Susto mortal en el adelanto electoral

Las posibilidades del Partido Popular en Galicia no quedaron sepultadas por los pellets, pero no han faltado torpezas en campaña para que su recorrido en estas elecciones parezca menos un alirón que un campo de minas. Las encuestas, que eran prometedoras, se han vuelto más tacañas. Se teme por escaños en La Coruña y Vigo y -por primera vez- se empieza a temer también al raspón de Vox.

En Génova y en Santiago cunde el lamento después de que Feijóo se pusiera filosófico sobre indultos y amnistías y acercamientos a Junts: el votante del PP es fiel, pero ese no es el género de especulaciones que le haga arrimarse a la urna con entusiasmo. Cuando, a media campaña, se decidió que las elecciones no se jugaran en clave nacional, la candidata Pontón ya rivalizaba en fama con Taylor Swift.

El picado del PSOE y el 'todos contra todos' de la izquierda tienen, pese a todo, algo de mecanismo de seguridad para el PP, pero son notables las agonías a las que se ha expuesto Feijóo con el juguete del adelanto electoral. Los viejos catecismos advertían contra ponerse en ocasión de pecar, y un pecado grave para un político es ponerse de tal modo en ocasión de perder. Por jugadas como esta, recordemos, le montaron un golpe al alba a un tal Pablo Casado.