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La contaminación hace que las flores huelan menos y los insectos no las encuentren de noche

Los nitratos suspendidos en el aire degradan las sustancias químicas que liberan las flores y se las ocultan a las polillas y otros polinizadores, según un estudio publicado

Imagen que muestra una abeja (género Megachile) polinizando una pálida flor de onagra en el este de Washington. / Jeff

Imagen que muestra una abeja (género Megachile) polinizando una pálida flor de onagra en el este de Washington.

"Cuando hueles una rosa, estás oliendo una enorme diversidad de sustancias químicas", explica Jeff Riffer, profesor de biología de la Universidad de Washington y coautor de un estudio que se acaba de publicar en Science y explica que "cada flor tiene su propio aroma compuesto por una receta química específica". El problema es que, aunque los insectos polinizadores son verdaderos expertos en encontrarlas, ese olor cada vez es más tenue y, por la noche, cuando los colores vivos de las flores no pueden guiarles, "no las encuentran".

Este fenómeno, junto a la desaparición de insectos como las abejas, está detrás del gigantesco bajón en la polinización a nivel mundial. Y puede acabar con las flores.

Este grupo Investigadores de la Universidad de Washington han publicado en Science un estudio que, por primera vez, demuestra cómo los radicales de nitrato (NO3) presentes en el aire nocturno "degradan las sustancias químicas aromáticas liberadas por las flor silvestre común". Esto hace que se reduzcan drásticamente las señales basadas en el olor que usan los llamados polinizadores nocturnos para localizar la flor.

El NO3 se produce por reacciones químicas entre otros óxidos de nitrógeno. Y estos óxidos son los que se liberan con los combustibles de automóviles, centrales eléctricas y otras fuentes.

¿Cómo fue el experimento?

El equipo de científicos estudió la flor de la onagra pálida (Oenothera pallida). Esta flor silvestre crece en ambientes áridos. La eligieron porque sus flores blancas emiten un aroma que atrae a un grupo muy diverso de polinizadores, entre ellos las polillas nocturnas.

Los investigadores recolectaron muestras de olor de flores pálidas de onagra y ya en el laboratorioidentificaron docenas de sustancias químicas individuales que componen el aroma de la flor.

Luego usaron espectrometría de masas para observar cómo reaccionaba cada sustancia química al gas contaminante NO3. Y lo que ocurría es que, directamente, algunas de ellas desaparecían. El contaminante diezmó los niveles de compuestos aromáticos monoterpénicos. Precisamente los que, en experimentos separados, las polillas habían encontrado más atractivos.

Usando un túnel de viento y un sistema de estímulo de olores controlado por ordenador, el equipo investigó como dos especies distintas de polillas (la esfinge y la polilla halcón del tabaco), podían localizar y volar hacia los olores.

Cuando los investigadores introdujeron el aroma normal de la onagra pálida, ambas especies volaban fácilmente hacia la fuente del aroma. Sin embargo, cuando los investigadores introdujeron el aroma y el NO3 a niveles típicos de un entorno urbano nocturno, la precisión de los insectos se redujo en un 50% para una de las especies. La otra, la de líneas blancas, uno de los principales polinizadores nocturnos de esta flor, no pudo localizar la fuente del olor porque sus químicos -los que reconoce la polilla-habían desaparecido.

Los experimentos en un entorno natural también respaldaron estos hallazgos. El equipo demostró que las polillas visitaban una flor falsa que emitía el aroma correcto con la misma frecuencia. Sin embargo, si usaban olor alterado por NO3, los niveles de visitas de polillas se reducían hasta en un 70%.

El equipo, por último, comparó las condiciones de contaminación diurna y nocturna. Por las noches, el NO3 tiene un efecto mucho más destructivo en la composición química del aroma que la contaminación diurna. Los investigadores creen que esto se debe en gran medida a que la luz solar degrada el NO3. Las áreas donde este efecto es mayor, según el modelo informático que simula tanto los patrones climáticos globales como la química atmosférica, son el oeste de América del Norte, gran parte de Europa, Oriente Medio, Asia Central y Meridional y el sur de África.

"Algunas regiones acumulan más NO3 debido a las fuentes naturales, la geografía y la circulación atmosférica", dicen los expertos, pero ahora mismo la actividad que está produciendo más NO3 en todas partes es la humana.

¿Para qué sirve?

El estudio destaca los peligros de la contaminación provocada por el hombre y sus implicaciones para todos los polinizadores, así como para el futuro de la agricultura. La contaminación de la actividad humana está alterando la composición química de las flores hasta tal punto que los polinizadores ya no pueden reconocerlas. Y aproximadamente tres cuartas partes de las más de 240.000 especies de plantas con flores dependen de que los polinizadores hagan su trabajo.

Javier Ruiz Martínez

Javier Ruiz Martínez

Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...

 
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