Israel ha vuelto a atacar Rafah, el último rincón que le quedaba a los civiles para intentar refugiarse de la guerra. Lo peor se ha vivido en el centro de Gaza donde 14 palestinos han muerto y al sur los constantes bombardeos alrededor del hospital de Nasser han obligado a evacuar el edificio, uno de los pocos centros médicos que seguía plenamente operativo. Tanto los civiles que se refugian en este hospital, como los pacientes en estado muy crítico, han tenido que desalojar el centro como pueden y portaban banderas blancas para no ser disparados por los francotiradores israelíes. Esta operación militar del ejercito israelí tiene como objetivo rescatar a un grupo de rehenes, aunque no hay certezas al 100% de que puedan estar dentro de este centro médico. Un portavoz del ejército israelí asegura que tienen «información fiable» sobre la posibilidad de que Hamás conserve cuerpos de algunos secuestrados muertos en ese hospital Nasser, uno de los pocos que puede seguir funcionando con cierta normalidad. El personal médico, citado por medios como Al Jazeera, habla de una «invasión total» del centro por parte de los soldados hebreros y escenas de «caos, gritos y oscuridad» en los pasillos del hospital tras la entrada del ejército israelí. Aún no hay recuento de muertos en la zona, pero según los medios locales, la madrugada deja por lo menos una víctima. Los ataques se han intensificado en el sur, pero también en toda la Franja. En el campo de refugiados de Nusseirat, en el centro, los civiles buscan entre los escombros. Han muerto, al menos, catorce personas. En el norte, las últimas horas dejan seis fallecidos, entre los que hay varios niños. La presión internacional está creciendo a medida que Israel intensifica sus ataques contra la población civil. Otros aliados de Netanyahu han reconocido que están preocupados por la crisis humanitaria «que está provocando en la franja». En El Cairo, las conversaciones para un alto el fuego y un intercambio de rehenes entre las partes implicadas, mediadas por Qatar y Egipto, se encallan. Moussa Bourekba, investigador principal del CIDOB especializado en Oriente Próximo, lamenta en Hoy por Hoy que «la presión internacional haya contribuido a aislar diplomáticamente a Israel pero no ha permitido detener las masacres sobre Gaza». Cree que solo Estados Unidos está en condiciones de «presionar de forma efectiva a Israel» pero señala que no lo está consiguiendo de forma efectiva ni tomando las acciones debidas: «De momento son solo declaraciones. Hay un pulso entre Washington y Tel Aviv». Este investigador recuerda que los dos objetivos de Israel son «la erradicación de Hamás y liberación de los rehenes» y que «sigue oponiéndose de forma abierta a la creación de un Estado Palestino», así que es complicado conocer bajo qué condiciones «estas presiones internacionales podrían tener efecto para contener lo que se describe como un genocidio en Gaza». Además recuerda que Netanyahu está en una situación de gran debilidad en su país y esa situación de debilidad es la que hace que se comporte de ese modo, porque está en juego su supervivencia política. Y añade que, en parte, es responsable de lo que pasó su el 7 de octubre y de los fallos de los servicios de inteligencia israelíes. Por su parte, el Ejército de Israel ha anunciado este jueves el fin de dos semanas de operaciones en el campamento de refugiados de Shati, en la ciudad de Gaza (norte), antes de recalcar que la situación operativa en la zona demuestra el «debilitamiento» del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en esta zona de la Franja de Gaza. Así, ha señalado en un comunicado publicado en su página web que las fuerzas israelíes «cruzaron la ciudad de Gaza en menos de dos horas y lograron el control operativo del área en pocas horas, una muestra del debilitamiento de Hamás en el norte de Gaza como resultado de la presencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)». «La operación es una muestra de un nuevo método operativo en las redadas ofensivas contra el terrorismo», ha manifestado, al tiempo que ha incidido en que la operación se ha saldado con «la limpieza de infraestructuras terroristas, el hallazgo de materiales de Inteligencia, la confiscación de armas y la eliminación de muchos terroristas». En este sentido, ha hecho hincapié en que los militares «destruyeron una ruta subterránea bajo la sede de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), que era un activo de Inteligencia de Hamás», en el marco de sus reiteradas críticas a las actividades de la agencia en la Franja de Gaza. La ofensiva de Israel, lanzada tras los citados ataques de Hamás --que dejaron 1.200 muertos y 240 heridos--, ha causado ya la muerte de más de 28.600 palestinos, según las autoridades gazatíes. A estos balances se suman cerca de 385 palestinos muertos en Cisjordania y en Jerusalén Este a manos de las fuerzas de seguridad de Israel y en ataques ejecutados por colonos.