"Queremos usarlo para cicatrizar": una ingeniera industrial estudia el uso del cuarto estado de la materia para cerrar heridas
Aimar Bretos entrevista a la ingeniera industrial que lidera un ensayo pionero para el uso médico del plasma frío
Las entrevistas de Aimar | Ana Megía, ingeniera industrial
Ramón Calvo ha tenido durante 14 años una herida abierta de nueve por ocho centímetros. Esa herida no le permitía ir a la piscina con su hijo, tampoco podía jugar al fútbol con él. Ramón no tenía calidad de vida porque esa herida crónica, que se infectaba constantemente, le generaba un gran malestar. Ahora la herida ha desaparecido, porque Ramón ha participado en un ensayo clínico pionero liderado por la Universidad de Navarra y el Hospital Gregorio Marañón de Madrid en el que se está utilizando el cuarto estado de la materia: el plasma.
Las entrevistas de Aimar | Ana Megía, ingeniera industrial
El uso médico del plasma
Hasta ahora, el plasma se había utilizado fundamentalmente - y con éxito - para cuestiones industriales, pero desde hace años se buscaba mejorar su uso para utilizarlo con fines médicos. "El universo está en estado de plasma. Las estrellas son plasmas; el Sol es un plasma; las auroras boreales son un ejemplo de plasma; la materia dentro de un rayo es plasma", explica la ingeniera industrial Ana Megía, que pensó que podía aplicar sus conocimientos técnicos sobre el plasma para un uso médico.
La clave está en que para dar un uso médico y poder poner el plasma en contacto con la piel de un paciente no puede estar más allá de 40 grados. Esa es la barrera que han superado y que explica Megía: "Nadie ha conseguido hacer un plasma de aire suficientemente frío y que tuviese forma de láser. Hacerlo frío no era tan fácil".
El plasma tiene dos virtudes. La primera es que genera campos eléctricos que aumentan la circulación y eso mejora el estado de la herida y la segunda ventaja está en su capacidad desinfectante. Ni las bacterias, ni los virus sobreviven al contacto con el plasma. Ese aspecto es clave porque estas heridas al no cerrarse "están siempre infectadas". Es un círculo vicioso: la herida no se cierra, se infecta y la infección sigue destruyendo tejido.
Aunque los resultados de este ensayo no están publicados, los resultados son esperanzadores. Megía ha visto la evolución de pacientes como Ramón, que le han "impresionado mucho". "Yo me imaginaba solamente gente muy frágil, pero Ramón es un hombretón joven que de frágil no tiene nada. Cuando le conocí en el hospital, no me encajó nada, con lo que mi cerebro se había inventado", cuenta Ana Megía.
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Las dificultades para emprender
Ana Megía y su socio no sabían por dónde empezar porque reconocen que los ingenieros tienen "poca formación empresarial" y saben poco de "economía". Por eso, cuando llegó el momento de poner en marcha este proyecto hicieron lo que haría cualquiera sin conocimientos sobre capital riesgo. "Fuimos a Google y pusimos 'capital riesgo', 'cómo conseguir capital riesgo' y llegamos a sentarnos en mesas con gente que no tenía nada que ver con nosotros", recuerda Megía. Ellos buscaban alguien que les aportara "prestigio y capacidad de diseñar" y, finalmente, consiguieron el apoyo de la Universidad de Navarra. Megía también imparte clases en la Universidad Pontificia de Comillas y a sus alumnos les recuerda que encontrar trabajo es fundamental, pero no hay que olvidar que la "ingeniería es maravillosa" y emprender puede ser "una opción fantástica".
Marisol Rojas
Trabaja en la Cadena Ser desde 2007. Empezó madrugando...