Jaime Alfonsín: cómo ser importante sin ser conocido
No tuitea. No tiene cuenta en Instagram. Tal vez se haga selfies, pero no los publica. Y antes que hablar con la prensa preferiría ir a un karaoke con un enfermo de COVID
Jaime Alfonsín: cómo ser importante sin ser conocido
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Madrid
Jaime Alfonsín, el todavía Jefe de la Casa del Rey, tiene el aspecto de haber nacido subdirector general de la Administración y toda la pinta de no abandonar el traje cruzado ni para tumbarse a ver Netflix. A petición propia, abandona ahora su cargo, tras acompañar durante treinta años a quien entonces era el príncipe y hoy es el rey. Si no les suena su cara, es del todo normal. Alfonsín no tuitea. No tiene cuenta en Instagram. Tal vez se haga selfies, pero no los publica. Y antes que hablar con la prensa preferiría ir a un karaoke con un enfermo de COVID. Pero si quieren buscarle, es ese señor que aparece en los actos detrás del rey con cara de macizo montañoso.
En esas alturas del Estado en las que ya no se bromea, Alfonsín podía haberse limitado a no equivocarse, pero ha hecho mucho y bueno. Ha manejado la crisis inmanejable de Juan Carlos I. Ha impulsado un código deontológico en la Casa. Ha restringido la condición de miembro de la familia real. Y, entre otros hitos, ha sometido a la Zarzuela a la auditoría del Tribunal de Cuentas. Quizá eran cosas que debían hacerse. Pero eran cosas que antes no se hacían.
Ahora se va tras la jura de Leonor, y no habrá fiestas ni fastos, ni se le pondrá su nombre a una calle. Pero justo ese anonimato de alto funcionario le hace atractivo. Nos recuerda que la lealtad cuenta. Que el compromiso de cada uno ayuda a que funcione lo de todos. Y que, pese al espejismo de las redes, para ser importante no hace falta ser conocido. Feliz viernes.