Manuel Jabois, tras los ataques al mural de Putellas: "Si tu nombre sale a la palestra es raro que nadie te diga zorra”

Madrid

Este hecho, unánimemente rechazado por todos los que expresamos opiniones con nombre y apellidos, demuestra un par de cosas. La primera: esta pintada es a lo que se arriesga una mujer cuando su rostro es expuesto en público, de forma figurada y literal; si tu nombre sale a la palestra, es raro que nadie, absolutamente nadie, te diga “zorra”. A veces es puro piloto automático. No se saben las razones por las que el rostro de ningún hombre ha sido atacado alguna vez con la pintada “puto”. Los hombres pueden ser traidores, vendidos, cabrones, cerdos, pero su cuerpo no lo venden, si acaso lo venden sus madres: hijos de puta también se les llama. Algo más, que empezamos la semana así de fuerte: Putellas presenta dos agravantes para sus anónimos acosadores, también en las redes. Se dedica a un deporte que un grupo delirante de gente ha decidido que es de hombres, y las mujeres solo pueden practicarlo para ser ridiculizadas. Y por supuesto: Putellas hace bandera del feminismo y ataca las desigualdades de género, lo que convierte ese “zorra” en una especie de precio que hay que pagar: si te defiendes, acepta que te ataquen. Así funciona la lógica enferma del incelato pequeñito y ridículo, pero ruidoso, de este santísimo país.