Berlinale 2024 | La escritora Christine Angot enfrenta el incesto que sufrió en 'Une famille', un duro y valiente documental
El documental cierra su trilogía literaria sobre su condición de víctima y sobre la falta de apoyo familiar, social y mediático que encontró
Berlín
Christine Angot es una de las novelistas más conocidas e importantes de la literatura francesa actual. Fue en 1999 cuando su novela El incesto causó gran conmoción en el mundo literario y en la sociedad francesa, pero fue en 2012, con Una semana de vacaciones (publicada por Anagrama), cuando ganó el Premio Sade y se desató una gran polémica. La autora rechazó ese galardón con las siguientes palabras: "La imagen de ese premio, se corresponda o no con la obra del Marqués de Sade, está en contradicción total con el libro que he escrito". La crítica ensalzó el relato, por su radicalidad y carnalidad y la idea de marcar su biografía a fuego en sus novelas y de narrar lo inenarrable.
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Su obra la marca el incesto, los abusos que sufrió por parte de su padre, que abandonó a su madre antes de que ella naciera y reapareció en su vida cuando ella tenía trece años. Un hombre exitoso y poderoso –era el director del servicio de traducción del Consejo de Europa– que empezó a abusar de ella en cuanto la conoció. Los abusos continuaron en la adolescencia e incluso en la vida adulta, cuando ella ya estaba casada. Todo ese dolor lo ha plasmado en una especie de trilogía literaria, que completa Viaje al este, donde aborda de nuevo el tema poniendo todo el foco en la hija, en la víctima del abuso. Ese obra literaria se completa ahora con un documental Une famille, donde Angot enfrenta a todos aquellos familiares y conocidos que miraron para otro lado durante su infancia y adolescencia. Un documental que ha presentado en la Berlinale y que distribuirá Filmin en España.
La escritora regresa a Estrasburgo con una cámara y un equipo ínfimo de personas. La tensión nerviosa de la cámara agudiza la tensión del espectador ante lo que está viendo, la confrontación de la víctima con quienes fueron cómplices del delito. Angot aprovecha la gira de su libro para acercarse a la casa donde vivió conoció a su padre cuando ella tenía 13 años. Allí pasó algunas de sus vacaciones y allí sufrió violaciones continuadas. De ahí la tensión, los nervios de ella ante la puerta de esa casa. Finalmente toca y pide hablar con la esposa de su padre, una señora de clase alta que la recibe de uñas y le niega la entrada. Finalmente, con la cámara mediante, como un objeto protector, capaz de filtrar la verdad y de hacer ver al mundo que la víctima no está loca, la mujer accede y ambas tienen una dolorosa conversación sobre el pasado. Es quizá la escena más violenta de una película donde Angot no quiere quedar como la buena, o la víctima simpática y dócil, sino que busca confrontarse con su pasado. En esa conversación, o la que después mantiene con su madre, con su ex marido, vemos cómo el sistema patriarcal ha ideado unos mecanismos para que creer a la víctima no sea fácil, para poder mirar para otro lado y respirar tranquilos, para nunca defender a la mujer de un delito de violencia sexual.
El documental aborda también cómo la crítica literaria y los medios de comunicación la trataron en muchos casas, con una escena donde se ríen de ella y del abuso que sufrió en directo en televisión que acaba con la escritora levantándose y saliendo de ese plató. Pongamos a Angot en contexto: sus libros y su forma de relacionarse con ellos, la convirtieron en una escritora mediática, que usa la autoficción, que es atrevida y que le encantan las polémicas. Eso ha hecho que muchos no la consideren la víctima perfecta, en esa condición patriarcal en la que, desgraciadamente seguimos instalados.
La ópera prima de Angot, que colaboró con Claire Denis en el guion de Fuego, es un retrato doloroso que abre el debate a todos nosotros. En realidad, la escritora no está pidiendo cuentas a sus familiares, sino a toda la sociedad, sin realizar ningún esfuerzo para hacer más digerible toda la historia, que ocurre aunque nos neguemos a verla. Como contaba Almodóvar cuando la promoción de Volver, el incesto era una constante en muchos pueblos recónditos de España. La violencia y agresiones sexuales que sufren las mujeres viene mayoritariamente del entorno familiar, tal y como aseguran las cifras, por lo que ocultar aquello que es difícil de reconocer no hace que desaparezca. Ahí está el documental de Emmanuel Béart reconociendo que ella también sufrió una historia similar.
La cineasta, que hace unos meses criticó la manera en la que la directora Cathérine Breillat estetiza el incesto en su película L'été, sigue en su documental el hilo de los acontecimientos a través de fotografías y vídeos. Gracias a su narración en off, entendemos que su medio hermano y su media hermana siempre sostuvieron que ella fantaseaba con las relaciones incestuosas de su padre. Y gracias al montaje comprenderemos más tarde hasta qué punto la esposa del padre de Christine Angot era hipócrita ante las cámaras. Pues tan pronto como salió de la casa, decidió denunciar a Angot por haberla grabado sin permiso. La película es un buen antídoto contra aquellos que aún hoy, después del Me Too siguen diciendo que las víctimas tenían que haber denunciado entonces, bien por miedo a destapar la caja de Pandora, por miedo a que aquel delito rompiera su status económico o familiar o bien porque hace veinte años la definición de consentimiento era otra, de tal manera que siempre se culpaba a la mujer, aunque como en este caso fuera menor de edad. A pesar de toda la tragedia y crudeza del relato y de los enfrentamientos verbales que retrata el filme, hay algo luminoso y que parece cerrar algo en el interior de Christine Angot, las palabras de su hija, mujer de otra generación, que entiende y defiende a su madre, y que simplemente dice un "siento que te pasara eso".
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...