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Ana Zamora: "Si hablamos de clásicos, no podemos hablar de feminismo. Aceptemos que no dicen lo que nosotros queremos que digan"

Premio Nacional de Teatro 2023, Ana Zamora y su compañía Nao d'amores acaban de estrenar 'El Castillo de Lindabridis', de Calderón, con La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico

Ana Zamora: “Si hablamos de clásicos, no podemos hablar de feminismo. Aceptemos que no dicen lo que nosotros queremos que digan"

Ana Zamora: “Si hablamos de clásicos, no podemos hablar de feminismo. Aceptemos que no dicen lo que nosotros queremos que digan"

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Ana Zamora (Madrid, 49 años), Premio Nacional de Teatro 2023, acaba de estrenar 'El Castillo del Lindabridis' de Calderón de la Barca, una coproducción entre la Compañía Nacional de Teatro Clásico y la suya, Nao d'amores, "un auténtico ejército, un grupo de creación común y colectiva, una familia aglutinadora de voluntades y talentos artísticos, aunque el premio Nacional lleve mi nombre", advierte la directora.

El Castillo de Lindabridis es un Calderón raro, curioso y delirante, es el primer barroco al que se aproximan, después de veinte años investigando y trabajando el medievo y el renacimiento desde la contemporaneidad. "Un barroco con truco, porque es una perspectiva de cómo el Barroco mira a una época anterior y ahí nosotros tenemos mucho en común con Calderón", explica. Ana Zamora es poco amiga de las sinopsis, pero le hemos preguntado de qué trata la obra. "Qué más da -responde- si al final en teatro clásico lo menos importante es la anécdota de lo que sucede. Pero si hablamos de sinopsis, es la historia de esta Lindabridis, princesa de Tartaria, que para poder heredar su reino tiene que viajar en un castillo volador. Y a partir de ahí entra en una historia de caballeros medievales, en una isla de Egipto, y un viaje a Babilonia a la corte del rey Licanor para crear un gran duelo en el que diferentes pretendientes tienen que luchar con el hermano de Lindabridis a ver quién se queda con el reino de Tartaria".

Es una obra muy coral, que mezcla danza y música. Plástica, coreografía, escenografía y vestuario configuran un espectáculo complejo, multidisciplinar y muy lúdico. En escena actores y músicos, música en directo dirigida por María Alejandra Saturno. Hemos conversado con Ana Zamora en el Teatro de la Comedia de Madrid, donde pueden disfrutar de esta obra hasta el próximo 10 de marzo, antes de empezar una gira nacional.

Eres Premio Nacional de Teatro "por recuperar el patrimonio teatral español". ¿Es un patrimonio suficientemente conocido y reconocido hoy, en 2024?

Yo creo que nunca es suficiente, que siempre hay mucho trabajo por hacer y cuanto más grandioso es el repertorio, más nos queda por hacer. Fíjate nosotros ahora, del medievo y el Renacimiento saltamos a Calderón, pero es que queda mucho por hacer de Calderón. Es bueno y está muy bien ver diferentes versiones de los grandes títulos, pero es que hay cientos y cientos de obras de primera categoría que aportan otras perspectivas diferentes del teatro clásico español y que hay que ponerlas sobre las tablas. Tienen que formar parte de nuestra realidad cultural, para que la sociedad se pueda reconocer en ellas y seguir avanzando.

Si algo caracteriza a Nao d'amores es el profundo proceso de investigación y de documentación con cada obra. ¿Cómo ha sido con esta de Calderón y qué os ha aportado como compañía?

Hombre, pues yo he tenido que hacer muchos más deberes que otras veces, porque cuando trabajas sobre una época, un contexto, un mundo que ya dominas, como es el medievo y el renacimiento, tienes mucho camino ganado. El salto al Barroco requiere irse a las bases a los orígenes y ponerse las pilas en el estudio. Yo encantada, porque es la parte que más me gusta del montaje teatral, todo ese previo, donde todo es gozo y todo es encontrar cosas maravillosas. Otra cosa es la responsabilidad de volver eso materia escénica, que es cuando uno se tira de los pelos y se desespera, pero en este caso ha habido que doblar esa fase documental para poder aterrizar y poder saber de qué estamos hablando. Yo creo que hay una cosa que es exigible, más que exigible, que es que cuando uno va a ver teatro clásico, que quien lo esté poniendo en escena sepa de qué está hablando. Que construya luego lo que quiera, pero que haya una coherencia y un compromiso con aquello que se escribió hace 400 o 300 años y que hoy debe convertirse en materia contemporánea.

Más allá de la sinopsis, este Calderón es también una búsqueda de la identidad. ¿Cómo es la aproximación que hace el autor a los personajes de esta obra tan coral y, en particular, a las dos protagonistas femeninas?

Es muy curioso cómo la tradición nos ha contado en este país que Calderón es un autor reaccionario, machista y bueno, evidentemente es hijo de un contexto muy concreto y tenemos que aceptarlo como es, pero cuando lees en profundidad, empiezas a descubrir que no es oro todo lo que reluce y que hay mucho más. Nuestro trabajo como gente especializada o dedicada al teatro clásico es aceptar a esos autores como son y no intentar que digan aquello que nosotros queremos decir con nuestras palabras. Es todo lo contrario, remanguémonos y veamos dentro de ellos qué nos sirve y en qué nos podemos ver reflejados. En este caso, como tú decías, hay una presencia absoluta de dos personajes femeninos, apabullantes, que son quienes resuelven todo el conflicto. Lindabridis como protagonista, que aparece hasta en el propio título de la obra, que acaba diciendo "vive amor, que ha de ser mi imperio mío". Claridiana disfrazada de hombre, dentro de toda esta tradición de las mujeres travestidas del Siglo de Oro, pero que se apoya en todas esas abuelas, esas mujeres que son las bradamantes, las clorindas, las doncellas guerreras de los romances tradicionales. Son mujeres fuertes que, discúlpame, no puede escribir un señor si fuera realmente tan reaccionario como hemos querido leer. El problema no está en tanto en los autores como en la capacidad que nosotros tenemos para descubrirlos y para releerlos.

Decía María Alejandra Saturno, la directora musical, que ha escuchado algunas canciones buscando también alguna que sea feminista. ¿Hay una mirada feminista sobre este texto o es lo que es?

A ver, a mí no me gusta utilizar el término feminista cuando hablamos de teatro clásico. Si estamos hablando de una perspectiva de género, eso de la creación de unos personajes femeninos impactantes a día de hoy, eso sí está. Hay mujeres resolutivas, mujeres que están dispuestas a sobreponerse sobre la acción masculina de la obra, claro que está. Si eso es feminismo, pues sí estará. Pero tengamos cuidado de no intentar poner en Calderón cosas que son nuestras.

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¿Cómo habéis trabajado el lenguaje? Decíais que estaba lleno de cultismos, metáforas, ¿cómo acercar el verso especialmente a la gente joven?

Yo creo que no hay que empeñarse en acercarlo, sino hacerlo con la claridad que da el entender lo que estás diciendo. Yo he hecho cosas anteriores muy complicadas, recuerdo cuando hicimos Las farsas de Lucas Fernández en sayagués, casi todos los actores me dijeron el primer día "no se entiende nada, ¿qué es esto?". Y conseguimos una comunicación con el público en la que el público no entendía las palabras, pero entendía lo que estaba diciendo el actor. Yo creo que eso fue una escuela maravillosa para abordar todo el teatro que hemos hecho después y eso también está en el Barroco. Es decir, si el actor sale en la tradición declamatoria decimonónica, olvídate, no hay un espectador que conecte con él. Si tú estás escuchando una persona que habla con una entonación clara, contemporánea y que te está transmitiendo lo que realmente le pasa y estás viendo por lo que está luchando, la conexión con el público es es inmediata, es inmediata. En cualquier caso, esta obra es tan global que, si te pierdes en el texto, no pasa nada. Te puedes enganchar a las canciones o a la danza o a otra serie de elementos que tienen tanta importancia como la palabra en este espectáculo.

Escena de 'El Castillo de Lindabridis' / Sergio Parra

Escena de 'El Castillo de Lindabridis' / Sergio Parra

Has dicho que estabas deseando saber qué dice la crítica. ¿Te interesa más la crítica especializada o la reacción del público? y ¿es mero interés o puede llegar a ser una preocupación?

Hombre, quien diga que no le preocupa la crítica o el público, miente. Miente porque es una responsabilidad levantar un telón, tener un teatro lleno y estar tú en medio. Lo que pasa es que yo estoy muy bien acompañada, porque somos muchos creadores. Yo doy la cara, me llevo aplausos, el premio Nacional lo han puesto a mi nombre, es parte de la responsabilidad, pero nosotros trabajamos desde la coherencia de ir poniendo un sustrato de investigación, una propuesta escénica, de ir haciendo capas sobre capas y a uno le da una seguridad. Hasta que no entre el público, no vamos a saber si es un éxito clamoroso, pero lo que sí te puedo garantizar es que el mínimo está siempre asegurado. Y con respecto a la crítica, yo he hecho cosas muy buenas, cada vez me exigen más. Yo veo espectáculos mucho peores que los míos con muchas mejores críticas, pero bueno. Yo entiendo que el nivel de exigencia que me he generado, pues me toca y me tengo que aguantar, no tengo otra.

Como Premio Nacional de Teatro, ¿te preocupa el momento que vive el teatro con las presiones políticas y las censuras, las protestas a las puertas convocadas por Vox? Vox que se preguntaba en la Asamblea de Madrid que para qué revisitar los clásicos, como si fueran intocables.

Pues que no vengan a ver la nuestra, porque parece muy purista, pero está puesta del revés, como todo el teatro contemporáneo y todo teatro hecho hoy en día, que es contemporáneo. Me preocupa, claro que me preocupa, pero en el fondo me parecen cosas delirantes y que deben de caer por la propia absurdez. La protesta en la puerta del Teatro de la Abadía me parece un un delirio absoluto. En cualquier caso, yo ahora mismo tengo más miedo a la autocensura que a la censura. Si hay gente que se ofende mucho y sale a la calle, pues ya saldremos nosotros a las barricadas si hace falta, pero lo que me preocupa son las decisiones que tomamos nosotros o dejamos de tomar con respecto al repertorio, con respecto a la manera de montar ese repertorio, condicionados por parámetros sociales que son extra artísticos, que están limitando el potencial de los textos.

 
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