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"El sueño americano no existe, es una pesadilla": la historia del niño salvadoreño que cruzó el desierto de Sonora para poder reunirse con sus padres

Javier Zamora tenía nueve años cuando comenzó solo un viaje de El Salvador a Estados Unidos

"El sueño americano no existe, es una pesadilla": la historia del niño salvadoreño que cruzó el desierto de Sonora para poder reunirse con sus padres

"El sueño americano no existe, es una pesadilla": la historia del niño salvadoreño que cruzó el desierto de Sonora para poder reunirse con sus padres

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Nos hemos acostumbrado a ver a cientos de migrantes llegando a nuestras costas. Personas que buscan una mejor vida en el soñado país vecino, películas que mitifican el sueño americano y que hacen a miles de personas arriesgar su vida cada año por cruzar las fronteras. Según la ONU, en Estados Unidos hay 50.632.836 de personas provenientes de países extranjeros, lo que supone un 15,29% de la población total.

Una de esas personas fue Javier Zamora, autor de Solito, unas memorias en las que narra su viaje como menor no acompañado desde El Salvador a Estados Unidos cuando tenía 9 años. Su historia comienza en 1990 al nacer, con solo un año su padre emigra a EE.UU; y cuatro años después, lo hace su madre. El 4 de abril de 1999, con solo ocho años, sale con su abuelo ayudado de un coyote para seguir el camino de sus padres.

El problema reside cuando, en vez de las dos semanas que habían prometido, el viaje se alarga a ocho. De las cuales seis fue "solito", ya que su abuelo tuvo que volver atrás cuando aún se encontraban en Guatemala. "Pasamos mucha hambre y sed, sufrimos bastantes apuñalamientos de pistolas y policías. Después de siete ú ocho semanas cruzamos la frontera de EE.UU., lo conseguimos a la tercera", explica Zamora.

Una travesía que le cambió la vida

"El libro está dedicado a ellos: Chino, Patricia y Carla. Nosotros cuatro formamos una familia, sin la cual, yo no hubiera sobrevivido las ocho semanas que estuve sin mis papás", este libro hace un recorrido por todas las dificultades que afrontaron Javier y tres personas más en ese viaje a la tierra prometida.

"Escuchaba hablar mucho a mi abuela del viaje". Un viaje en el que soñaba con visitar los famosos apartamentos que había visto en Friends, las famosas calles de California, con volver a oler a su madre en persona y conocer por fin a su padre, al que solo había podido oír a través de llamadas o casetes: "Esa es la esperanza que me ayudó a mí, y a los cuatro", confiesa.

Ese mismo recorrido le dejó unas secuelas psicológicas que no consiguió superar hasta sus 28 años. Tras trece terapeutas, Zamora consiguió dar con una persona que no pretendía que olvidara el pasado: "Mi terapeuta me dijo: ¿Qué sucedería si te das cuenta de que ese niño al que le tienes miedo no va a desaparecer? ¿Por qué no le abrazas, le hablas y cuentas su historia?". Y es que, la idea de escribir un libro llevaba bastante tiempo rondando su mente; sin embargo, tras muchos intentos, se dio cuenta de que no debía convencer al ciudadano blanco, sino que debía de narrar la historia que viven miles de personas, y que vivió él.

La visión de sus padres

Ante la pregunta de si podría hacer lo mismo con sus propios hijos, no sabe dar respuesta. "Creo que todo padre quiere a sus hijos, tendría que considerarlo todo. Los americanos piensan que inmigrar es algo fácil, y no, es lo último que queremos hacer". De hecho, confiesa que su madre no ha sido capaz de pasar del primer capítulo, ya que "es muy difícil para mi familia leer lo que no saben y lo que no quieren saber".

Aún así, no guarda rencor ni a sus padres ni a ninguno de los coyotes que le cruzaron en la frontera, y explica que no es la misma situación que viven ahora: "Creo que sí que había gente que pensaba que estaba ayudando al mundo. Hoy todo ha cambiado, ahora no se puede emigrar sin que los cárteles estén involucrados. Si hay alguien que se llama coyote y lo hace por algo bueno, es admirable".

En estos momentos, España está sufriendo una crisis migratoria sin precedentes. Miles de personas llegan cada día a las costas de Canarias, y de ellos, 5.600 son menores no acompañados que actualmente tutela la comunidad. Ante esto, el escritor opina: "Lo que me hace pensar es que la inmigración va a ser un tema de este siglo. Es algo que no se puede ignorar, ya estamos ahí. Estos niños son capaces, ellos deben de creer que pueden llegar a hacer algo parecido a lo que yo hice. Pero el sueño americano no existe, es una pesadilla, no le pasa al más de 2% de la población. Mi corazón está con esos niños".

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