Una monja de clausura: "Señor, si no tengo vocación, regálamela, porque yo de aquí no salgo ni muerta"
Aimar Bretos entrevista a Sor Piedad, monja de clausura
Las entrevistas de Aimar | Sor Piedad, monja de clausura
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Madrid
Según la memoria anual de la Iglesia Católica hay un total de 7.906 monjas y monjes de clausura repartidos en 712 monasterios por toda España. En uno de ellos, el Monasterio de Religiosas Concepcionistas Franciscanas de San José de Jesús y María del Caballero de Gracia, ubicado en Blasco de Garay 51 de Madrid, vive Sor Piedad. En 'Hora 25' hablamos con ella para entender qué lleva a una persona en pleno siglo XXI a encerrarse para siempre tras las puertas de un convento.
La entrevista se produce en el locutorio donde se reciben las visitas, donde las monjas tienen contacto con las personas de fuera del mundo, en palabras de Sor Piedad. A ella y a Aimar Bretos les separa una reja: "Estas rejas, para nosotros, nos abren el cielo. Quiero decir que nosotros estamos muy contentas porque estamos libre y voluntariamente aquí. No hacía falta reja, pero las conservamos porque, mejor, más protegidas por el Señor... A sus joyas", describe Sor Piedad.
¿Cuándo decide Sor Piedad hacerse monja de clausura? Así lo cuenta: "Fui criada en un hogar cristiano. A los 8 años hice la primera comunión y ahí como que experimenté la gracia de Dios. Me apasionaban las lecturas del catecismo. Así, en un seminario de 'Vida en el espíritu', a los 16 años terminé el seminario y fui a golpear la puerta del convento. La madre me aceptó ese mismo día. Al otro día fui a despedirme del colegio. Yo entré al convento y le decía todos los días al Señor: 'Si no tengo vocación, regálamela, porque yo de aquí no salgo ni muerta. Me sentía tan feliz...".
En el monasterio en el que se encuentra Sor Piedad hay hermanas de varios países: Kenia, India, Ecuador o España. "Lo que nos une es el amor de Dios", nos dice Sor Piedad. "Nuestra vida es con horario, así que nunca se nos hace ni larga ni corta. Va todo muy ordenadamente. Van pasando los días y, como yo digo, de los cortos días solamente va quedando el mérito de cada día". ¿Y por qué Dios prefiere que esté dentro del convento que fuera? "Dios es Dios y hace lo que le parece. A algunos nos da la vocación para que estemos con él, para que estemos en oración por el mundo. Yo creo en el poder de la oración", responde Sor Piedad.
Y continúa: "Podemos orar por cualquier persona, por cualquier petición. Para eso estamos. Hay la oración mental, la escrita, la vocal, de intersección, de sanación... Según como te sientas. Tenemos tantas almas que salvar... Hacemos nuestro ese dolor, esa pena y la llevamos a la oración. Le pedimos a Dios por estas personas". ¿Y cuando reza siente algo, escucha algo? "En el silencio se siente el espíritu del Señor", concluye.
Fe, soledad y tentaciones
¿Y alguna vez ha sufrido alguna crisis de fe? "Claro que sí. Todo viene bien. Es pedagogía de Dios", responde Sor Piedad y relata una experiencia que le hizo enfadarse con el Señor. "El Señor dice que el que deja padre, madre, tierra y casa por mí, tendrá el ciento por uno y la vida eterna. Eso es verdad. La ayuda no nos falta. El señor mueve a la gente, los corazones, y nos ayudan", reflexiona la hermana sobre el sustento económico dentro del convento.
"Se permite que cuando una hermana está gravemente enferma pueda entrar el confesor a confesarla, cuando hay albañiles tienen que entrar, y nosotras también podemos salir al médico, a votar... Cosas puntuales, pero se puede", dice Sor Piedad. ¿Y no llegan los momentos de soledad? "No, porque la soledad está habitada por la presencia de Dios. No tienes tiempo para aburrirte. No hay soledad". "La maldad tampoco existe. No existe ni puede existir. El espíritu del Señor nos asiste. Estamos siempre con la palabra de Dios y el Señor te viene en auxilio. Si tú meditas en la Pasión, cualquier cosa te resbala", habla convencida la hermana.
¿Y tentaciones? "Claro que hay tentaciones. El Señor tuvo tentaciones, pero tenemos la confesión, la comunión, el hablar, el dialogar. Decía mi madre maestra: 'la tentación hablada, la mitad superada'. El hecho de hablar, de abrirse, de pedir auxilio... Se puede salvar esa tentación", nos dice Sor Piedad. "Todavía no he pensado en estar al otro lado de esa reja. Yo no me veo fuera. No me da miedo lo que hay fuera. Es el Señor. Si estamos con Él, no hay miedo. Tenemos miedo cuando pensamos en nuestras fuerzas. Tú no puedes, pero con Él podemos".
Tenemos muchas preguntas. Otra de las que nos surge es si Dios no se equivoca nunca. Para Sor Piedad la respuesta es evidente: "Es Dios. Cómo se va a equivocar Dios. Nosotros podemos equivocarnos, pero Él no se equivoca. Lo que suceda es pedagogía de Dios. Es por nuestro bien. Si permite que alguien caiga, es para que se levante, que sea humilde, pida perdón a Dios y se levante. Dios siempre te extiende la mano para atraerte. Dios no falla. Nosotros fallamos a Dios, pero Dios siempre está porque es amor".
Los enfermos y los pobres son los predilectos de Dios, nos cuenta Sor Piedad. Pero cómo puede ser que siendo los pobres los predilectos de Dios, Dios les tenga reservado en esta vida un papel tan doloroso, tan lleno de sufrimiento: "Nosotros tenemos que actuar por ellos. Muchas veces hay personas así a las que les ofreces ayuda y ellos dicen que no, como que se acostumbran a esa vida".
El papel de la mujer en la Iglesia
¿Y qué piensa Sor Piedad del papel de las mujeres en la Iglesia? "Nosotros tenemos entrañas de madre. El Señor nos ha dado muchas cualidades. La persona humana se complementa: lo que la mujer no tiene, lo tiene el hombre, y lo que el hombre no tiene, lo tiene la mujer. Nos complementamos. El matrimonio es un complemento. Unos tienen sabiduría, otros tienen otra cosa. En la vida nos complementamos", responde la hermana.
Aimar Bretos insiste y pregunta si se siente cómoda dentro de una institución que, por el hecho de ser mujer, le veta la celebración del principal sacramento, la eucaristía. "No. No, porque el Señor instituyó la eucaristía a los hombres, podía haberla puesto a la Santísima Virgen, su madre, pero no lo hizo. El Señor sabrá por qué, pero está así. Es acoger, aceptar lo que está mandado. Si hay tanto que hacer, por qué uno tiene que hacer lo que no está mandado", contesta Sor Piedad.
Sor Piedad achaca al egoísmo la falta de vocaciones religiosas: "A veces es por egoísmo de los padres. No les dejan a los hijos ser religiosos porque quieren nietos, que no sé que... No dejan esa libertad para que los hijos sigan el impulso. Si no les dan educación cristiana, cómo van a seguir algo que no conocen. Cuando a uno desde pequeño le enseñan a conocer a Dios, a amar a Dios, es fácil seguirle".
Amor, sexo y ocio
A Sor Piedad no le pesa haber renunciado a experimentar el amor por otra persona: "Nacimos para amar y ser amados, pero si el Señor me ha elegido primero, me ha amado y yo le he entregado toda mi alma, mi cuerpo y todo mi ser, libre y voluntariamente, ¿cómo me va a pesar?". ¿Y deseo sexual? "Claro que he sentido, porque soy persona. Es una batalla. Eso se supera. Hacemos mucho ejercicio, tenemos una piscina. Eso se siente, pero le pedimos al Señor que nos dé fuerzas. Además, una vez que estaba así como muy... Y dije: 'increíble'. Pero el Salmo 102 dice 'el Señor sacia de bienes mis anhelos'. Él llena esos deseos que tienes. Es Dios y Él puede hacerlo todo. Si no, no se podría. Es pedirle a Él y Él te ayuda".
En el convento se leen libros, pero no novelas, solo libros de temática religiosa. No desconectan de la fe: "¿Cómo voy a perder tiempo en una novela?", dice Sor Piedad. En cuanto a la radio, Sor Piedad escucha muchísimo Radio María: "No tiene desperdicio". No conoce Netflix, pero sí que tiene WhatsApp: "Esos medios nos ayudan a comunicarnos. En Internet está lo que buscas. Es rapidísimo. Nosotros aquí no prohibimos, pero formamos para que la persona sea consciente y actúe en libertad y en responsabilidad. Son medios súper eficaces".
Y continúa: "Yo he aceptado muchos grupos en WhatsApp. Hay gente muy comunicativa. A veces pido disculpas a la gente: 'perdone, no he visto su mensaje. Estaba rezando'. Llevo el móvil cuando va a llamar el médico, pero cuando veo otra llamada sigo rezando". Sor Piedad escucha música instrumental para los momentos de vigilia, música religiosa para que la gente joven aprenda los cantos y música para bailar también, pero no sabe quién es Rosalía, reconoce.
Para terminar la entrevista, Aimar le pregunta a Sor Piedad si echa algo de menos del exterior: "Con Dios tenemos todo. Quien a Dios tiene, nada le falta. ¿Qué podía echar yo de menos?". ¿Y si al final, al morir, descubre que no había nada? "No me voy a romper la cabeza. La vida religiosa es un anticipo del cielo. Hemos nacido para amar a Dios, servirle, adorarle. Dios nos ha creado para eso. Si después no hay nada... Como dice Santa Teresa: 'Si no hubiera cielo, yo te amara, y si no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar nada porque te quiero'."
Josema Jiménez
Periodista de Sanlúcar de Barrameda. Trabajo en la Cadena SER desde 2018. Antes en Hoy por Hoy, ahora...