La falta de una normativa común entre aerolíneas lastra a las personas con discapacidad: "Lo que iba a ser un viaje familia se convirtió en el peor fin de semana de mi vida"
Hablamos con Ana María Valle, la joven a la que Ryanair expulsó del avión por el tamaño de su silla de ruedas a pesar de haber pasado los controles previos
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Madrid
Casi 4 millones y medio de personas en España viven con alguna discapacidad, según la encuesta publicada por el Instituto Nacional de Estadística en el año 2022. Una radiografía que muestra que en casi el 18% de los hogares españoles hay una persona con discapacidad. Una de esas personas es Ana María Valle, una joven gaditana con movilidad reducida a la que la aerolínea Ryanair bajó de uno de sus aviones por problemas con el tamaño de su silla de ruedas eléctrica, tras no ponerle ningún problema en el momento de la facturación de la silla. Anxo Queiruga, presidente de COCEMFE, la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, insiste en el perjuicio que supone para las personas con discapacidad la falta de unidad en los criterios de las aerolíneas: "Hay mucha norma, pero cada una actúa de una manera".
No es el único tipo de problema al que se enfrentan las personas con discapacidad, Queiruga cuenta que hace dos meses se encontró con una pasajera que "no sabía si la batería de su silla era de gel o de litio, y como no disponía de esa información finalmente no pudo volar". Él suele viajar siempre con la misma compañía para evitar problemas, pero las trabas se encuentran más allá de las compañías aéreas, desde bañarse en la piscina hasta ir al baño, y encarece notablemente las vacaciones: "Nosotros tenemos que ir mínimo a hoteles de cuatro estrellas para tener garantizado un mínimo de accesibilidad, por no hablar de los apartamentos".
El caso de Ana María ha tenido mucho recorrido por su denuncia en redes y medios de comunicación, entre ellos, Código de Barras. La joven contó que era un viaje especialmente importante para ella: quería celebrar su fin de exámenes de la universidad con su familia, y lo que iba a ser un divertido fin de semana de turismo se convirtió, según ella misma, "en el peor fin de semana de mi vida". Esta joven gaditana necesita su silla de ruedas eléctrica para moverse, por lo que, como es habitual en estos casos, facturó el equipo de movilidad antes de subir al avión, sin que desde Ryanair le pusieran ninguna objeción. Fue una vez sentada en el avión, minutos antes de despegar, cuando una supervisora le comunicaba que "la silla no da las medidas correctas", y que por lo tanto, Ana María no podía viajar.
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"La compañía indicó por megafonía que cuatro pasajeros se bajaban del avión de manera voluntaria, y nos terminaron echando del avión de la peor forma posible, sin ningún tipo de empatía, de manera humillante", explica la afectada, que al bajar se dirigió al mostrador de la compañía para interponer una reclamación. "Llegué llorando, con un ataque de pánico, y la encargada me dijo que no era para tanto". Una vez allí, los trabajadores de Ryanair le indicaron que el dinero de los billetes les sería reembolsado, a pesar de la negativa de la familia: "Lo que nosotros queríamos era el viaje, no el dinero, y el daño personal y moral ya estaba hecho".
La única opción que ofrecían para seguir adelante con el viaje era desmontar la parte del joystick de la silla, algo "prácticamente imposible, pues es la parte esencial para el funcionamiento de la silla". Además, tampoco le garantizaban el arreglo de la silla una vez aterrizados en Milán. Es la primera vez que la compañía ha puesto problemas de este tipo a Ana María, pues según cuenta ella misma, ha volado antes a Roma, Edimburgo o Barcelona, "sin ningún tipo de problema". Explica Ana María que desde el momento del incidente, Ryanair no se ha puesto en contacto con ellos, y la compañía, se ha defendido mediante un comunicado alegando que la pasajera "no respondió al formulario de carga de dispositivos eléctricos de movilidad" que le enviaron por correo electrónico. Un correo que la joven asegura no haber recibido.
Depender de una silla de ruedas no es ningún capricho. Lo explicaba también Bob Pop, guionista y columnista y colaborador de Hoy por Hoy: "No hay un protocolo en las aerolíneas, siempre hacen las mismas preguntas y ponen las mismas pegas. Bastante humillante es que nos bajen de nuestra silla porque son nuestras manos y nuestros pies". Queiruga explica que es una situación muy recurrente para las personas con discapacidad física: "Cada vez hay más dificultades a la hora de viajar, y tampoco hay un criterio unificado entre las compañías".
En general, las personas con discapacidad se encuentran con problemas a la hora de vivir sus vacaciones por la falta de adaptabilidad e inclusividad en la mayoría de destinos turísticos: "Se están haciendo avances según en qué destinos, pero tenemos que organizar nuestras vacaciones teniendo muy en cuenta estos factores", explica Queiruga. COCEMFE dispone además de una guía de turismo accesible para facilitar el acceso universal a la hora de viajar, con un programa de destinos inclusivos a los que poder viajar en 2024.