos se van a perder", denuncia.
Auroras boreales en Canarias
Sobre la posibilidad de que en Canarias se puedan avistar auroras boreales, explica que ha realizado un recopilatorio de diez auroras boreales. "La primera de la que se tiene documentación fue descrita por Viera y Clavijo en 1770 poco antes de irse a Madrid, vio un resplandor rojo sobre Anaga, pero la gente pensaba que era un incendio", apunta. La última la captó en 2003 desde Las Cañadas: "esto puede ocurrir perfectamente, son de color rojo y son un peligro para el mundo tecnológico, pero por la latitud de Canarias no habría grandes problemas", remata.