Todd Haynes: "A las mujeres se les permite menos romper las normas"
El director americano dirige a Julianne Moore y Natalie Portman en 'Secretos de un escándalo', película en la que aborda una espinosa relación entre una mujer madura y un joven menor
Madrid
Heredero del melodrama de Douglas Sirk, defensor de romper las normas y convenciones sociales, de mostrar a las mujeres y a las personas queer de manera bella y digna, el director americano Todd Haynes mezcla el drama íntimo con la denuncia política en todas sus películas. Desde aquella mujer enferma de SIDA en Safe, a esas lesbianas que consiguen sacar adelante su relación en Carol o a esa mujer que rompe la idea de matrimonios no mixtos en una América profundamente racista en Lejos del cielo. Precisamente en esa línea de no plegarse a las ataduras sociales, de confrontarlas, se inserta Secretos de un escándalo, nueva película que estuvo en el Festival de Cannes y que ha juntado a Natalie Portman y Julianne Moore y ha descubierto al joven actor Charles Merton, una de las sorpresas de la temporada.
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“Natalie envió el guion en plena pandemia y leerlo me causó mucha impresión”, dice sobre esta historia que recrea un escándalo real ocurrido hace 20 años. “El punto de vista es inteligente, porque muestra la manera en la que esta familia construye una especie de trinchera en su casa hasta que una extraña rompe esa seguridad del hogar”, añade el director. La historia tiene muchos titulares. Por un lado, en esa casa familiar viven un matrimonio formado por una mujer madura y un joven, que han criado a sus hijos asilados del radio del mundo después de que su relación cuando él era menor de edad y ella la madre de un compañero de clase se hiciera pública. Por otro lado, una actriz famosa llega a sus vidas para pasar tiempo con ellos, pues pretende llevar al cine su historia de amor. Esa llegada es la que abre la caja de Pandora.
“Todos tenemos prejuicios ante este tipo de historias”, reconoce el director que explica que era importante mantener el humor en toda la película. El humor es lo más chocante de una película que trata temas delicados, pues aunque las relaciones con menores de edad han poblado la literatura y el cine, ahí está Lolita como gran ejemplo, siempre han ocurrido con el hombre siendo el mayor y la mujer la menor de edad. Aquí se da la vuelta. La mujer es la que transgrede la norma social al seducir al niño, que no deja de ocupar el rol masculino, un rol siempre con cierto poder con respecto a la mujer. Con lo que todas las preguntas y convenciones se desmoronan. ¿Puede haber consentimiento en una relación así? ¿Puede la mujer estar por encima del hombre por su edad a pesar de las diferencias desiguales que se dan en una relación amorosa entre géneros?
“Sobre las mujeres se imponen una serie de suposiciones, de cargas en este tipo de situación, que son distintas en el caso de los hombres. Con los hombres, es como si esperamos que de alguna manera sea normal que se desvíen sexualmente. Pero cuando una mujer transgrede eso, entonces la familia está en juego. No es una situación comparable, porque ellas se enfrentan a más juicios que los hombres y eso es lo que me resultaba interesante”. De hecho, Todd Haynes revistió algunos títulos que han abordado al diferencia de edad, con mujeres maduras, como El graduado, El crepúsculo de los Dioses y hasta Domingo sangriento. “Creo que hemos interiorizado que lo normal sea una pareja con un hombre mayor y mujer joven, porque esas historias han tenido un gran impacto en el cine y son parte ya de nuestro lenguaje y nuestro imaginario, olvidamos la diferencia de edad, porque la damos por sentado. Hay un prejuicio contra las mujeres mayores, que son infelices y cometen errores. Seguramente sí, pero hay una forma más tolerante de acercarse a ellas”. El director citaba en Cannes un ejemplo real de estas relaciones, la del presidente francés Emmanuelle Macron.
La actriz Julianne Moore es amiga del director y ha trabajado con él en diferentes ocasiones. Aquí tiene el personaje más antipático, la ama de casa perfecta, que esconde tras esa perfección, una transgresión social que ha ocultado, pero que ahora sale a la luz de nuevo. Natalie Portman es la altiva actriz que acaba haciendo cualquier cosa para satisfacer su objetivo. “Yo mismo pensaba que confiaba en el personaje de Natalie Portman, pero luego ves que es alguien que quiere conseguir sus deseos al precio que sea. Eso ocurre también con el personaje de Julianne Moore. Es muy estimulante esas contradicciones”, explica el director.
De hecho, la película abre otro debate que tiene que ver con la representación de los personajes femeninos. “Estamos en esta era donde parece que el requisito es hacer una representación positiva de varios colectivos minoritarios. Todos entendemos que la representación hegemónica se ha limitado a contar a los hombres blancos heterosexuales. Por eso creo que es importante abrir nuevos parámetros, pero también es importante que todos aparezcan completamente humanos, complicados, que esos personajes también cometan errores, no siempre, por pertenecer a pequeños colectivos marginados, pueden ser héroes, también pueden protagonizar historias problemáticas”.
Tensa, divertida y profundamente triste, Secretos de un escándalo confirma el talento de Haynes para el melodrama y los grandes personajes femeninos. Con su sabiduría habitual, utiliza el lenguaje del telefilme para desde ahí construir una metáfora culta, turbadora y muy confusa sobre la manipulación, el amor romántico y sobre la identidad. Pues estas estas mujeres interpretan un papel, no solo la actriz.
Es casi como un ejemplo de un maravilloso libro que escribió el sociólogo Erving Goffman, donde explicaba que las relaciones sociales, desde un romance hasta una interacción en una panadería, son construcciones teatrales donde las personas interpretan diferentes roles, casi sin ser conscientes de todo ello. De ahí que el uso de espejos sea una constante en la construcción visual de la película que recuerda, como no podía ser de otra manera, a Persona de Bergman. “Estas dos mujeres están en un proceso de fusionarse y reflejarse. Una de ellas es actriz, como en Persona, y la otra tiene una enfermedad o un problema que la actriz trata de entender” Por eso, filmaron la escena imitando la película de Bergman, con plano medio y fondo neutro. “Ahí aparecieron también los espejos a lo largo de la película en muchas escenas, y se convirtió en una forma no solo de justificar la dirección directa a la lente, sino también de observar a las mujeres mirándose entre sí y a sí mismas. En el proceso de esta triangulación, en la que tú, el espectador, eres el espejo".
En esa idea del telefime cobra importancia el tono visual y la música. Imágenes casi pastoriles y bucólicas de mariposas poniendo huevos en plantas, del bello jardín de esa casa junto a un muelle, de la familia bella y perfecta. Una tranquilidad que rompen los compases de una música tenebrosa que casi genera una carcajada, como en la escena en la que se abre el frigorífico. “La música surge de esta partitura de Michel Legrand y se mueve entre lo reflexivo y lo preocupante. Hace que te pongas alerta desde el principio de la película. Sabíamos que esa metáfora de las mariposas, si se tomaba muy en serio, podría ser demasiado y los espectadores son más inteligentes que todo eso. Es por eso queríamos darle la vuelta a esa imagen idílica de las mariposas y mostrar su comportamiento como depredadores. Es casi una anticipación del resto, y por eso ese fogonazo de la música cuando abre el frigorífico, aunque esa música recorre toda la película”. Con todos estos elementos, el director parece preguntarse acerca del sentido de la verdad, de si es posible luchar contra el relato construido y de si el amor con tanta diferencia de edad solo puede ser una cuestión de poder y manipulación.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...