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"La respuesta a un porno malo no es prohibir el porno": la reflexión de la autora del libro 'La libertad de la pornografía'

Aimar Bretos entrevista a Ana Valero, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia y autora del libro 'La libertad de la pornografía'

Las entrevistas de Aimar | Ana Valero, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia

Las entrevistas de Aimar | Ana Valero, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia

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Madrid

Los debates en torno a la pornografía no son nuevos, pero en los últimos años, desde ámbitos tan diferentes como la política, el derecho o el feminismo, la conversación no ha hecho más que crecer. Sus efectos sobre la violencia sexual, su consumo por parte de los menores o su posible regulación ocupan gran parte de las discusiones actuales acerca del tema. De todo ello habla en su libro 'La libertad de la pornografía' la profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia Ana Valero. En 'Hora 25' hablamos con ella.

Lo primero que nos pasa por la cabeza es preguntarnos de qué hablamos cuando hablamos de pornografía. Así respondía Ana Valero: "Pornografía, etimológicamente, surge en la Antigüedad para hacer referencia a la vida de las prostitutas. Pero a lo largo de la historia ha tenido múltiples acepciones: para referirse a los materiales explícitamente sexuales, aquellos que pueden corromper frente a la moral hegemónica, incluso las formas más abyectas de degradación o violencia contra las mujeres. Por lo tanto, yo creo que para definir la pornografía tenemos que pensar en su naturaleza mutable, porque depende mucho de la subjetividad de quien observa y, sobre todo, del momento histórico en el que se observa".

Feminismo y pornografía

¿Qué posiciones existen en el feminismo sobre la pornografía? "El debate se remonta a los años 70 en EEUU entre lo que se llamó abolicionistas y feministas pro sex. Las posiciones fueron la prohibición del sexo, por parte de las abolicionistas, porque consideraban que en el seno de una sociedad patriarcal cualquier relación heterosexual estaba condicionada por la violencia innata a la sexualidad masculina y, por lo tanto, cualquier consentimiento por parte de la mujer es un consentimiento viciado. Y porque ellas consideraban que la pornografía no solo representaba esa degradación de la mujer, sino que hacía de ellas esa degradación. Entablan un nexo causal entre consumo de pornografía por parte de los hombres e incremento de agresiones sexuales contra las mujeres".

Y continúa: "Por otro lado, están las feministas pro sex que, junto a las teóricas queer, entienden que, en el contexto de la liberación sexual de la mujer, la pornografía puede tener una capacidad transformadora y de reforzamiento de la mujer y de las minorías sexuales. Frente a la prohibición, las feministas pro sex dicen que si el problema es que la pornografía mainstream es mala, porque es machista y reproduce estereotipos machistas y patriarcales, la solución no es la prohibición de la pornografía, sino hacer un mejor porno".

A Ana Valero le parece más interesante la postura del feminismo pro sex: "la respuesta a un porno malo no es prohibir el porno. La respuesta es hacer una pornografía donde haya otros imaginarios, los placeres estén representados, no siempre el hombre aparezca como deseante y la mujer como objeto deseado... De hecho, hay otra pornografía distinta: el postporno, el porno feminista o el porno para mujeres, la pornografía alternativa que trata de contrarrestar ese discurso hegemónico con otras propuestas e ideas acerca de la sexualidad y de las identidades sexuales".

Porno, internet e industria

En 'Pornhub', al menos un tercio de los vídeos que no tienen una autoría ni una producción cinematográfica detrás, sino que aparece gente anónima teniendo sexo, son violentos contra las mujeres, nos dice la profesora. "Estamos en el momento en el que más pornografía se está consumiendo y la industria tradicional del sexo para adultos ha desaparecido. Detrás ya no hay productoras cinematográficas ni hay actores y actrices con derechos laborales reconocidos, sino que nos encontramos con múltiples vídeos que circulan libremente, que son gratuitos, de acceso anónimo y no están bajo ningún tipo de control", concreta Valero.

Y sigue: "La pornografía a día de hoy se puede hacer en casa, cualquier persona anónima puede crear sus propios vídeos pornográficos y subirlos a las plataformas. Y hay otro tipo de pornografía que se hace en países con renta muy limitada y donde las mujeres viven hacinadas y sometidas a doce, trece o catorce horas diarias de rodaje, sometidas a grabaciones de escenas hardcore y violentas, a cambio de salarios ínfimos y sin ningún tipo de protección laboral. De ahí proceden las creaciones de las que se dota 'Pornhub'. De hecho, se sabe que 'Pornhub' tuvo que retirar muchísimos vídeos que eran subidos sin la autorización de las personas que salían en ellos y que mostraban violaciones y agresiones sexuales reales".

¿Está demostrado que la pornografía tenga un efecto causal directo sobre la violencia sexual contra las mujeres o es un mantra que hemos asumido sin que haya datos que lo prueben?, pregunta Aimar Bretos. "Los estudios estadísticos, sociológicos o de carácter psicólogico que he manejado en mi libro no demuestran esta relación causal entre personas adultas. Es peligroso establecer esta relación causal y pensar que una persona adulta por consumir pornografía, violenta o no, puede salir a la calle y cometer una agresión sexual. Es difícil de probar algo así", reflexiona la profesora de Derecho Constitucional.

Menores, agresiones y pornografía

En el libro 'La libertad de la pornografía', Ana Valero habla de una propuesta del psicólogo Unai Ares Icarán, que sugiere la alfabetización en pornografía como un instrumento para prevenir la violencia de género. "Es esencial abordar la cuestión de la pornografía desde la perspectiva afectivo-sexual y, por qué no, la alfabetización en pornografía digital", asegura la profesora. Lo más importante es que la gente joven pueda acceder a la pornografía con capacidad crítica para distinguir qué es ficción y qué es realidad. En el caso de los menores, todos estos instrumentos son importantes para combatir el hecho de que esos daños se están produciendo y el incremento de agresiones sexuales sí que está documentado en los últimos informes de la Fiscalía General del Estado. Por lo tanto, ese es el problema y el lugar al que tenemos que atender y poner el foco".

¿Pero es directamente atribuible al porno el aumento de la agresiones sexuales por parte de menores?, se pregunta Aimar. "No puedo realizar una afirmación de esas características porque los estudios son muy incipientes. Hay un estudio realizado por la Universidad de las Islas Baleares que sí que establece ese nexo causal y por los estudios que he manejado para ese capítulo de mi libro destinado a los menores de edad, esa relación causal sí que se produce en el caso de los menores", responde Valero.

¿La solución entonces es prohibir el porno a los menores? "Depende del grado de madurez del propio menor. Si el acceso es a los diez, nueve años, está muy justificada la prohibición porque la pornografía son contenidos audiovisuales para adultos, no hay pornografía para menores, ni para jóvenes. Por lo tanto, sí que hay que regular al menos el acceso, impedir que el acceso sea inmediato. Pero a lo mejor los jóvenes de 16 años pueden acceder a la pornografía con una capacidad crítica para verla, pero para eso también necesitamos tomarnos en serio el tema de la educación afectivo-sexual y no tener miedo a hablar de estas cosas en la escuela, porque no es patrimonio de los padres la educación sexual."

Ana Valero reflexiona sobre si la sociedad se ha vuelto más puritana: "Es muy llamativo porque por un lado el sexo sigue dando miedo, sigue ofendiendo, pero al mismo tiempo consumimos cada vez más porno y porno cada vez más violento. Por lo tanto, creo que sí que hay determinados posicionamientos dentro de un sector del feminismo que podrían darse la mano con el puritanismo, como pasó en los EEUU en los años 70". Y concluye: "el consumidor de porno está ejerciendo su autonomía personal y, por qué no, también su libertad sexual. Por lo tanto, estos son derechos fundamentales que requieren de la máxima protección y que hay que ponderar a la hora de plantearse prohibiciones o restricciones excesivas".

Para acabar la entrevista, Ana Valero asegura que no todo el sexo que contiene violencia es denigrante para la mujer. "Las mujeres no tenemos por qué restringir nuestro deseo a un deseo civilizado. No tenemos por qué huir de intoxicaciones patriarcales y, por qué no, podemos erotizar la violencia y la dominación. Somos lo suficientemente maduras y mayores de edad como para desear sin límites. No hay que asociar a la mujer con la condición de víctima y al sexo con la idea de riesgo, de peligro o de miedo", concluye.

Josema Jiménez

Josema Jiménez

Periodista de Sanlúcar de Barrameda. Trabajo en la Cadena SER desde 2018. Antes en Hoy por Hoy, ahora...

 
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