Pablo Maurette: "Los políticos no vienen de Marte ni tienen la culpa de todo, alguien los elige. La corrupción llega a todos lados"
El escritor argentino publica su primer thriller, 'La Niña de Oro', con Anagrama. Una historia de clasismo, corrupción, conspiraciones y superstición
Pablo Maurette: "Los políticos no vienen de Marte ni tienen la culpa de todo, alguien los elige. La corrupción llega a todos lados"
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El thriller, las novelas de crímenes y misterios, es el género más vendido después de la literatura infantil y juvenil. Nos fascinan los true crimes en televisión, devoramos novelas negras. Se publican docenas cada año y nos ha llamado mucho la atención el debut en este género del escritor argentino Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979). Escritor, guionista, además de profesor de Literatura Inglesa Comparada, Maurette tiene varios ensayos publicados, una novela y nos presenta ahora La Niña de Oro, con Anagrama.
La Niña de Oro nos cuenta el asesinato de un profesor de biología y la historia de un taxi boy albino, apodado Copito, sospechoso del crimen por frecuentar el piso del asesinado. Silvia Rey, secretaria de la Fiscalía, es la protagonista de este thriller ambientado en vísperas de las navidades del año 2000, cuando sonaba mucho en la radio Paloma, de Andrés Calamaro, una canción que escuchan en bucle o en loop durante la primera parte de la novela.
Quiero empezar preguntándote por Argentina, muy presente en la última edición de los premios Goya. Imagino que estarás al tanto de esa carta publicada el domingo 21 de enero, titulada 'La cultura está en peligro', contra las reformas del sector cultural emprendidas por Javier Milei. Más de 20 mil personalidades como Charly García, Fito Páez, Cecilia Roth, Claudia Piñeiro o Leonardo Sbaraglia contra la Ley Ómnibus, que, dicen, "pretende derogar leyes vitales para la supervivencia de las industrias culturales, las artes y las ciencias, y el patrimonio cultural de nuestro país". ¿Cómo vives este momento que atraviesa tu país, Pablo?
Es un momento horrible para la Argentina, hace años que las cosas están muy mal y yo creo que van a seguir empeorando, lamentablemente. Este ataque contra la cultura, yo quizás soy un poco optimista, pero tiendo a pensar que es un que es un bluf de Milei. Él está más interesado en cambiar otras leyes más de base para hacer realidad su proyecto económico y creo que esto son intimidaciones para generar escándalo. Eso espero, pero sin duda son derogaciones que serían muy, muy dañinas para la cultura. Si bien el sustento del Estado habría que reformularlo o repensarlo, son leyes, como la Ley del Libro, que pueden cambiar completamente el panorama cultural de la Argentina, que tiene históricamente una clase media pujante, un hambre de cultura muy grande y que se sostiene en parte por ayudas estatales. Yo espero que sea una una mera intimidación, un inicio de negociación de estos cientos de leyes que quiere derogar y que no se terminen derogando.
Andrés Calamaro no sólo ha defendido y anunciado que votaba a Milei, también alertado de "la dictadura progresista comunista que podría reventar España". ¿Compartes este temor?
No, no, para nada y de hecho creo que, si bien hay muchísimas cosas para criticar de la llamada cultura woke, creo que en el fondo son simplemente momentos rayados de un disco que en el fondo suena bien. Y que son derechos por los que venimos luchando hace mucho tiempo, aunque haya exageraciones y ridículos. Hay una línea divisoria claramente y uno tiene que ponerse de un lado o de otro. Calamaro, bueno, está de un lado y lo ha dejado muy claro.
El thriller, misterio, la novela negra es el género más vendido después de la literatura infantil y juvenil. No sé si es idóneo para describir no solo la situación de Argentina, sino del mundo en general.
Bueno, yo no he sido nunca un gran lector de policiales, pero en los años de pandemia me puse a leer policiales es lo que me interesaba con la novela era el tema de la corrupción enquistada. No solamente en Argentina, aunque que cabe muy bien para la Argentina. No a los más altos niveles de la política, sino a lo largo de toda la cadena alimenticia, en el sistema de la justicia, por ejemplo y en particular. Me interesaba explorar esos eslabones intermedios de la corrupción, porque también hay una posición muy cómoda, una especie de lugar común muy cómodo, que es echarle la culpa de todo a los políticos, al menos en la sociedad argentina, y la corrupción llega a todos lados. Los políticos no vienen de Marte, vienen de una cultura en particular y la novela se mete también con esto. Pero también hay muchos personajes que tratan de hacer bien su trabajo y hay personajes que, de pronto, cometen pequeños actos de corrupción o actos indebidos, o sea que nadie es del todo corrupto ni del todo impoluto, se mezcla todo, es un caldo muy espeso.
En La Niña de Oro mencionas Frankenstein de Mary Shelley, LA Confidential con Kevin Spacey y Kim Basinger, las novelas de P.D. James, Hannibal Lecter, Manhattan Melodrama (El enemigo público número uno)... ¿todo esto lo has leído o visto en pandemia?
Bueno, algunas cosas y otras no, pero eso en realidad son pequeños homenajes al género. El género policial es un género que nace en el siglo XIX como tal y nace ya intertextual, autorreferente. Ya en Los crímenes de la Calle Morgue de Poe, para algunos el primer policial, hay referencias a folletines y novelas detectivescas, así que la novela policial siempre se refiere a sí misma. Me interesaba incluir mucho ese elemento de intertextualidad y sobre todo en estos personajes, que son algunos son cinéfilos, otros son lectores.
"Una persona mata a otra porque puede. Porque tiene un arma y la usa". "Ningún asesino es racional. Una persona racional no asesina. Eso solo pasa en las películas: el villano frío y calculador, el genio del mal. En el mundo real, la cosa es muy distinta. El asesinato premeditado es estadísticamente muy raro, por eso tiene tanta prensa".
Dos preguntas: ¿así funciona el crimen? ¿Quizás por eso nos fascina tanto, porque todos podemos perder la razón en un momento dado, porque nos cuestiona hasta dónde podríamos llegar?
Sí, así funciona realmente, el crimen a sangre fría, premeditado, cerebral, digamos que estadísticamente es muy raro, no son los homicidios más comunes. Yo estudié muchos legajos, muchos archivos de homicidios reales en Buenos Aires cuando estaba estudiando para escribir esta novela. Son absurdos, son ridículos. Son un encuentro que salió mal, la persona no se levantó esa mañana con la idea de matar al otro, simplemente sucedió porque se cruzaron las estrellas. Hubo un intercambio desafortunado de palabras, alguien se violentó o alguien estaba borracho. Fin, lo más común es ese tipo de homicidio. Y creo que nos fascina, esto se ve claramente en la en la popularidad de los de los True Crime, porque sí, es algo que le puede pasar a cualquiera, es un arranque y todos hemos tenido arranques emocionales de algún tipo. Verla reflejada en otros, nos hace sentir mejor sobre nosotros mismos, nos da miedo sobre lo que podríamos hacer. ¿Quién no ha tenido fantasías?
La protagonista es Silvia Rey, la secretaria de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional, una mujer en un entorno muy masculino. "Silvita", la llama algún compañero. ¿Cómo es esta mujer divorciada, persistente, inconformista, con una relación especial con Francisco, su padre; que no acaba de acostumbrarse, a pesar de los años, a la escena de un crimen? ¿Cómo la has construido?
Silvia Rey se me reveló desde el principio como tal, nunca pensé que podía ser otra persona, es como que se manifestó. Ella no se puede acostumbrar al escenario de una escena del crimen, le parece más que triste, bochornoso, le da vergüenza, algo intolerable. No se puede acostumbrar y me interesaba esta faceta del personaje porque uno está acostumbrado, en los policiales, al clásico detective que ya no siente nada y que quizás se explique porque tienen pasados traumáticos o son borrachos o drogadictos. Yo quería que mi personaje principal fuese buena en su trabajo, comprometía con su trabajo, pero que a la vez nunca se acostumbrase al horror que implica a veces su trabajo. Este quizás es el elemento sobrenatural de la novela. Quizás no es realista, quizás todo el mundo se acostumbra a su trabajo por horrible que sea. Pero me gustaba esta atención en el personaje, que no se acostumbrara, que le pesara lo que veía de alguna manera.
Tienes hasta tres ensayos sobre la anatomía o lo físico del ser humano, y en esta novela los cuerpos, las anomalías o las monstruosidades están presentes. Los albinos son "una subespecie rarísima en la fauna criminal", leo. "El albino no es humano", dice otro personaje. ¿Qué te interesaba de los albinos?, ¿por qué los niños albinos como víctimas?
Bueno, hay un par de personajes digamos que con anomalías anatómicas en la novela y es un tema que me interesa. Escribí un atlas del cuerpo humano (Atlas ilustrado del cuerpo humano) donde algunos de cuyos capítulos se ocupan de estas anomalías. Primero por una curiosidad personal por lo anómalo en general, pero después porque noto que es una curiosidad muy propia del ser humano que nos llame la atención aquello que es muy diferente de nosotros. En nuestra cultura en este momento, al menos en Occidente, hay una especie de tabú, o sea, está mal interesarse por o tener curiosidad por. Uno puede tener lástima, tener simpatía, que está muy bien, pero hay que reprimir esa curiosidad. Quedarse mirando a una persona albina caminando por la calle es feo. Es feo para la persona. Es un poco agresivo, pero por otro lado es algo muy natural, ¿no? Entonces querían que estuviesen esas dos caras del asunto en la novela. La curiosidad natural que inspira lo anómalo y a la vez el lado humano de personas que son muy distintas a todos los demás y que tienen que vivir día a día con estas miradas objetivantes.
La investigación policial está llena de conspiraciones. ¿Pretendías ahondar en esto, en este momento de conspiraciones o más bien parodiarlo? ¿Somos más ingenuos ahora o más temerosos por el hecho de caer en esas teorías de la conspiración? Además, el cambio de milenio también desató la superstición (el famoso «efecto 2000») y esa sensación de fin del mundo que hoy día resulta incluso más apremiante. ¿Es por eso que quisiste ambientarla en aquel momento histórico?
Creo que en parte tiene que ver con la cantidad de información a la que estamos expuestos todo el tiempo y con la dificultad de discernir entre lo que es confiable y lo que no es confiable. Creo que el ser humano tiene una propensión natural al pensamiento mágico, a creer que las cosas tienen respuestas simples, que son blanco o negro. Y también la propensión enorme a creer lo que le gusta más a uno, cómo le gusta a uno que sea la cosa. Los antinatural ahora es el pensamiento científico, que los escépticos están constantemente poniendo en duda, que no se creen nada, que están siempre buscando refutación más que corroboración de los hechos. Esto en un momento lo reflexiona Silvia Rey, pero ella misma tiene este impulso de que las cosas sean como ella cree que son, así que la novela juega. El tema de las conspiraciones tiene que ver con eso, con que estamos expuestos a una marea de información y la mayoría de la gente, todos tenemos ese impulso de quedarnos con los que más nos gusta. En realidad hay varias razones por las cuales está ambientada en 1999. La primera es porque la idea, el germen de la novela surge en esos años, el recuerdo del que surge esta novela, que recojo en ese primer capítulo, es más o menos de esa época. Y a la vez quería evitar a toda costa el mundo del smartphone y las redes sociales, así que sí o sí tenía que ser antes de 2004, que es cuando aparece Facebook y cambia todo. Y bueno, esa sensación febril de fin de año, de fin de milenio, esa ansiedad de que se viene algo, pero no sabes bien qué, provoca una sensación general de desasosiego en los personajes.