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Así es 'Robot Dreams', la preciosa carta de amor a la amistad nominada en los premios Oscar 2024

El español Pablo Berjer aspira a una estatuilla como mejor película de animación por la conmovedora historia de un perro antropomorfo y un robot en el Nueva York de los años 80

Fotograma de 'Robot dreams' / ARCADIA / BTEAM Pictures

Cannes

El cineasta Pablo Berger dice que colecciona libros sin palabras. Esa afición es la culpable de que se enamorara de un cómic sin texto titulado Robot Dreams. Aquella historia comenzó cuando preparaba Blancanieves, película que ganó el Goya, y desde entonces andaba con la idea de llevarla al cine. "Es una historia que siento muy mía. El libro se publicó en 2007, había sido un exitazo, y me pasó, como le suele pasar a mucha gente, que cuando lo cogen es un libro infantil, pero a medida que vas descubriendo la historia te vas dando cuenta de que hay mucho humor, que hay mucha emoción, que hay mucha complejidad y que tiene un tercer acto excepcional y devastador. A mí, al acabar la novela gráfica, me conmovió. Me pasó como con esas novelas que llegas a las últimas 30 páginas y te tiembla el labio. La dejé ahí, hice ‘Blancanieves' y después hice ‘Abracadabra’. Y luego, entre las ideas que tenía, no encontraba ninguna. Me di cuenta de que estaba este libro que me había emocionado tanto y de alguna manera, como eran animales antropomórficos, o lo hacíamos en animación o no había otra manera", contaba el director el pasado mes de mayo en el Festival de Cannes, donde presentó fuera de competición esta película de animación que, sin diálogos hablados, cuenta una emotiva historia de amistad. Nueve meses después de presentarla en sociedad, ha sido nominada como mejor película de animación en los premios Oscar.

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Robot dreams nos presenta a Dog, un perro solitario que vive en Manhattan. Pasa sus días entre paseos, videojuegos y alguna película pero a la hora de cenar siempre se mira con tristeza en el reflejo de la televisión. Un día decide comprar y montar un robot, un amigo que le haga compañía y con el que salir por la ciudad. Su amistad crece al ritmo del Nueva York de los ochenta. Patinando en el parque, en la bolera, comiendo, viendo películas, hasta que, en una excursión en la playa, se tienen que separar a la fuerza. Sin diálogos pero con una precisión emocional conmovedora, Berger compone una historia de pérdida y fragilidad, de amor y melancolía, en esa búsqueda por volver a estar juntos. "Me encanta la experiencia de que el cine es soñar despierto. Es una experiencia mágica. Es vivir en otro mundo, olvidarte de ti mismo y ser el otro que está detrás de la pantalla. Entonces, el hecho de que no haya palabras ayuda. Escribir con imágenes es lo que más me interesa, pienso que es lo que hace al cine único", remarca Berger, que cambia el tono de la novela gráfica de la estadounidense Sara Varo y dota de color a los personajes y la ciudad.

El director de Torremolinos 73 se explaya al mostrar lugares icónicos de Nueva York, como una vista de las Torres Gemelas, la playa de Coney Island, Central Park y todo el skyline. "Yo viví diez años en Nueva York y quería hacer una carta de amor a la ciudad, así que es un elemento de nostalgia. Nueva York ya no existe así, no es el Nueva York de ahora. Afortunadamente o desafortunadamente. Yo creo que desafortunadamente porque la globalización hace que todas las ciudades grandes se parezcan mucho más. Pero os puedo asegurar que yo viví los 90 y estuve en los 80 en Nueva York. Nueva York era la capital del mundo económico y culturalmente era la ciudad donde había que estar. Entonces, para mí son recuerdos maravillosos, por eso nos planteamos darle ese protagonismo que no está en el libro", explica. Por las calles de la urbe viven su amistad estos dos personajes y es en la playa, en ese parque de atracciones fantasma que tanto hemos visto en el cine, donde los amigos se separan a la fuerza. La burocracia de las instituciones, a la que Dog acude para poder entrar en la playa y recoger a su amigo, la falta de tolerancia de los otros, o la soledad que una ciudad como Nueva York genera en los individuos van contándose a través de los trazos de un dibujo en 2D, como la animación con la que el director se crió.

"La animación no es un género, la animación es un medio, es una forma de contar que en vez de utilizar una cámara utilizamos dibujos. Entonces yo creo que hay que quitar ya la etiqueta de género de animación y eso puede ayudar para que se nos tome en serio. Si os fijáis, los directores de imagen real que hemos probado en animación, repetimos. Fernando Trueba, Wes Anderson, Richard Linklater. El salto de la imagen real a la animación en mi caso ha sido natural y creo que los directores de imagen real lo deberían tener en cuenta. A los festivales parece que les cuesta todavía que el cine de animación tenga un espacio. No sé si tiene como un doble valor el hecho de que sea una película de animación, pero sí que es verdad que hay que reflexionar", añade sobre la consideración del cine de animación en los festivales y su presencia en Cannes. "Desde que recibí la noticia estoy en estado, no sé si de éxtasis, pero sí de felicidad suprema. Cannes es El Dorado para todos los cineastas. Todos soñamos con Cannes, pero también hay que tener en cuenta que soy un afortunado, esto es una lotería y me ha tocado porque los festivales son los que deciden, no los directores".

Referencias cinéfilas, musicales e históricas

Berger incluye referencias cinéfilas, como el plano del puente de Manhattan que avistamos en Annie Hall. También musicales, con September, el tema que suena en distintas versiones, referencias idiosincrásicas, como Halloween, o incluso históricas, como el bolso de Naranjito, mascota del mundial 82, que lleva el personaje protagonista. "El gran maestro es Jacques Tati y yo de alguna manera también le hago un pequeño homenaje en la película. Me gustaba la idea de que fuese cinéfilo, que tuviese vinilos, que le interesara la cultura. Entonces teníamos que ver el cartel de qué película tendría Dog, que no fuera muy obvio, que tuviera que ver con algo que me interesa, que es escribir cine con imágenes. Entonces de repente pensé en el cartel de Yoyo, de Pierre Étaix, es una película deliciosa que empieza con un multimillonario que está aburrido y muy solo. Ese es el arranque, durante los primeros 20 minutos no hay palabras y es una película deliciosa. Mi homenaje a Jacques Tati está a través de Pierre Étaix, un director muy poco conocido en España, pero que en Francia es muy reconocido".

Decía la autora del cómic que su libro había servido para muchos profesores americanos, que lo usaban sobre todo con alumnos migrantes que no entendían el inglés, el idioma de su nuevo país de acogida. Sin embargo, sería un error pensar que Robot Dreams es solo una historia infantil, es también un bonito relato sobre las relaciones y sobre sentirnos solos en medio de un bullicio de gente. Los personajes carecen de género. Tienen nombres neutros en inglés: pato, perro... y no aparece el sexo, solo una relación afectiva, donde hay gestos de cariños, como una mirada, una sonrisa o un agarre de manos. "Me gustaría pensar que es una película abierta en la que el espectador de una forma activa se la puede hacer suya y reflexionar sobre la pérdida, la fragilidad y cómo superamos la pérdida. Además, quería hacer una película para cualquier espectador de cualquier raza, de cualquier género, de cualquiera forma de pensar, una película muy abierta. Hay una poética donde el espectador de una manera activa se la va a hacer suya y eso ayuda el hecho de que sea muda. Es algo que yo ya había descubierto al hacer Blancanieves, de alguna manera más que una película narrativa, es una experiencia. Me gustaría pensar que es una experiencia sensorial, yo me lo tomo como una película hermana de Blancanieves", defiende sobre su idea de un cine sin palabras que invita a una colaboración activa del espectador.

Cannes no es solo un escaparate para las películas con un sello, también alberga el mayor mercado del mundo. Y Robot Dreams no ha podido empezar mejor su andadura internacional. NEON, una de las distribuidoras independientes más importantes, con títulos como Parásitos, ha adquirido los derechos para EEUU. Una compra que asegura a la cinta española un largo recorrido. "Obviamente, fue un subidón, no solamente porque es un gran productor independiente, sino porque NEON es una distribuidora neoyorquina pura. Su jefe es un neoyorquino que, cuando vio la película, dijo, este es el Nueva York que me gusta. La película le fascina, es el sello de aprobación de Nueva York. Eso era importantísimo. Los distribuidores internacionales cuando cogen una película es porque la aman", concluye Berger exultante por el camino que inicia en Cannes esta preciosa historia sobre un perro y un robot.