Cerebros expatriados

Madrid

Éxodo de talentos a Arabia Saudí. Uno de los sabios españoles más importantes y citados, el catedrático de Ecología Fernando Maestre, acaba de ser contratado por una universidad de Arabia Saudí: se lleva a cuatro de sus colaboradores que investigan sobre los desiertos. Maestre es Premio Nacional de Investigación, superbién pagado y superfinanciado por la Unión Europea. En Arabia le multiplican por quince el dinero para sus investigaciones.

Hasta ahora la absorción de gente famosa por el príncipe Mohammad bin Salman se concentraba en el mundo del deporte. Adquirió en subasta la SUpercopa, por decisión de Luis Rubiales facilitada por Gerard Piqué. Contrató a los golfistas John Ram y Sergio García. A los futbolistas exmerengues Cristiano Ronaldo y Karim Benzema. Y como “embajador” del tenis, a Rafa Nadal, para fomentar ese deporte entre los jóvenes saudíes.

Bin Salman explica la creación de este harén de talentos como una búsqueda de alternativas, deportivas, científicas, al monocultivo del petróleo, de incierto futuro. Las subastas multimillonarias, sobre todo en la ciencia, plantean si Europa puede hacer algo para contrarrestarlas: España sola tiene poca oportunidad.

Hay algo más trágico en este tráfico de gente brillante. El príncipe es la cabeza visible de una tiranía cruel a la que se culpa, entre otros desmanes, de asesinar al famoso periodista Jamal Khasoghi. Pero casi todo el mundo le corteja. ¿Estamos ante una dictadura ilustrada por la cultura y el deporte? ¿O ante una dictadura blanqueada por la quizá irresistible compra de talentos?